Cuando se habla de actuación, la pasión aparece inmediatamente en la voz de Carola Reyna. Detrás del teléfono, explica a Tiempo cuánto se divierte con Andrea, el personaje que interpreta en la exitosa tira Educando a Nina, que se emite de lunes a jueves a las 21:45 por Telefe. «Ella me encantó desde un principio. Toda la novela me encantó, y esta ex modelo me causa mucha gracia», afirma. «Lo bueno de esta producción es que todos tenemos un personaje que nos divierte. Todos estamos metidos en un mambo divertido. Cuando pasa eso está bueno porque sirve para que todo el mundo esté interesado en lo que está haciendo». 

Andrea es la esposa «gastadora» y ex modelo de Manuel (Juan Leyrado). “Al personaje le agregamos un condimento porque no se entendía mucho hacia dónde iba. Le inventamos que era manequen para que tenga dónde asentar un pie”, cuenta la actriz. “Con la práctica y el correr de la tira, se define el papel y empiezan a aparecer: la manera de hablar, la manera de moverse o de vestirse. Una vez un actor me dijo que a las telenovelas tenía que ir neutra y ver qué hacían los otros porque es ahí donde se arma el código”, explica.

–¿De qué te valés para armar cada personaje?

–No tengo una fórmula. Hay disparadores, en este caso que Andrea sea una ex manequen me sirvió a mí para que sea disparador desde lo físico en lo exterior pero también en el interior. Hay personajes más físicos y personajes más internos. Creo que en cada proyecto hay que buscar a dónde te lleva la historia, es decir, en esta paleta de colores, qué tono soy yo. Me gusta buscar dentro del todo porque tengo absoluta noción de la totalidad. 

–¿Cuándo sentís que está afianzado el personaje?

–En teatro esperás que eso ya te pase en el estreno porque después se afianza y se pule, y hasta puede incluso estallar como una flor en primavera durante las funciones. Pero para el estreno tenés que presentar como un figurín más parecido al vestido. El teatro tiene una sensación de parto, y que lo tenés que parir en tal fecha. En la telenovela es todo el tiempo prueba y error, al principio lo único que escuchás es “no me sale”, “no va por ahí”, “no me gusta”… Siempre con la sensación de que no está apareciendo como querés que aparezca, pero de repente viene un compañero con quien fluyó algo y apareció un tono y se afianza con los otros compañeros y los otros vínculos. En las tiras hay un momento en el que ya está y podés hacer lo que quieras. Tenés que estar atento a que no se desvirtúe luego de tantas repeticiones. 

–¿Qué te interesa de la comedia como género?

–Me encanta. Siempre me gustó y me pareció muy serio hacer reír. Soy consciente de que en el teatro también me gustan mucho los personajes dramáticos que de tanto drama se tornan cómicos. Me gusta mucho trabajar en esa cornisa. Me encanta la exploración desde el humor y sobre todo me encanta contar buenas historias. «

Complejidades de la tevé

«Siempre hubo buena y mala televisión. Cuando empecé a laburar había cierta rigidez y una relación más distante entre el director y los actores, sobre todo porque la estrella era el director. Tele cuidada y olvidada del rating, había mucha cuando empecé. Y también había programas mamarracho. Creo que al margen del rating y el no rating, hay cosas geniales desde hace años, unitarios buenísimos que lo hacen las pequeñas productoras o de Undergroung o Pol-ka, pero es difícil a veces mantenerlos. En este país tenemos un nivel artístico maravilloso dentro de la televisión», afirma.