El martes 1 de septiembre en Cine.Ar TV y Cine.Ar Play se estrena Ínsula, la película de María Onis que escribió junto a Laura Amdan. Ella cineasta y ella antropóloga, armaron una historia sobre una estudiante de antropología y su compañero, estudiante de cine, que quieren hacer un documental sobre la comunidad wichí en la Argentina.

“La verdad es que no la conocía más que como nombre, no tenía ningún conocimiento; un poco fui conociendo a la comunidad por las chicas -cuenta María Soldi, la protagonista femenina de la película-. Se filmó como en dos partes: primero todo lo ficcional -que había partes que ocurrían en la comunidad- y después se dejó el viaje a Salta para cuando pudiéramos, que básicamente era cuando hubiera plata. Yo tenía una fantasía alrededor de ese viaje, sobre todo porque estaba dentro de una ficción y yo había entrado por ahí y había construido cierta ficción sobre esta comunidad, que al llegar fue una realidad totalmente diferente.

-¿Por qué?

-Es que una imagina y la realidad se impone. Hubo algunas cosas que tuvimos que abandonar, por lo menos en mi caso, que me encontré con una comunidad totalmente diferente a lo que me había imaginado. Las chicas habían ido ahí cinco años atrás y había cambiado muchísimo… Fue como un poco triste. Y medio impactante. Una llega de la ciudad con la idea de la comunidad como una cosa medio romántica, viven ahí alejados de todos y te imaginás que están conectados con la tierra en un flash mucho más místico. Y fue todo mucho más difícil. Un clima muy seco, no había una gota de agua, la forma en la que vivían era como muy triste; la aridez estaba como en el aire. Son cosas que necesitan mucho tiempo para llegar a profundizar; una va un poco con la soberbia de que va a filmar una película, que pretende que ocurra todo lo que imaginás.  Y la verdad es que la realidad nos pegó una trompada. No es lo que esperás, es lo que el lugar y  las personas te propongan, y ante todo un respeto al espacio. Y después ves cómo podés generar algo. Eso es lo que sentí. Y me pareció muy fuerte, porque un poco en ese viaje se me reveló la película: estamos haciendo lo que está ficcionado; hay algo de lo que está ocurriendo que es la ficción -lo que ya escribieron las chicas-, algo de esta incomodidad. Mi personaje, que cree que entiende a las personas y sabe por dónde entrarles, no entiende nada, ellos tienen un tiempo diferente y no es tan sencillo;  los que mandan son ellos y no hay guión, ni ficción, ni producción que pueda forzar eso. Además era una producción muy chiquitita: dormíamos en carpa, no teníamos agua para bañarnos, íbamos al baño en el medio del campo; todo muy precario. Y encima con la idea de hacer ficción (ríe). No es que nos fuimos un mes a relajarnos, esperar que ocurra algo y ahí empezar a tener una relación con la comunidad. No fue fácil, a mí me resultó un poco angustiante: lo que se ve de afuera y estar ahí es otra cosa.

En este casi soliloquio Soldi hace una síntesis conceptual y emotiva del film, que precisamente refleja esa contradicción entre quien mira y quien es mirado, las dificultades tremendas que siempre tiene hablar del otro y, en ese mismo acto/ juego, plantear una profunda reflexión sobre las pretensiones interpretativas de la propia percepción. Y más aún si de cine se trata, cuya razón de ser se define en su capacidad de ver lo que no se muestra fácil y mostrarlo a otros.

“Lo ficcionado nosotros podíamos armarlo, desarmarlo, volver a filmar. Pero todo lo que fue más documental fue como la alquimia, no se podía mucho meter mano: tenés nuestra experiencia, nuestra historia, en el caso de las chicas esta conexión con la comunidad, una actriz y un actor que tienen una interpretación y están siendo interpelados por esta situación; entonces en un momento se generó como un autonomía. Y de repente Ariel, que hacía cámara, veía cosas y filmaba. En un momento yo estoy haciendo yoga -una tarde que era más o menos posible hacer algo de tanto calor- y después lo vi en la película. Hubo varias cosas así. Y eso me parece que también es muy interesante; soy partidaria más de ir por ese lugar y no ser tan pedante y creer que uno llega a un lugar y te van a dar lo que vos creés o querés.”

El relato de Soldi refuerza el sentido de Ínsula (que además de una accidente geográfico y ser parte de la historia de Don Quijote es el nombre de una parte del cerebro relacionado con la toma de decisiones, el procesamiento emocional y la atención) y lo amplía hacia todo lo que conforma el campo del cine (se puede decir hasta del arte): cómo acercarse a aquello que se quiere exponer sin afectarlo o haciéndolo de manera tal de no desvirtuarlo. Acaso por eso nada mejor que el Bafici para su primera exhibición, cosa que ocurrió en la edición 2019. “Había mucho mundillo de la antropología y estaban flasheados. Yo lo veo más como actriz y un poco más inconsciente: para mí la película se fue armando más sobre la marcha; era demasiado intelectual. Mi herramienta para entrar ahí era la de la actriz, la interpretación, no es que formule una mirada o una posición sobre el tema, sino que fue un poco entregarme a este experimento”.

Ahora, la película pensada para una sala de cine se verá por streaming o en un televisor. “Me estoy amigando bastante con esa idea -ríe- al principio no lo concebía mucho. Sobre todo en películas que están pensadas para el cine, y me da un poco de pena que haya cosas que se pierdan por los formatos. Pero también me parece que está buenísimo el alcance por streaming. Así es un estreno más popular y federal, está buenísimo.”


Ínsula, de María Onis. Guión: Laura Amdan y María Onis. Con María Soldi, Francisco Benvenuti y Comunidad El traslado. Estreno 1 de septiembre a las 00 y a las 04 por Cine.Ar TV. También disponible en Cine.Ar Play.