Como si pasara un tren, la obra escrita y dirigida por Lorena Romanin que se convirtió en un éxito de público y crítica, ya transita su cuarta temporada con tres funciones semanales los viernes y sábados en El Camarín de las Musas. La pieza cuenta cómo cambia la relación de una madre y su hijo que viven en un pueblo de provincia a partir de la llegada inesperada de una prima nacida y criada en la gran ciudad.

“No es autobiográfica ni nada parecido, pero entre que la escribí y se estrenó fui mamá: creo que por eso la escribí”, cuenta Romanin sobre la génesis de la obra que le cambió la vida artística al mismo tiempo que su hija le cambió la vida toda. “Aunque se trata de la madre de un hijo con cierto retraso madurativo, el miedo va más allá de la condición del chico. Lo que le pasa a ella nos pasa a todas las madres más allá de esa situación específica”, agrega. 

Romanin optó por una estructura sencilla, pero efectiva: dos personajes a los que la aparición de un tercero lleva a una nueva realidad. “Fue algo bastante intuitivo –reconoce–. Necesitaba alguien que rompiera ese status quo, y se me ocurrió la aparición de la prima adolescente”, revela.  

El conocimiento de esas situaciones por las que transita una mujer convertida en madre no le hizo olvidar a Romanin las otras mujeres que fue en su vida, en especial a la adolescente. “Es una etapa que una entiende porque siempre está muy reciente”, explica la autora. 

La guionista y directora destaca que es esencial en la obra “el pivoteo entre la diferencia de edades y de orígenes: “Por eso la puede venir a ver una adolescente que se identifica mucho con la chica y gente grande o muy grande que se identifica más con la madre. Pero también hay una polaridad entre la Capital y los pueblos y ciudades del interior, y el lugar que se ocupa en la relación. Todo eso hace que la obra llegue a un público amplio.”

Pese a la sólida trayectoria de Como si pasara un tren, Romanin asegura que los nervios son los mismos que los de la primera temporada. “Siempre esperás lo mejor, pero no deja de ser una sorpresa lo que pasa con lo que uno hace. Lo mismo le debe pasar a un carpintero, supongo. La verdad es que tuvimos suerte. Casi nos bajan en la segunda temporada y de repente nos hicieron una buena crítica y se empezó a correr la bola. Fue muy loco”, confiesa.

En cuanto a su relación casi cotidiana con la obra, explica: “Voy a casi todas la funciones y les hago devoluciones a los actores. Al principio, cuando empezaron a aparecer las críticas buenas, me decían: mirá esta crítica, y aportaban en ese sentido. Pero después se fue equilibrando, para que la obra tuviera decisiones que ellos tomaban, pero también para que estuviera cerca de la idea original. Ellos ahora conocen a los personajes más que yo y eso le dio más vitalidad a la obra.” 

La omisión de la familia Coleman –de Claudio Tolcachir– es un éxito muy visible en la escena teatral argentina y trata de una familia disfuncional. Algunos dramaturgos y teatristas se inclinaron por una estructura y tono similar como estrategia para el éxito. Más allá de alguna polémica, el recorrido de Romanin es diferente. “Siempre escribo sobre cuestiones más de minorías –destaca sin que suene a defensa–. Como lo hice en Julieta y Julieta; me interesa dónde aparecen las diferencias. Por eso en esta obra el personaje del hijo tiene esa cosa más aniñada. La familia Coleman fue un éxito y por ahí se cree que se escribe desde ahí. Pero es precisamente al revés: eso ya está hecho, hay que escribir otra cosa.”

Como si pasara un tren. Viernes a las 22 y sábados a las 20 y 22 en el Camarín de las Musas (Mario Bravo 960). «