Campera de cuero, sonrisa gardeliana y una voz profunda y cadenciosa donde las palabras parecen bailar, más allá de lo que tengan para decir. Si no fuera por el historial de bandas y lugares por los que pasó, Michel Peyronel podría encarnar el arquetipo de dandy perfecto. Y en más de una forma lo es, aunque todos los caminos lo sigan conduciendo a la adrenalina de los escenarios y la distorsión. “En la pandemia se acumuló todo: recién ahora estamos presentando A toda makina, mi disco de 1984 que reeditamos y remasterizamos desde cero. También estamos promoviendo el vinilo doble de Riff, Que sea rock, y más allá de los temas que siempre hago, ahora vamos a tocar especialmente gran parte del disco” -cuenta el baterista-. Encima de todo eso, dentro de poco se viene Como si no hubiera mañana, nuestro primer álbum con Humanoides Disidentes”.

Peyronel lleva, en un conteo informal, más de 40 años en el oficio de la música. Aunque muy atento a no traspasar los límites de la elegancia, hay en él, cuando habla, algo del famoso estamento de Charly: “mientras miro las nuevas olas, yo ya soy parte del mar”. No sólo baterista, sino también cantante y compositor, en los ‘70 europeos tocó punk y new wave con su banda parisina, Extraballe (“en simultáneo con lo que pasaba en Inglaterra con los Sex Pistols”, recalca) y de vuelta en la áspera Argentina de fines de esa década, junto a Pappo, Vitico Bererciartúa y Héctor Oscar “Boff” Serafine, rompía los esquemas del sonido y la estética rockera del momento con Riff. Casi en paralelo, iniciaba un camino como productor de algunos de los grupos más originales de aquellos años: Virus y Los Violadores. Como si fuera poco, más tarde dio rienda suelta a otras de sus pasiones y creó FM Tango, un proyecto que marcó la radiofonía nacional.

Ahora, se entusiasma hablando de cómo piensa darle salida a tanta inquietud después del encierro. “Yo escribo montones de temas y se hace muy difícil tocar y cantar todo el show sentado en la batería. Pero le encontramos una vuelta”, explica. Si bien la banda que lo acompaña actualmente, Humanoides Disidentes, es sin dudas la plataforma de sus nuevas experimentaciones, para el próximo show, Peyronel rescatará la veta que encontraron, hace años, con Stuka, el guitarrista de Los Violadores, con quien hizo, justamente, A toda makina. “La mitad de este show será con el grupo que formamos con Arito Rodríguez en la viola, Jean Jacques Peyronel, mi hijo, en bajo, y yo, en batería: es un power trío donde canto la mayoría de los temas, en los demás se hace cargo de la voz Arito. Y después hay otra parte en la que se suman Ded y Luke, bajista y baterista, que tocan con Stuka en su grupo Stuka’s Underground. Con ellos hacemos un enroque y Jean Jacques pasa a tocar la guitarra rítmica, por lo que nos queda un formato de dos guitarras. Ded toca el bajo, Luke pasa a la batería, yo paso al frente y me dedico sólo a cantar. Ahí ya es otro sonido”.

Peyronel es hiperactivo, pero en tantos años, no fueron muchas las veces que se puso al frente como solista. “Yo soy un hombre de bandas, me gusta mucho estar en grupos, pero tengo conceptos distintos. A toda makina fue un disco solista que hice con Stuka, mi hermano Danny (Peyronel) y Alex Oucinde. Un grupo que sonaba bárbaro y después se disgregó. Tiempo después, armé Héroes del Asfalto, y después de eso vino otro disco solista que fue Michel Peyronel y la 303, una fusión con tango, muy interesante, pero que quedó ahí. Me gusta probar cosas. Ahora tengo muchos temas que son, de alguna forma, un poco vieja escuela, pero con una interpretación mucho más actual”, cuenta sobre lo que está creando con Humanos Disidentes.

