Hay una confianza entre ellos que es notoria. Se conocen hace años. Se cruzaron por primera vez en unas escenas en Gasoleros, uno de los primeros grandes éxitos de la Polka, productora que los catapultó a la fama. Fueron creciendo a la par, compartían salidas y aventuras varias (entre otros beneficios de la exposición) y cada uno fue haciendo camino en distintas tiras televisivas. Hasta que en 2002, en la pantalla de El Trece, la química entre ellos traspasó la pantalla: Nicolás Cabré y Mariano Martínez encarnaron en Son amores a los sobrinos del árbitro Roberto Sánchez (interpretado por Miguel Ángel Rodríguez) y pasaron los 25 puntos de rating de promedio. Dos temporadas en las que fueron los hermanos Marquesi, jugadores de All Boys, le bastaron para ser recordados por ser una dupla explosiva. Repitieron en 2011 en Los únicos, haciendo de detectives, y luego cada uno siguió por su lado.

Los años pasaron y hoy se vuelven a juntar. Pero de una manera diferente: Cabré debuta como director al frente de una adaptación de una comedia que fue éxito en el circuito londinense, llamada Tom, Dick & Harry. La protagoniza Martínez, acompañado por Mercedes Oviedo, “Bicho” Gómez, Yayo Guridi y María Valenzuela, entre otros. Es una comedia simple, de enredos, ideal para su registro actoral. La trama se desarrolla a partir de un matrimonio joven que  quiere adoptar un bebé y sus dos hermanos, ansiosos por ayudarlos a causar una buena impresión, terminan complicando el trámite, justo cuando la casa y estilo de vida de los futuros padres están bajo la lupa.

Ambos aseguran que el reencuentro se dio naturalmente. Se juntaron a charlar de la vida, Cabré le propuso que leyera una obra, Martínez averiguó quién tenía los derechos y resultó ser el productor de la obra que Cabré estaba haciendo. “Es una comedia redonda, justo lo que buscábamos, así que acá estamos” comenta Cabré. “Había que hacerla” agrega su compañero.

-¿Cómo fue el reencuentro laboral luego de tantos años?

N. C.: –Fue muy natural, nunca pensamos proyectos juntos, si no que se fueron dando. En este caso veníamos hablando y apareció. Se la pasé y listo. Cuando todo se dio, nos pusimos a hacerla. Nos conocemos desde hace mucho y sabemos cómo sacar lo mejor de cada uno. Yo ahora desde otro lado, pero lo miro y sé que está pensando, para qué lado va  arrancar, eso me ayuda en mi nuevo rol.

M. M.: –La verdad que sí, nos conocemos hace mucho y jugamos de memoria. Había escenas en las que nos íbamos al carajo, pero siempre había una idea, nos dábamos cuenta para qué lado ir. Hace rato que estaba buscando hacer comedia. Era un género que tenía muchas ganas de trabajar, cuando Nico me la pasó, ya estaba convencido.

-¿La comedia es el territorio donde ustedes se sienten más cómodos?

M. M.: –Tenía ganas de hacer algo para divertir, para divertirme. Tenemos cuerda para hacer algo juntos, después de tantos años y laburos. En mi caso, la pandemia me afectó, estuve un tiempo sin hacer nada, unas pelis y no mucho más. Fueron años que sentí que se paró bastante mi carrera, y a veces decir que no en el contexto actual del país es difícil. Pero no quería hacer cualquier cosa. Por suerte se dio esta oportunidad. El imaginario popular cree que con la fama o ser una cara conocida ya se te solucionó la vida. Pero no es así.

–¿Es difícil manejar la carrera y la fama?

