Francisco Meritello y Rosario Lufrano son las flamantes autoridades de los medios estatales. En recientes declaraciones sobre el futuro y la visión de las radios, la TV y la agencia de noticias en poder del gobierno nacional destacaron un problema central para terminar de organizar la nueva gestión: una docena de gerentes designados por el gobierno de Cambiemos bajo el mandato de Hernán Lombardi se niegan a renunciar a sus cargos.

Este tipo de problemas se reitera ante los cambios de administración de distintos organismos y empresas estatales que acompañan los traspasos de mando en el Poder Ejecutivo. De Cristina Fernández de Kirchner a Macri, de Macri a Alberto Fernández. Puestos designados de manera política en su mayoría (es decir, sin concurso público) se atienen a las indefiniciones de sus contrataciones para atarse a sus sillas (y sueldos).

La estructura institucional que sujeta y organiza la gestión de los medios estatales demuestra, año tras año, gobierno tras gobierno, que la dependencia política y económica del Poder Ejecutivo atenta contra el normal funcionamiento de estas organizaciones. En lugar de contar con profesionales estables y no sujetos a los vaivenes coyunturales en puestos estratégicos para su desarrollo sostenido como puede ser una dirección artística, una gerencia administrativa o de recursos humanos, esos cargos son disputados políticamente.

El marco actual (y pasado) de gestión sobre los medios estatales acentúa aún más la ¿gravedad? de la no renuncia de estos gerentes. Casi como una carta fundacional e identitaria de su gestión, Hernán Lombardi publicó en Facebook, en abril de 2017, un comunicado donde instaba a terminar con las “capas geológicas del Estado”. Para el ex titular del Sistema Federal de Medios y Contenidos Públicos, cada nuevo gobierno realiza designaciones políticas que, al concluir su período de función, deben poner a disposición su renuncia.

Esto conforma, según Lombardi, “capas geológicas” de designaciones (y designados) políticas que “desmerecen al verdadero servicio público y, peor aún, se sustraen recursos que dejan de invertirse en salud, educación, infraestructuras, obras y servicios destinados a mejorar la vida de la gente”.

En esa carta pública, Lombardi describía un compromiso público suscripto por su gestión en Radio Nacional donde los directores de todas las emisoras ofrecen la renuncia a sus puestos una vez culminada la gestión. Esto sucedió en los cargos de dirección y también en los directorios de Radio y Televisión Argentina S.E. (organismo que nuclea a Radio Nacional y TV Pública), pero no en las gerencias.

Néstor Sclauzero, Gerente de Noticias de la TV Pública, es uno de los ejemplos más claros de esta postura. “A mí nadie me dijo que me iban a echar. No pedí, ni dejé de pedir. No me dijeron que me corra”, sostiene. Además, según el diario La Nación, pide una indemnización en caso de que se prescinda de sus servicios. El integrante de FOPEA parece desconocer el funcionamiento político del organismo que lo contrató y la forma a través de la cual llegó a la TV Pública. Y también desconoce el mandato de la persona que lo convocó. El tiempo suele acomodar los melones en el camión de la gestión pública y de los discursos políticos.

“Algunos de los anteriores directores pretendieron quedarse y engrosar la planta utilizando argucias legales: una nueva capa geológica”. Las palabras de Lombardi parecen tener bastante vigencia en un momento donde los funcionarios y empleados designados políticamente en sus puestos deben aceptar el momento de partir.