De la calle Florida a los estudios de grabación en Los Ángeles con poca escala pero mucho trabajo. Así es la carrera de Nahuel Pennisi, el joven que desde hace unos años forma parte del equipo de grandes valores de la música popular.

El jueves 6 de octubre apenas se escucharon los primeros versos del Himno Nacional, la tribuna de La Bombonera quedó enmudecida de la emoción que transmitía la voz de Nahuel. El silencio primero y el coro después fueron apenas una muestra de la grandeza artística de este joven intérprete que el 12 de octubre presentará su último disco Feliz en el teatro Ópera.

“Feliz llega en un momento de mucha plenitud, de mucha alegría, de muchos sueños que se cumplen. Pero en un momento de mucha realidad porque sé que es verdad lo que está pasando”, dice a Tiempo Argentino Nahuel Pennisi.

“Tengo muchas ganas de seguir aprendiendo musicalmente por eso esta idea de buscar más versatilidad en lo musical pero sin perder la raíz. Es que lo más difícil pero es lo que me identifica, mantener siempre la esencia”, agrega.

Cuando era apenas un bebé su abuelo descubrió que el sol no le molestaba en los ojos y así llegaron a la conclusión de que Nahuel no veía. Su ceguera no fue un freno para él ni para su familia. Dos papás músicos y una casa donde jamás faltaban melodías, fue lo que le permitió un vínculo profundísimo con la música.

Cuando era muy niño Nahuel Pennisi tocaba el bajo. Como el instrumento era muy pesado, sus papás lo colocaban sobre la cama y fue así aprendió su particular digitación, con la guitarra sobre sus faldas.

Casi dos décadas después, Pennisi fue candidato a un Grammy y lleva ya tres discos editados, dos con discográfica.

La grabación de Feliz se realizó casi en su totalidad en Los Ángeles con grandes músicos sesionistas. “Fue un trabajo muy completo y rápido”, afirma Nahuel. “La idea fue grabar un disco en vivo para que tenga esa magia y esa química que tiene un vivo. Fue muy lindo armarlo, con músicos que no conocía, con mucha expectativa acerca de lo que podían tocar”, afirma.

–¿Cómo se estableció la relación con los músicos?

–Cuando la música está en el medio es todo más simple porque tiene ese lenguaje que todo el tiempo ermite expresarte con un acorde, una nota o un silencio. Me sorprendía escuchar tocar a los músicos, me sorprendían que ellos se sorprendan por mí. Pero desde mi lugar es lo que siempre hago, y esa naturalidad y esa cosa de disfrutar lo genuino fue algo que me marcó mucho y también fue la clave del disco.

–Hablabas de contagiar la felicidad, ¿en qué momento supiste que tu felicidad podía ir por este camino?

–Cuando toqué en la calle Florida fue el despertar de transmitir lo que me gusta. Siempre tenía facilidad para hacer música pero no sabía si iba a tener esa posibilidad. Seguí mis impulsos, sentía que tocar en la calle era un canal muy grande para compartir lo que hacía y creo que a partir de ahí elegí ser músico y no otra cosa. No sabía lo que iba a pasar así que haber logrado un segundo disco con esta forma de grabación es realmente un regalo que jamás pensé que podía pasar. Nunca pensé esto… Yo era más de soñar cosas pequeñas, cosas alcanzables, pero esto es algo que me sorprendió mucho.

–¿Pensaste que tu carrera tiene mucho de sueño?

–Tiene mucha ilusión y también tiene mucha carga de otros músicos que viven este sueño conmigo como los músicos callejeros, como gente que conozco del barrio, amigos de la vida.

–¿Cómo abordás esa búsqueda del sonido y de la palabra?

–Uno se guía por sentimientos, por intuición, por musicalidad, por historias de la vida, por las historias de otros. Cuando la canción empieza a cobrar forma es el momento más lindo porque uno vive de la ilusión y pensando en cómo va a quedar, o que le falta poco, le falta menos. Eso te contacta constantemente con el ejercicio de crear. Porque no es que uno siente algo y ahí encontrás el tema. No. Uno tiene que buscar el momento y yo creo que la canción te tiene que encontrar a vos. Cuando las canciones te abordan uno tiene que sentarse a concretarla porque después pasa, entonces para mí, lograr una canción significa horas de laburo pero siempre tiene que haber una pequeña conexión con algo profundo que dé esa inspiración. Y eso profundo es la canción donde aparecen muchas sensaciones y deseos de crear y acompañar desde la sensibilidad. 

–Cuando tenés la canción lista y la soltás, y luego la escuchás cantada por otro o coreada por el público, ¿qué sentís?

–Lo más lindo es mostrar una canción por primera vez es como un nacimiento. Y ahí se genera eso de que una canción sale de mí para que sea tuya y para que sea de todos. El siguiente paso es poder cantar y sentir que al otro le gusta… O no. Y el paso más fuerte es cuando la escucho por otro y ahí decís “la canción llegó a otro”. El primer gesto es el de agradecimiento porque la canción logró entrar en otro corazón, en otra persona y no es sólo una canción es una vida, es una historia es un sentimiento, una inspiración. Por eso le doy mucho valor, porque cuando te hablo de canciones mías, te hablo de un compromiso por la canción. No es jugar con tres acordes y si sale algo se graba, creo que la canción es otra cosa. Por eso le doy más valor cuando la cantan o la aplauden o la disfrutan.

