Primero fue deportista, luego comentarista, más tarde monologuista y ahora llegó la actuación. La realidad de Sergio “Maravilla” Martínez está lejos del deporte profesional y competitivo, pero mucho más lejos se encuentra de la quietud de los que colgaron los guantes. Por estos días, el ex campeón del mundo experimenta una sensación muy diferente a la de los combates estelares que lo tenían como protagonista.

Hoy la adrenalina del púgil le da lugar a un estreno cinematográfico en formato de western. Se trata de Pistolero, el nuevo film de Nicolás Galvagno (donde comparte cartel junto a Lautaro Delgado, Diego Cremonesi, Juan Palomino y María Abadi) donde resalta como un coprotagonista central.

En la historia, ubicada en los años 60 durante el gobierno de facto de Juan Carlos Onganía, un pistolero asola el interior rural de una provincia del país robando bancos, financieras y antros dudosos, pero también se gana el favor de muchos lugareños que lo consideran un Robin Hood criollo. Ahí “Maravilla” es Claudio Mendoza, el hermano del salvaje pistolero con el que forman un equipo socialmente temible.

Afincado en España desde hace casi 18 años, al ex campeón de los medianos se lo escucha más que dispuesto a la hora de hablar sobre su nuevo rol en el mundo del cine, y especialmente a todo lo que rodeó esta experiencia, a la que no duda en llamar como “fantástica”. “Estoy muy contento con el estreno de Pistolero. En el Bafici tuvimos muy buenas críticas y eso se dio gracias a todo el equipo con el que se hizo la película. El esfuerzo fue titánico y cuesta arriba, pero finalmente llegamos al momento del estreno para que la gente pueda ver el trabajo de todo un grupo grande de gente maravilloso y espectacular. Conocí en el film gente muy trabajadora y a un director como Nico Galvaño que se esforzó como pocos para que todo esto llegase a buen puerto. Estoy muy orgulloso de haber estado ahí, sin dudas”, aclara antes de meterse en las particularidades que lo llevaron a interpretar en pantalla su controvertido personaje.

Antes de dar su conformidad al proyecto que hoy representa su primer papel en serio en el cine, “Maravilla” estaba haciendo su rutina de stand up en pleno centro de Madrid. “Acá hago un show de monólogos al que llamamos Argentinos Humildes. En eso estaba cuando después de 20 años de boxeo me enteré de esta propuesta. Es la segunda vez que hago cine pero la primera vez en un rol tan importante. Siempre pienso que por algo pasan las cosas, porque creo que todo lo que hice a nivel stand up me sirvió para hacer esta película. Ojalá que este tipo de experiencias se repitan, que haya más porque es increíble y no me hubiese esperado jamás el pasar tan buenos momentos, y también estar tan concentrado con el trabajando duro. Ojalá la crítica pueda ver en mi un trabajo bien hecho, porque para mí fue una de las mejores cosas que me pasaron en la vida”.

Meterse en la piel de Claudio Mendoza, un bandido rural de amplio curriculum que al comenzar el film sale en libertad para seguir con su raid violento, requirió de una serie de cambios a los que Martínez no dudo un segundo en acatar. “El director antes de la filmación me pidió una serie de cosas, y una de ellas era que tenía que cambiar mi aspecto. Nicolás fue directo y me dijo que no quería un atleta, ni galán ni un a un tipo prolijo. “Quiero un delincuente, un bandido rural de los años 60 porque esto es un western. Vas a tener que subir entre 8 y 10 kilos, dejate crecer el pelo y la barba”. Enseguida me gustó porque nunca había hecho eso, aunque en realidad se me fue la mano porque subí unos 23 kilos, pero me vino bien. Me cruzaba con gente que me conocía de toda la vida y que no me conocían cuando me encontraban. De esa forma fue que me transformé en la persona que verán en pantalla”,

Continuando con el análisis de su rol en Pistolero, enseguida admite no tener nada en común con Claudio Mendoza. “Se trata de alguien muy diferente a mí. Es un tipo arrebatado e impulsivo, pero justamente me encantó por eso. Es un tipo que vive el instante y el momento. Claudio es así y no le importa si está en un tiroteo o si una hora más tarde estará con una mujer en un burdel. No le interesa las consecuencias sino vivir el aquí y ahora”.

Más allá de sus múltiples tareas, “Maravilla” dice sentirse todavía un boxeador hecho y derecho. Y aclara que no se siente un ex púgil. “Me siento activo y creo que voy a ser un boxeador hasta el último día de mi vida. Me di cuenta que no puedo dejar el boxeo, aunque otra cosa es dejar de competir profesionalmente. El boxeo no se puede dejar y estoy convencido de eso, algo en lo que coincidí con otros ex campeones. Digamos que es la competencia la que termina dejándolo a uno”, concluye.

Pistolero. Un film de Nicolás Galvagno. Actúan: Lautaro Delgado, Diego Cremonesi, Juan Palomino, María Abadi y Sergio “Maravilla” Martínez. En cines.