Hace casi 40 años, la Argentina recuperaba la soberanía de las Islas Malvinas y Gran Bretaña optaba por enviar una de las flotas navales más grandes del planeta y desatar una guerra en la que también contó con el apoyo de la Otan. El conflicto disparó graves consecuencias y algunas curiosidades. Una de estas últimas alteró quizás para siempre los consumos culturales de nuestro país. La dictadura cívico-militar que tomó el poder en el ’76 había ninguneado y perseguido a buena parte de la cultura rock local y sus protagonistas. Pero como consecuencia de la guerra, decidió prohibir la emisión de música cantada en inglés en radios y televisión, lo que paradójicamente le dio a nuestro rock una difusión que jamás había logrado.

Después del 2 de abril de 1982, figuras como Piero, León Gieco, Litto Nebbia, Miguel Cantilo y Raul Porchetto, entre otros, fueron “perdonados” por las autoridades militares. Con el rock argentino en pleno auge, el gobierno de facto encabezado por Leopoldo Fortunato Galtieri organizó el Festival de la Solidaridad Latinoamericana, el cual se realizó el 16 de mayo de 1982 en la cancha de hockey del club Obras Sanitarias (ubicado exactamente al lado del estadio cerrado donde se celebraban conciertos habitualmente). El evento reunió a más de 15 mil personas que presenciaron los shows de Luis Alberto Spinetta, Charly García, Dulces 16, Rubén Rada, Ricardo Soulé y el ex Almendra Edelmiro Molinari, Litto Nebbia, Pedro y Pablo, Rubén Rada, Nito Mestre, Antonio Tarragó Ros, David Lebón, Raúl Porchetto, León Gieco y el Dúo Fantasía. Ni más ni menos que la plana mayor del rock y afines de aquellos años.

Los músicos actuaron de buena fe, con la voluntad de ayudar en la difícil situación que vivía el país. Pero dos bandas jóvenes tenían otra mirada de la situación y se destacaron por rechazar la convocatoria. Fueron Virus (la banda de los hermanos Moura, quienes habían sufrido el secuestro y desaparición de Jorge, su hermano mayor) y Los Violadores, quienes cuestionaron fuerte y alto a todos los que participaron en el festival, acusándolos incluso de colaboracionistas.

“El clima de la época del festival era bastante pesado porque era parte de un proceso muy largo. Ya cuando estaba en la escuela secundaria a poco de comenzar el golpe, todo era muy represivo y eso se profundizó durante los años que vinieron. Algo que experimentamos en carne propia cuando el 8 de marzo de 1977 se llevaron a Jorge, mi hermano, en nuestra casa de City Bell”, relata Marcelo Moura, parte vital de Virus, la banda que encabezó la renovación del rock argentino de aquellos años.

El Festival de la Solidaridad Latinoamericana supuestamente tenía como objetivo recaudar fondos para los soldados que peleaban por la soberanía argentina en las islas.

“La desaparición de mi hermano pesó muchísimo en nosotros porque sabíamos que todo el festival era una farsa, pero más allá de eso, intuíamos que todo sería una gran inmoralidad. Estaba hecho por un gobierno que hacía desaparecer a personas, que en lugar de ofrecerles un juicio justo los secuestraba y los tiraba al mar. Nosotros no queríamos ser parte de todo lo nefasto que sucedía con los militares”, puntualiza Moura.

En su momento la banda no midió los riesgos de su decisión: “En Virus nosotros nunca pensamos en las consecuencias que traería no participar del Festival de la Solidaridad. Creo que si pensás en lo que pueden generar tus actos, directamente te limitás; si especulás con lo que vas a decir o hacer, estás distorsionando tus intenciones. La decisión de no estar no fue algo que se charló mucho, sencillamente porque todos estábamos de acuerdo”.

Pero las consecuencias no tardaron en llegar. “Cuando respondimos que no íbamos a participar del festival nos sacaron de la radio inmediatamente y empezamos a recibir amenazas de muerte”, revela. Y agrega: “Los que nos amenazaron fueron los mismos que torturaron y tiraron al río a mi hermano, no fueron unos tipos cualquiera. En definitiva, no íbamos a participar de algo junto con ellos. Era algo ya cerrado y decidido”.

El cantante, guitarrista y tecladista reflexiona sobre la decisión de participar que tomaron muchos colegas. “Yo creo que todos los que fueron parte del festival lo hicieron porque creían en que las donaciones llegarían a destino –destaca–. De todas maneras, nosotros jamás nos vimos como los héroes de ese tiempo ni nada parecido. La inmoralidad de quienes estaban detrás del evento no invalida a quienes aportaron lo suyo”.

El destino de lo recaudado en Festival de la Solidaridad Latinoamericana siempre fue un misterio y poco o nada llegó a Malvinas. “Cuando nos llamaron para ser parte de la fecha, la respuesta exacta que dimos fue: ‘No vamos a participar porque sabemos que todo lo que se junte irá a parar a la quinta de algún militar’. Es que conocíamos la moral de esa gente y por eso dijimos eso. No podíamos decir que no tocábamos y listo, por eso respondimos de esa forma, sin pensar en lo que vendría más tarde”.

Marcelo Moura sostiene que lo del grupo no fue un acto de valentía ni nada parecido: “La palabra esa (piensa), valentía… me queda grande. Simplemente, teníamos como grupo la convicción de cómo manejarnos en la vida sosteniendo nuestros códigos. No me parece que no haber participado del Festival de la Solidaridad haya sido algo valiente, pero sí fue un gesto de dignidad y de ética”, concluye.  «