En cuanto a la promoción de la edición en vinilo de Que sea rock, de Riff, el baterista se pone un poco más serio. “Para mí no hay ninguna forma de volver a Riff si no está Pappo. Ellos (lo dice por la reunión de Riff con Vitico, JAF, Luciano Napolitano y Juanito Moro, N. del R.) armaron algo así, bizarro, pero yo no me prendo en esas cosas. Es un poco desmerecer lo que uno hace. Riff fue algo muy especial, un grupo de cuatro personas que generaron una movida increíble, porque fue increíble lo que pasó con nosotros. Pero de ahí a intentar repetirlo sin Pappo, que era nuestro frontman, no tiene sentido. Sí me doy el gusto de homenajear, de alguna manera, a mi vieja banda con mi banda actual.  Lo que tocamos nosotros son todos temas míos de Riff, algunos compuestos en colaboración. También vamos a hacer en La Trastienda el himno que escribí para Los Violadores, ‘Nada ni nadie nos puede doblegar’. No sé por qué se me dio esta especialidad de escribir himnos, para Riff escribí ‘Pantalla del mundo nuevo’, algo muy premonitorio, tipo Nostradamus (risas). Ahora estamos haciendo una versión en metal hop de esa canción, algunos se rasgan las vestiduras por eso, pero bueno, yo tengo ganas». El tema puede escucharse en el EP de Humanoides Disidentes, cuyas canciones se sumarán a una playlist más extensa que conformará el nuevo disco. 

Sobre su impronta para componer, Peyronel hace una reflexión introspectiva: “Yo me siento un hombre del futuro que está de turista en el presente. Hay veces que siento que estoy en otra cosa, y por eso mis letras son tan futuristas. Siempre me apasionó, desde muy chico, lo que es de vanguardia en la literatura, era como un refugio para mí leer ciencia ficción”.    

Volviendo a Riff y su enorme influencia, el músico comparte:  “Los cuatro teníamos una personalidad fuerte y se veía en el escenario. Era muy notorio. Era una intensidad y un grado emocional tremendo, había momentos de los shows en que sentía que me iba a estallar el corazón. Nunca me infarté, pero debo haber estado cerca, ¡por suerte sobrevivimos!” (risas). La broma distiende la historia ya conocida: como el eco de una juventud que se sentía marginada o poco representada por las expresiones más etéreas del rock de aquel entonces, la épica de ese primer Riff se consumió en un escándalo que precipitó, entre otras cosas, la salida de Peyronel hacia España. “Para el que fue el show de Riff en Ferro, a fines del ’83, no se nos ocurrió mejor idea que tratar de bajar los decibeles y llevar la cosa para el lado más de la diversión, de algo más sexy. Y entonces surgió el slogan ‘Riff acaba el año sin cadenas’, y pusimos una imagen que ahora estaría re mal vista, de una chica semidesnuda agarrada con unos alambres arriba del logo. Pero bueno, queríamos terminar con el quilombo y el desmadre de los detenidos en los shows, era cansador. Y no, no se pudo (se ríe de la ironía)… ¡Prendieron fuego parte del estadio, se robaron los fuegos artificiales!  Ahí dije basta, ya está, paremos”.

En España, el baterista formó Tarzen, un grupo de hard rock que tuvo proyección internacional, pero que por diversas cuestiones no pudo sostenerse. En 1985, dos años después de Ferro, Riff sacaba un disco sin Boff y sin él. “No sé qué pasó”, dice al respecto, sobrevolando el tema. “Yo estaba en otra, en Europa”.

Sobre los ‘90, Michel Peryronel volvió a la Argentina y también a Riff. Al mismo tiempo, creó FM Tango y hasta acá, no paró, salvo por la pandemia. “Fue terrible. Por suerte pude armar una especie de estudio en mi casa, estuve trabajando con mi hijo Jean Jacques y descubrí lo interesante de escribir con él”. «

¿Cuándo?

Michel Peyronel y Humanoides Disidentes. Jueves 2 de diciembre a las 20, en La Trastienda, Balcarce 460.