Roma, la Reina Victoria y los Padres Fundadores de los Estados Unidos de América -por nombrar tres casos emblemáticos- lo sabían bien: es imposible gobernar sin perjudicar a nadie. Sobre ese mito de que es posible gobernar para las mayorías sin molestar a las minorías, y viceversa, se instaló el de la grieta. Los responsables de Fernet Concert. Entre grietas y semestres también lo tienen claro, y por eso se ríen bastante del asunto. Y este viernes, en función estelar en el ND Teatro, darán nueva muestra. Que esperan acompañar con el éxito de público que los viene acompañando y que los llevó a hacer un teatro grande.

“Hace poco llenamos el teatro Roma (Avellaneda) con 550 personas -cuenta Max Delupi, la Nancy del dúo que completa con Thelma, y un artífice principal del show-, cuando vamos a lugares chicos queda gente afuera. Durante tres años lo hicimos en lugares chicos pero este año el proceso se aceleró, aunque nosotros preferimos que al país le vaya un poco mejor y vender menos entradas.” Lo dice en referencia a su posición crítica hacia el gobierno de Mauricio Macri, y lo dice sin postura: así como se ponen al micrófono en la radio o graban en televisión, los que hacen Fernet Concert se suben al escenario porque “este es un lugar muy lindo, muy cómodo”, que lo llevó a actuar en Hurlingham “para 70 personas y en Avellaneda para más de 500; y en Hurlingham eran 70 porque no entraban más. Ahora hacemos el ND, que tiene lugar para 700 y ojalá lo llenemos”. 

Un éxito que agradecen pero que no temen que los ponga en algún lugar que no les interesa: “No creemos en la idolatría popular por hacer algo; lo que hacemos es algo simpático y la gente lo ve en Youtube, en el teatro, nos escucha y dirá: qué bueno lo que hacen, o son dos boludos con peluca”; y completa: “No tenemos pretensiones de ningún tipo de convertirnos en personajes mainstream de la televisión argentina. No estamos evaluando cuánto guita nos va a dejar algo para ir a hacerlo. Y eso es muy difícil de explicarselo a un tipo que está en este mundo. Nos pasa con compañero de ruta, que hacen más o menos lo que hacemos nosotros y los tipos de lo único que te hablan es de cuánto facturaron la noche anterior. No tengo ganas de ser el humorista del kirchnerismo, ni el relator del kirchnerismo, quiero tratar de hacer un humor que no sea reírse del que se resbala, del que se cae, del gangoso, del rengo, del puto; es un humor que siempre me dio por las pelotas. Y justamente muestro este costado que es reírse de otras cosas”.

Las 470 funciones que lleva el espectáculo califican como pruebas a los dichos de Delupi: como bien dice, en algún momento de fuerte crítica social al kirchnerismo, “algunos fueron confundidos” a ver el show, pensando que se trataba de opositores. “Es que el humor siempre se hace desde la oposición a un poder -explica-: poder económico o de los medios, o el que hay dentro de los medios. Y nosotros hicimos humor contra los Jaime, los López, que más que humor es trágico. Hicimos chistes que criticaban a los K.” 

Por eso, si bien cree que el gobierno de Macri aceleró su éxito, Delupi piensa que el espectáculo, de haber ganado la presidencia Daniel Scioli, no sería tan no sería tan distinto como algunos sospechan. “Iba a ser muy difícil, porque no es que pescamos en una pecera”, sintetiza con la expresión popular las dificultades que tiene el lugar que eligieron. “No es como el tipo que viene en ascenso y va con su show a todos lados. Es como decirle a (José) Larralde que toque pop porque ahora la gente escucha pop. Nosotros hacemos esto.”

El humor político siempre tuvo los inconvenientes que generan las simpatías de los que lo hacen, con lo que lo causa gracia según el humor social predominante de una parte importante de la población. Por eso Delupi afirma que con Cristina o Néstor también eran oposición, “pero más a Clarín (que al gobierno)”. “Lo que pasa es que nosotros también hacemos chistes con el kirchnerismo que se pueden interpretar anti K. Porque hacemos humor político. Pero nos reímos de situaciones que en realidad son trágicas, porque lo de Jaime es trágico, los bolsos de López es trágico, que una perosna que estuvo al frente de medios con un montón de compañeros laburando como en Radio América o Tiempo Argentino se cague en esos trabajadores, es trágico. 

El humor es muy difícil de encasillar. Nosotros hicimos chistes con funcionarios kirchneristas y los funcionarios nos llamaban y nos decían: ‘loco, de qué lado están’. Siempre elegimos estar en un lugar que es incómodo; incómodo para nosotros, porque los que se pueden decir propios, te miran de costado, y la derecha te detestan.”

Por eso Delupi piensa que la grieta, al menos en el corto plazo, está para quedarse. “Porque lo que hay, más allá de una contienda política, es una batalla cultural. Y ahí nos interesa participar. Es la batalla de reconfigurarnos como seres humanos que pongan en valor la solidaridad y el amor. Creo que son dos palabras que se han banalizado, que las ha tomado la autoayuda, movimientos políticos pedorros que fomentan el hambre, y desde ese punto de vista, si nosotros podemos aportar, no a la batalla electoral, sino a la batalla cultural que significa sacarnos la mierda que nos metieron con golpes de estado y gobiernos neoliberales en la Argentina, si nosotros agregamos un granito de arena ahí, a mí me da lo mismo que vengan veinte personas o diez mil al teatro. Ojalá sean 10 mil para que la cosa sea más rápida, si vienen veinte será más lenta. Pero cuando tu objetivo es la batalla cultural para poder todos reconfigurarnos es un ser humano un poco más solidario, más amoroso y que se fije en las verdaderas realidades de la gente; mientras un tipo muerto en un country sea noticia una semana, un mes, un año y un tipo muerto en José C. Paz, no valga nada, evidentemente le estamos poniendo precio a la vida. Por lo tanto si desde un escenario podemos hacer algo, bueno, de eso se trata.”