Un video en el que una niña desde la casa saluda a su padre con un “movimiento en la mano en clave de candombe”; una caminata callejera sin más tino que pensar en nada, un ritmo que se “le mete” en el cuerpo con “una frase musical que trae el candombe, el diminutivo ‘candombita’, la niña; y empieza a aparecer un combo que no se puede explicar cómo arranca”. Pero qué bien suena al escucharlo abrir Peregrina, el último disco de Lorena Astudillo, que estará disponible en plataformas desde el 11 de noviembre. “Siempre escribí música y letra. Desde Un mar de flores, Crisálida y ahora, en el nuevo disco. No tengo un método. Y Peregrina es como una selfie, porque compongo andando, nunca estoy quieta. O sea, estoy quieta cuando tengo que empezar a recortar, la parte más técnica, rítmica, la versificación, ahí ya me siento”. Para el octavo álbum de su carrera, la cantante, autora y compositora tejió una red creativa de mujeres, que cuenta con artistas de la talla de Ligia Piro, Alejandra Radano, Katie Viqueira, Clara Aita, Milagros Caliva, Caro Cohen, Carmen Donneys, Flor Giammarche, Mariana Mariñelarena, Constanza Meinero, Jacquie Oroc, Maia Perduca,  Marina Ruiz Matta, Paula Suarez y Eliana Zarabozo.

Astudillo no tiene un método, sino más bien un estilo, y dice que en parte se lo debe al Cuchi Leguizamón, a las cosas que aprendió de él sin que él se las enseñara. “El Cuchi con (Manuel) Castilla tenía unas peleas terribles, y eso me parece tan hermoso. Porque uno decía: es zamba, no, es vidala, porque esa letra se ajusta más a la hondura que tiene la vidala y no al romanticismo que tiene la zamba. A medida que voy andando conozco cada vez más el color, la impronta de los géneros. Por ejemplo, el tango es protestón, vos protestás divino en el tango y decís cosas muy tremendamente hondas: las cosas más duras, más oscuras, las dije en una milonga, como La calle de las ausencias; las cosas más atávicas, en una vidala. Para mí están casadas, no me preguntes por qué.”

Ese saber fue por el Cuchi, pero también por su vida como cantante (“gracias a que fui intérprete muchísimos años conozco la mejor forma de decir en cada género, aunque no los conozco todos”), así como sus clases le permitieron descubrir que “la emoción básica del canto es el miedo”.

-¿Cómo sería?

-Puede ser por alguna inquietud, una ansiedad: la ansiedad es una prima lejana del miedo. ¿Qué hace la mamá con el bebé para calmarlo? Canta. ¿Calmar de qué? De algo que está inquieto. Esa es la parte atávica y originaria del canto. Pero en el canto de performance -lo digo como docente y facilitadora en los talleres que doy-, todos los que vienen están remuertos de miedo por la situación de estar cantando frente a un público. Estamos asustados porque tenemos un miedo que no nos cabe en el cuerpo. Empecé a vislumbrar eso en mí misma -porque me muero de miedo-, pero a la vez es lo que me pone alerta y me salva; es paradójico el miedo. Es lo que hizo que la humanidad sobreviva: guarda que ese te puede comer, ¡corré! Es una información de supervivencia, por eso es tan fuerte y aparece todo el tiempo. Y lo primero que te aparece frente a un público es el miedo. Que es algo a conquistar, como un caballo salvaje, como lo que después te da energía. Si lo negás, no te sirve, empieza a aparecer por cualquier lado, como cualquier emoción que negás. El miedo es la emoción básica que mueve en todas sus diversas expresiones, y está bueno hacerse cargo.

Peregrina es eso también: una artista que mientras anda, aprende, compone (y aprende cómo componer), y para: no hay forma de que la peregrina siga si en algún momento no para. Aunque Astudillo defina a ese momento como el de un silencio. “En realidad, tengo tanta actividad múltiple, que lo que hago es discontinuar la exposición, por así decir. Dejo de presentarme con tanta asiduidad o tanta organización, porque los lanzamientos tienen una serie de pasos, que son completamente diferentes de lo creativo. Creo que el silencio es cuando termina toda esa etapa, que incluye la presentación del disco, es como dejar de hablar de eso, porque yo estoy en toda la cadena, desde que empiezo a garabatear las letras, hasta los lanzamientos. Hay un distanciamiento para que aparezca una nueva pregunta. Para dónde voy, qué quiero decir, cuál es la nueva idea, dónde está el vacío: el nuevo vacío, bancarse un poquito eso para ver qué es lo que viene como nueva necesidad”.

Y en ese camino no prefijado que es sendero hecho al andar, Astudillo fue tomada de la mano y tomó manos de otras mujeres. Quién sabe si para que el sendero fuera más ancho y sume a otras, más largo y todos lo vean, más profundo y deje una estela inmortal. “Este disco tiene impronta de mujeres de punta a punta. Los técnicos son los que he laburado en los otros discos, pero en la parte musical, son cinco arregladoras en ocho canciones mías.”

-¿Fue una decisión de tipo política, como parte del proyecto Cantautoras, la nueva canción argentina en manos y voces de mujeres, que compartiste con Teresa Parodi, Ines Bayala e Ivanna Spector?

-Fue circunstancial también. Con el proyecto Cantautoras gané el Premio del Fondo Nacional de las Artes. Con eso me embalé y dije: vamos por el disco, y gané las dos becas para creación y la finalización con esta línea: todas mujeres en todas las posiciones de la cancha. Yo entro y salgo de formaciones distintas y mi banda estable es mixta, pero me pareció súper interesante dar esos lugares no tan frecuentes en la producción.

Y cuenta una anécdota a modo de ejemplo sobre dónde están paradas las mujeres músicas. “Pido una fecha en un lugar para presentar este disco, y le cuento que somos 15. Y la persona que me va a dar la fecha me contesta: ‘¡Ay, 15! ¿Y los músicos?’ ¡Qué loco!”.



Lorena Astudillo
Presenta Peregrina, su nuevo disco. Viernes 11 de noviembre a la 21 en Rondeman Abasto, Lavalle 3177.