Finalmente, luego de varios amagues, faltazos y rumores, el empresario periodístico Marcelo Longobardi comunicó oficialmente que dejará la conducción de Cada mañana (lunes a viernes de 6 a 10, Radio Mitre),  el programa más escuchado en su franja horaria, la más competitiva de la AM. Longobardi había comenzado con el ciclo en Radio 10 y desde hacía nueve años realizaba el programa en la emisora del Grupo Clarín.

La tensión entre la emisora y su periodista estrella comenzó a partir de los reclamos de Jorge Lanata, quien estridentemente y en forma reiterada se quejó por “la entrega del aire” fuera de horario de Longobardi. La cosa explotó una mañana de agosto pasado, cuando Lanata decidió quedarse en silencio durante la misma cantidad de minutos que le habían entregado tarde, una gracia que ya había realizado en América TV. La diferencia, claro, es que en aquella oportunidad se podía ver a Lanata y esta vez el silencio sin imagen constituyó un mensaje más dramático.

La polémica fue subiendo de temperatura entre el silencio de Longobardi, claramente incómodo con un conflicto que excedía sus habilidades de operador y agitador de conflictos ajenos; y un Lanata que no paró de echar leña al fuego, mucho más habituado a la pelea en los medios y a exponer su ego a cielo abierto. Pero el mayor enojo de Longobardi sería con Jorge Porta, gerente de Programación de Radio Mitre, quien considera que –lejos de intentar apaciguar las aguas– agitó el conflicto con intenciones no del todo claras.

Marcelo Longobardi comenzó como productor de Bernardo Neustadt, justamente en Radio Mitre. Supo ser el niño mimado de Alejandro Romay, que lo llevó al legendario Nuevediario como columnista, cuando los columnistas políticos en los noticieros de TV eran una rareza, hoy se reinventaron como conductores. Más entrados los ’90, co-condujo Hadad y Longobardi – con su amigo-enemigo-amigo Daniel Hadad–, que concretó su hito cuando le realizó un reportaje servil al represor Emilio Massera.

Cuando el propio Hadad tomó Radio 10, ocupó el horario de la primera mañana, pero un tiempo después le dejó el lugar a su amigo Longobardi. Allí Longobardi impuso su estilo de analista político áspero y manijeador, casi a imagen y semejanza de Arnaldo Gómez Manija, el personaje radial de Diego Capusotto.

Con la venta de Radio 10, Longobardi llevó su programa, incluyendo por supuesto su abultada cartera de avisadores, a Radio Mitre, como para estar más cómodo. Previsiblemente, muchos de los oyentes que lo escuchaban en Radio 10 migraron a la emisora del Grupo Clarín, que recuperó el liderazgo luego de una década de dominio de Radio 10 –la década ganada de Hadad– dominio que hoy ostenta y que está empeñada en sostener.

Entre los múltiples rumores que rodaron estas semanas sonó fuerte la posibilidad de que Longobardi se mudara a Radio Rivadavia, la emisora que hoy establece el contrato de lectura de derecha rancia y sin matices que otrora –con las ostensibles diferencias epocales– hizo célebre a Radio 10. Para frenar o al menos postergar eso intervino con premura el mismísimo Héctor Magnetto y para eso se acordó que “siga como columnista” como hoy se preocupó en promocionar en tapa el diario Clarín.

Mientras tanto, lo concreto es que mientras ya comenzó la carrera para suceder a Longobardi, Radio Mitre pierde en el día a día a su conductor estrella y sus principales competidoras sueñan con seducirlo para incorporarlo a sus filas. No se trata de un hecho menor. Longobardi garantiza una cartera publicitaria muy importante y un caudal de oyentes que pueden torcer el actual mapa del rating de las AM. Asuntos siempre importantes, pero todavía más determinantes con la mirada puesta en las elecciones 2023.