Hace ocho años Concha Buika se fue a vivir a Miami. A quien conoce su canto y su figura le resultará algo extraña la decisión. Pero ella dice que no hay mejor ciudad para viajar a cualquier parte del mundo, una equidistancia que funciona para esta oriunda de Palma de Mallorca, que se presenta en Buenos Aires tanto como en Tokio, Singapur, Roma, California: para ella el arte y por lo tanto lo humano no tiene límites, y menos geográficos; considera que Babel fue una dicha porque nos llevó a todos a tratar de comunicarnos y entendernos mucho más allá del idioma y las palabras.

«Me fui a vivir a un piso 23 y empecé a ver las migraciones de pájaros, de lo pelícanos, empecé a darme cuenta de que planear contra los huracanes es más fácil que chocar contra las personas, y cosas así; lo de vivir casi en plena naturaleza es muy bello. Porque Miami Beach tiene mucha vegetación, muchos animales. Me acuerdo que a la tercera noche de estar ahí de repente vi una serpiente pasarme por delante, y sapos por todas partes y un gato mirando todo, y fue como una especie de: Guau! Qué he hecho. Pero a la misma vez eso ayuda a sacarte un lado un poquito más salvaje: te empapas del paisaje y te vuelves parte de él. Pasas de vivir a una gran ciudad y te vuelves una persona muy urbanita, muy activa; te vas a vivir a una playa tranquila y te vuelves una persona más relajada. Esa es la capacidad que da estar viajando: descubres muchas partes de tí.

-¿Y qué descubriste de vos que no conocías?

-Que no puedo vivir sin una calidad de luz muy buena. Me di cuenta de que eso me afecta a nivel personal. Yo había vivido ciudades con poca luza y cuando llegué a Miami y viví toda esa cantidad y calidad de luz, apareció en mi pecho como algo sanador y volví a recordar muchas cosas de mi infancia que de repente habían quedado borradas por querer borrar recuerdos. Y cuando intentas borrar recuerdos, no te das cuenta y borras muchísimas cosas que deberías recordar, que no deberías olvidar. El regreso a la luz fue muy importante. Es una alegría de vivir recibir esa bendición, ese calor; es fantástico. Es una de las cosas que me cambió cuando llegué.

-Hasta cuando se nubla es distinto.

-¡Claro! No estaba acostumbrada a ver las tormentas. Me fui a vivir a un departamento de vista panorámica tota, vista de puesta y salida de sol, veís toda la ciudad, toda la Bahía, entonces veía todas las tormentas, cómo entraban, se iban. He vivido experiencias muy bestias. Y el contactar de nuevo con el mar. Después de mucho tiempo de vivir en Madrid me abrió todo. ¡Yo soy de playa! En la playa lo he hecho todo, me dieron el primer beso, robé por primera vez, me arrepentí de ese robo y lloré mucho; en la playa me di una paliza con una amiga cuando era niña; en la playa yo lo he hecho todo.

Si se la sigue en sus discos y presentaciones es posible registrar que esos cambios que dice que la geografía hizo en su ser aparecen en su cante y su composición. Buika dice que sí, y dice también que eso es parte del andar en este mundo. “Creo que falta mucho por componer. El ser humano nunca dejará de escribir su historia, y espero que sea así. Es la única Biblia veraz que tenemos. Todas las demás las escriben los que ganan las guerras jaja. Nuestro archivo artístico, ya sea cinematográfico, de pintura, de escritura es la única Biblia veraz que habla y narra la historia emocional, espiritual, de lucha, de supervivencia, de conseguir imposibles, de milagros que existen. Y digo que es nuestra Biblia porque está contado de personas a personas, está contado por los que tuvieron aquí, y que pertenecen a todos los bandos.

-En Vivir sin miedo (2015) decías que nos habíamos convertidos medio en robotitos por vivir con tantos miedos. ¿Creés que nos mecanizamos, nos repetimos?

-No creo. Yo no he visto jamás pasar el mismo pájaro dos veces, ni la misma ola chocar dos veces con la misma roca; el mundo no está hecho así. ¿Que para poder avanzar nos seguimos apoyando en cosas del pasado? Bueno, porque la evolución es lenta, papi. Gracias a Dios es lenta, y más lenta debería ser jajaj. No hay necesidad de ir corriendo. Me parece que estamos demasiado enganchados al miedo, a veces de manera muy gratuita. No creo que el ser humano sea un animal muy acertado, pero con todo eso creo que ha conseguido mucho. Y las tecnologías nos ayudan en algunas cosas, nos joden en otras, como nos jodió algunas cosas la mecánica y en otras nos ayudó. El ser humano por avanzar va a hacer lo que sea; a veces hasta sin conciencia.

-¿Y cuánto te dejás llevar por eso que sugiere una tecnología de grabación (aclara que es de Logic Pro, de Apple, no de Protool)?

-Tanto en la composición como la escritura parten de la misma identidad: dejarse llevar. Entras como en un trance en que las cosas tienen que ser así porque así son. No siento que tenga que intentar palabras que no ofendan y esas cosas. De verdad, porque no compongo con ansiedad de conseguir, ni con miedo a no triunfar. Se parece a una libertad. Y si tiene que parecerse a una libertad no viene con normas. En algún punto, en algún paraíso allá en mi mente necesito sentir que por un instante, al igual que un teatro o cuando estoy frente a un cuadro, escuchando a un gran amigo que está en pos de una gran verdad, necesito sentir que estamos más allá de la línea. Que ni el cuerpo nos difama, ni el saber nos corrompe, ni la distancia nos separa.

La contundencia de Buika tiene una creatividad y originalidad poco común en artistas de todo tipo. No suele ampararse en trayectoria o méritos, menos en comparaciones con seres y situaciones que realcen su figura. Lo suyo parece ser pura apuesta por el momento; y más: por el instante, esa palabra, gesto, mirada que ilumine y en su destello deje el recuerdo de un sabor que se degusta pocas veces en el paso por este mundo, especie de sensaciones inolvidables que recuerdan quién se fue al menos por un momento en la vida. “La culpa es algo absurdo y muy estúpido -dice sobre es buscar incesante-; que me perdonen todos los catolitristes. Y adoro a todas las religiones, porque todas tienen música muy bonita, ponen bocadillos muy ricos en las fiestas y son gentes lindísimas. Estoy de acuerdo y me encantan todos los papas, todos los pepes, pipis, popos y pupus; estoy encantada con todo el mundo. Sinceramente. Porque las iglesias no son más que grupos de personas de buen corazón reunidas para intentar hacer lo mejor. Pero no acepto la culpa. Acepto la responsabilidad. Me hago responsable que la he cagao. Y con la misma alegría me ofrezco para solventar el problema. Si me aceptais, de puta madre, porque de verdad de corazón lo siento. Pero culpable, eso es una chorrada que lo único que hace es cargar de dolor a la gente y hacer que se siente fatal y no reaccione. Y lo que se necesita frente a un problema es una reacción, no un sentimiento de culpa.”