Esta es una charla sobre música. Un resumen de algo que fue más largo, y que podría haber seguido de no ser por el respeto a los tiempos estipulados que se manejan en este tipo de encuentros. Después de seis años, Los Pericos volvieron a los estudios de grabación para registrar Soundamérica, un disco que nace de sus permanentes giras y del sonido urbano que se rescata en las calles de las diferentes ciudades del continente que visitan.

Juanchi Baleirón, Ariel «Topo» Rainman, Guillermo «Willy» Valentinis, tres de los seis pericos (completan Diego «Chapa» Blanco, Gastón «Moreira» Goncalvez y Marcelo Blanco) se sentaron y disfrutaron del palique sobre su oficio y lo que representa para ellos, tras 30 años de tocar juntos. La conclusión podría ser que la música y la táctica futbolística son los tópicos que más generan apasionados debates.

–¿Qué sienten al volver a sacar un disco?

Topo: –Era lo que teníamos que hacer. Sacar un disco tiene un montón de cosas lindas. Las reacciones, los distintos análisis que se pueden dar.Teníamos la necesidad de verlo caminar, que tenga identidad propia.

Juanchi: –Cuando nos preguntaban por algo nuevo nos costaba, no era fácil. Ahora nos dejamos sorprender por las reacciones. Cuando sos una banda con muchos años es complicado estar mucho tiempo sin tener un disco porque hay presión. Pero, si lográs sacarlo y recibís buena onda, es revalidar el título de banda vigente. Es lo más lindo que te puede pasar en esta etapa.

Willy: –Decidimos componer entre todos los temas son del grupo, nos dijimos «seamos libres para opinar sobre las ideas del otro y las propias, sin tapujos». Nada nos apuraba. Teníamos un repertorio clásico que ocupa gran parte en el show, así que sentimos que hicimos las canciones que realmente queríamos. Sin darnos cuenta, empezamos una preproducción en la casa de Diego, el tecladista, que terminó siendo también el ingeniero de sonido y fue una gran grabación que duró dos años. Creo que llegamos a un muy buen punto, es muy difícil que no se pase de cocción, así que estamos felices con lo que quedó.

–¿Cómo se deciden los arreglos y cómo encuentran el sonido que quieren?

Topo: –Vamos probando y vas encontrando el sonido; dándole más o menos aire, más arreglos de vientos o guitarra. Es un gran proceso creativo, no solo a nivel estructural, no solo puliendo la letra, sino también a nivel sonoro. Por ejemplo, el tema «Inalcanzable» tiene una guitarra que, creo, fue lo último que grabamos, 15 días antes de terminar el disco. Había todo un arreglo árabe que volamos.

Juanchi: –Nos sorprendió porque apareció solo, metimos el slider con un sonido más Pericos, por llamarlo de alguna manera, como el que había en «Pupilas Lejanas» pero en otro tiempo y cadencia.

Willy: –El tema mismo te lo pedía, y de escucharlo tantas veces nos dimos cuenta. Creo que muestra nuestra madurez, y todos los temas son muy tocables en vivo, lo cual habla de lo que nos pasa. Queríamos algo nuevo para mostrar.

Juanchi: –Además, lo que agregamos, quedaba. Todo tenía un lugar y todo venía sonando de una forma, así que es mucho más fácil. No cuesta tomar decisiones cuando ya está todo planteado, te das cuenta mejor si le falta algo o no. Muchas veces los discos se suelen hacer de otra forma: se grababa y luego se mezclaba en tiempos diferentes. Pero hacerlo casi al mismo tiempo, como lo hicimos, ayuda a encontrar una sonoridad y hacer cambios. Te permite ser más flexible con ese material porque, si ya lo tenés grabado, no lo podés retocar demasiado en la mezcla. En cambio acá, era un constante ir y venir, todo estaba sujeto a cambios al momento que nos pareciera y como nos pareciera, lo que fue muy importante en la estética final.

–Eso lo logran también por la trayectoria, ¿son de mirar para atrás?

Topo: –A veces te pasa de decir “mirá todo lo que hicimos” o todo lo que nos pasó. En cualquier momento de la vida, de golpe estás recordando como cuando mirás una foto. Uno no se da cuenta a veces, pero te pasa que te dicen algo que te sorprende: “Che, me voy a México, ¿qué me recomendas?» Y sí, fuimos 40 veces y algo te puedo recomendar. Entonces, te das cuenta de que la música que hiciste te permitió hacer cosas como esas.

Willy: –Las culturas que hemos conocido, cómo crecimos juntos, es invalorable para nosotros, más allá de hacer lo que nos gusta.

Juanchi: –Creo que es un trabajo pasivo mantenerse juntos y haciendo lo que hacemos. Es la convivencia artística, humana, siempre poniendo como principal objetivo preservar la amistad, que fue por lo que empezamos. Es algo que no está escrito en ningún lado, pero después de haber pasado muchas situaciones, buenas, malas, o lo que sea, que son parte de la vida, aprendimos que lo más importante es seguir un camino juntos y divirtiéndonos. Todos crecemos, en nuestras familias, en nuestros gustos y proyectos. Sabemos que hay que respetar eso. No como una obligación, sino como algo que nace solo. Levantarte y sentirte Perico, y decir «soy esto».