N. C.: –Sé que tengo el privilegio de hacer lo que me gusta. Tuve la lucidez y la educación que me dieron mis viejos  para saber que esto no es para siempre, nada lo es. Yo ahora trato de administrar el tiempo, priorizando diferente a como lo hacía antes. Uno piensa por qué haría algo, para qué, si me sirve o si me complica la vida. Decidí no vivir corriendo detrás de algo que no sé qué es. En una carrera como esta hacer, hacer y hacer muchas veces no es lo mejor. Porque la vida es muy corta. Hay que buscar el equilibro, entrar en la vorágine te da adrenalina, pero no me gustaría perderme cosas. Nunca entré en el ritmo de querer ganar plata para cambiar el auto todos los años, sino que hice todo para disfrutar, y poder tener el tiempo de pensar en qué lugar quería estar.

M. M.: –Ahora con él siempre hablamos de lo que fue el camino, nos damos cuenta que lo importante es el aprendizaje. Tengo muy buenos recuerdos de esos años laburados, el éxito, las cosas que hacíamos para divertirnos siendo más pendejos, tratábamos de pasarla bien, sin lastimar a nadie. Nos manejamos lo mejor posible, hasta llegar hoy a una etapa donde charlamos más de los hijos y la casa que de otra cosa (risas).

Foto: Prensa

–La nueva masculinidad de los galanes.

N. C.: –No sé bien qué es eso, pero bueno. La paternidad de hoy es distinta, de eso habla la obra también.  Y en cuanto al rol del hombre en general, somos parte de esos cambios que se notan y se ven a diario. No soy un opinólogo, pero es verdad que antes los personajes y las historias se permitían decir cosas que hoy sabemos que no dan. Hay capítulos de Los únicos o de Sin códigos que tenían chistes o situaciones que hoy ni se nos ocurren. Vamos aprendiendo y los personajes se van adaptando, creo.

M. M.: –Los cambios sociales se van metiendo también en las historias. Desde la mirada de hoy,  vemos qué era lo que estaba mal, desubicado o no era tan bueno. Para mí es para mejor, porque además te das cuenta de lo negativo o lo positivo que se puede transmitir desde nuestro lugar.

–¿Les molesta que algunos cuestionen la calidad de un material por ser más comercial?

M. M.: –No, cada uno hace lo que le parece. El fin de la obra es que sea un entretenimiento. Es una linda historia para venir a reírse, no veo nada negativo en eso.

N. C.: –La idea es que la gente se olvide por un rato los problemas personales, me parece que eso es lo que mejor describe la intención de esta historia. Meter rápidamente al espectador en lo que le pasa a estos personajes, que se genere esa identificación de reconocer la situación o algún elemento que te haga acordar a alguien o algo que te pasó, para pasar un buen rato y tener un lindo recuerdo. Para algunos será simplista, pero tampoco me voy a creer más de lo que soy  y cometer el error de quererme hacer él no sé qué, para tratar de buscar un prestigio, que sería impostado porque en realidad no es algo que me interese. Solo quiero que se diviertan. No me creo más de lo que soy, no considero que tengo una función mayor que hacerte reír. No me embandero en nada.

–¿El teatro no es político?

N. C.: –No me interesa demasiado analizar eso, te digo sinceramente, cada uno le da la mirada que quiere. Yo trato de que le guste a todo tipo de gente, que lo que pasa en el escenario genere algo al que está sentado en la platea, sin importar raza, color o postura. No me interesa. Me gusta esta comedia y trabajamos para dar lo mejor para que sea la más divertida de todas. Para mí la política se queda en la vereda. En lo personal nunca opino, soy de los que considera que es un terreno que todo lo ensucia y quizás creo que acá estamos para otra cosa. Respeto al que piensa distinto, pero yo me enfoco en que mi trabajo tenga el objetivo de entretener, no veo nada de malo en eso, como dijo Mariano.