–En Feliz jugás con otros géneros muy diferentes al folklore, ¿cómo te animaste a salir de ese lugar musical?

–Siento que mi manera de cantar o de expresar no va a cambiar nunca por más que sea folklore tango o esto que grabé. Siento que el compromiso con la música está siempre porque la única manera de darse cuenta si este es el camino o no es haciendo lo que uno quiere hacer. Yo lo viví como un desafío muy lindo, como una apuesta, como si fuera otra versión de mí, pero sin dejar de lado la necesidad de volver a la raíz. Al folklore lo tengo adentro muy guardado y si tengo la posibilidad de buscar otro sonido por qué no hacerlo, sé que la pureza que me da el folklore no se va a perder nunca por más que esté buscando otro sonido.

–¿De dónde viene el folklore en tu caso?

–De mi relación con la radio. Escuché radio desde muy chiquito y cuando apareció el folklore en mi vida, me cambió la sensibilidad, las ganas de transmitir y pensar qué significa el folklore para la gente, lo que es el folklore como palabra y el compromiso que genera. Una zamba es un poema enorme que decora tanto las cosas. Lo que me atrapó del folklore es eso, la manera de describir, por ejemplo, un paisaje… Escuchás la zamba “Me gusta Jujuy” y la parte en que dice “cuando llueve y dejar que el recuerdo me lleve”… Te imaginás toda la película, no es solamente cantar un tema porque está bueno. El folklore genera eso de ir mucho hacia adentro todo el tiempo y uno a veces no se da cuenta de la profundidad.

–Y con el rock, ¿cuál es la relación?

–Mis viejos son músicos y la identidad del rock la tienen en las venas. Siempre es emocionante porque en general la música en mi casa es constante y necesaria, es una elección que tenemos como familia, siempre lo escuché a mis viejos cantando las canciones de ellos y otras versiones. Me gusta aprender de esa influencia, de todos modos los que más me gustan son Spinetta, Cerati, Sting…

–¿Cómo vivieron tus viejos estas novedades en tu vida, editado por Sony, grabando fuera del país…

–Lo ven como mucha alegría pero también con mucha naturalidad porque a mí me ven bien, me ven muy natural, me ven como un tipo tranquilo que nunca se fue de eje, que está con los pies en la tierra y que lejos de perder cosas, lo que sentí es que con mi familia gané muchos más momentos de calidad. Justamente al no estar tanto en mi casa, cuando estoy lo hago de otra manera. Uno gana más calidad en esos momentos y tiene mucho más para contar porque está lejos y haciendo cosas.

–Con Feliz se te cumple un gran sueño, cómo sigue y qué expectativas te genera?

–Me genera mucha intriga, mucha curiosidad porque no sé qué va a pasar. Si hace un año me preguntabas “¿tu disco va a ser de esa dirección musical?”, seguramente te iba a decir que no. Pero así se dio, es lo que me tocó y estoy muy contento de haber hecho este disco porque fue seguir mis impulsos, seguir mi intuición y seguir las señales. Me gusta mucho recibir señales de lo que estoy haciendo y cuando siento que el viento me lleva para donde estoy yendo sé que estoy bien parado y que tengo mucho para dar. Por lo pronto, el próximo paso la presentación del disco, ese es un sueño para mí, pero después no sé. Lo que sí sé es que me voy a dejar llevar siempre por la música y que del folklore no me voy a ir nunca.

–¿Pudiste transmitir esta pulsión folklórica a los músicos que te acompañaron durante la grabación de Feliz?

–Fue muy loco porque los tipos no entendían castellano pero se emocionaban con lo que pasaba, con la canción, con la melodía, con la letra también porque más allá de que no entendían uno suelta al viento la intención de lo que quiere cantar, entonces se transmite,de todos modos. Siento que los músicos se pusieron en la piel de lo que necesitaba el disco y la canción.

–¿Te podés dar los tiempos para conectar y disfrutar?

–Sí, de hecho mi vida cambió mucho y cada vez cambia más, pero lejos de fastidiarme o fatigarme me da alegría poder seguir este camino, poder aprender de estos desafíos. Creo que es una constante del trabajo de cualquier profesión que uno elija cuando un va creciendo quiere ocupar el tiempo haciendo cosas para uno, trabajando, aprendiendo y sintiéndose útil y pleno. Eso es lo que me está pasando, estoy contento y es un desgaste pero lo disfruto un montón. Más que padecerlo, disfruto.

–En lo que respecta a lo música, ¿en qué te gustaría profundizar?

–En realidad, hay muchas cosas para profundizar me gustaría como cantante o como guitarrista aprender más musicalmente hablando para desde el audio también aportar a otros músicos en la producción. Me gustaría poder combinar esto del artista comprometido con una interpretación como me inspiró La Negra y contagiarme de lo que musical y poéticamente regaló el Flaco Spinetta. Creo que si puedo encontrar esos dos mundos en uno sería algo enorme.

Nahuel Pennisi presenta Feliz el jueves a las 21 hs. en el teatro Opera, avenida Corrientes 860. 

«Ser feliz»