Topo: –Hay que parar de vez en cuando y ver lo que tenés para no perder la perspectiva. A veces los malos y buenos momentos te pueden marear. Con los años te das cuenta de que los malos no son tan malos y que los buenos no son tan buenos. Nada es para siempre, ni lo jodido, ni lo flasheante; que dure lo que tenga que durar, hay que compartir conviviendo y siendo generoso con el de al lado. Eso se aprende en la ruta

–¿Y se piensa sobre lo que causan las canciones en la gente?

Willy: –Cuando escribís, sos fiel a vos mismo, pero una vez que lo sacás, se genera una relación distinta con lo que hiciste. Un ejemplo: cuando te dicen que tal canción los marcó, te das cuenta de que hiciste algo que afectó a otro. Y te das cuenta de que a vos te pasó con otras personas. Todos tenemos letras o un show que nos recuerda algo. Solo te viene a la cabeza si te lo dicen. Tuvimos suerte en eso de cambiar de estilo, jugárnosla y que la gente nos acompañe. Vos sabés lo que a vos te gusta, es muy difícil saber si eso va andar bien o no.

Topo: –Me pasa que me emociona mucho cuando a veces, alguien, a pesar de todos los quilombos que tiene, te cuenta que disfruta de lo que hacés. Nosotros tocamos porque nos gusta, pero de golpe te das cuenta de que a veces es realmente importante para ciertos aspectos de las personas que te escuchan. Entiendo el rol social que tiene la música. Y a veces también, si te dicen que tocan la batería por vos, te sorprende porque la intención no era esa, pero si pasa, mejor.

Juanchi: –Inspirar a hacer algo a otro es de lo más lindo que te pueden decir. Una vez un pibe me dijo: “Cuando ustedes siguieron después de que se fue Bahiano, me ayudó a salir de un quilombo parecido”. Le gustó la actitud de «vamos igual», como que le mostramos que hay que seguir para adelante pase lo que pase. Cuando te lo cuentan es mucho más que un piropo para una canción, te paga más.

Topo: –Hacemos lo que nos gusta y sin pensar en todo eso que puede llegar a generar. Porque, si fuera así, que hay que pensarlo, no funcionaría como lo hace.«

El recuerdo de un amigo

En 2013 Horacio Avendaño, saxofonista de Los Pericos desde sus inicios en 1986, falleció a los 52 años tras luchar contra un cáncer. “Fue un golpe duro, y de hecho no tocamos con saxo desde entonces. Inconscientemente, como para no escuchar ese sonido”, reconocen quienes fueron sus compañeros de ruta. Recién ahora el grupo reincorporará ese instrumento a la sección de vientos para acompañar a la trompeta y al trombón.

Los Pericos sienten que con este disco cierran un círculo; se lo dedican a su amigo. “Nuestro recuerdo es constante. Lo terminamos el día de su cumpleaños, y no fue una casualidad, creemos. Nos dimos cuenta de que era nuestro regalo para él.

La verdad es que está siempre con nosotros, nos hacía reír mucho y ese humor quedó en el aire”, confiesan.

El arte de la tapa es un sténcil tan colorido como gigante que está en una de las paredes de la casa de Horacio. «Se nos ocurrió como homenaje, pero también porque representa lo que él era para nosotros. Hablamos con su mujer y ahí está», revelan.

Sonar en «la catedral»

Soundamérica, el nuevo disco de Los Pericos tiene 13 canciones. Llegar a ellas fue un proceso de tres años que surgió de una zapada “sin ataduras”, según cuenta. La idea como grupo era «que nada estuviera por estar». «Por ejemplo, Marcelo tocó ollas y botellitas, no para hacerse el loco, sino porque buscaba un sonido que había escuchado en un disco de Michael Jackson», dice El Topo.

En Nashville grabaron los vientos, Juanchi trabajó con Mavi Díaz como coach vocal para su performance (algo «inspirador y motivador», según sus palabras) y la masterización la hicieron dos ingenieros de Abbey Road; «la catedral», reconocen los propios Pericos quienes quedaron encantados por tener este golpe de calidad para terminar el disco. “Era loco pensar que nuestra música estaba sonando ahí donde tocaron todos los más grandes”, reconoce el baterista. «Para trabajar ahí tenés que ser capo, y eso se notaba porque todo lo que mandaban era genial», dicen.

“Hoy en día la tecnología te permite tener un concepto único, que no sea un día de mezcla, sino que sea un gran mix general. Que un día digas ‘a esto le falta un estribillo, a esto le sobra tal parte’. La verdad es que esa posibilidad te da un gran arma creativa”, reconoce Willy sobre las jornadas en estudio.