M. M.: –El que quiera puede buscar analizar o hacer esas lecturas, de qué postura tiene cada texto. Para nosotros, en este caso, lo importante es que se diviertan: cada uno vive como quiere, y hay materiales que tienen más desarrollados estos aspectos sociales, mientras que otros se enfocan más en lo humano y en lo gracioso que puede ser que un hermano que quiere ayudarte  y te termina complicando la vida sin darse cuenta y sin mala intención. Como estoy posicionado políticamente no creo que aporte mucho, pero bueno, quizás eso depende de la formación y la vida de cada uno.

N. C.: –Yo prefiero trabajar a hablar. Las opiniones son relativas. No sos ni tan bueno ni tan malo como te dicen que sos. No sos especial porque la gente te conoce. Salir en tele o hacer una película es un trabajo que uno elige pero no te convierte en alguien distinto al que tiene un negocio o es empleado. Yo voy de viaje a España y en la calle no me conoce nadie.  Entonces, es medio ridículo pensar que soy el más lindo del mundo o el mejor actor que todos y todos me deben venerar o escuchar lo que opino. Si hago eso soy un estúpido. Es obvio que la exposición te infla y en muchas ocasiones me ayudó. Pero lo importante es tener continuidad laboral y mantener el privilegio de vivir de lo que te gusta, algo que no le pasa a la mayoría.


Tom, Dick and Harry

Con Mariano Martínez, Bicho Gómez, Yayo Guridi, Mercedes Oviedo y María Valenzuela, entre otros. Dirección: Nicolás Cabré. De miércoles a viernes a las 21, sábados a las 20:30 y 22:30, y domingos 20:30. Multiteatro Comafi, Av. Corrientes 1283.


El momento y la oportunidad

Muchas veces la salida de la zona de confort es por casualidad o un cúmulo de situaciones que llevan a buscar nuevos estímulos. Así lo sintió Nicolás Cabré, que debuta como director en esta obra: “Nunca lo tuve como meta. Siempre fui de preguntar e indagar el porqué de cada decisión o sugerencia, para ver cómo resolver cada escena. Es fundamental para esta primera experiencia que esté Mariano actuando, por esto de conocerse, de tener la confianza. Pero todos le pusieron onda, me escucharon, me dieron apoyo. No contaba con una estructura, sólo tenía en la cabeza lo que sería ideal para los ensayos y cuando tuvimos los primeros encuentros me sorprendí de lo bien que se laburó y la atención que me prestaban, siendo que todos tienen mucha cancha y yo estaba en un nuevo rol. Ellos me dieron confianza.  Me dieron un empujón para que me pudiera creer que podía hacerlo.”

Martínez bancó a su amigo. “Lo hace como si lo hiciese de toda la vida, te da seguridad porque sabe lo que quiere. Eso te ayuda a ser mejor. No sé, pero me parece que le gusta más dirigir que actuar, pero no se anima a decirlo directamente”, bromea Martínez.


La fama y las incomodidades
La exposición no es fácil y mucho menos transitarla de joven. Cabré no dio entrevistas por mucho tiempo, algo que de a poco fue cambiando: “Comprendí que muchas veces me equivoqué al enfrentarme con el periodismo o al divertirme peleándolos. Hay cosas que uno no quería hablar o mostrar, pero bueno, son cosas que quizás uno tiene que saber manejar. Ahora estamos más grandes, es otra la situación. Por ejemplo, hoy tengo Instagram por mi hija, porque es parte de su vida o la manera de comunicar de su generación, pero si fuera por mí no tendría”. Martínez tiene claro que en muchas ocasiones son inevitables las polémicas en el medio, “pero a veces hay malicia o saña con algunos más que otros y duele. Hay que tratar de no engancharse, aunque sea difícil”.

De hecho, en algún momento se habló de una pelea entre ellos. “Nada que ver, es medio una relación de hermanos que tenemos: pasábamos muchas horas juntos, entonces a veces te calentabas o puteabas por algo, pero eran cosas del momento. Hoy nos toca reírnos de eso. Porque si hubiese sido verdad no creo que estaríamos haciendo algo juntos”, asegura Martínez.