Hay pocas cosas más duraderas que el odio absoluto que se tienen los hermanos Gallagher: afortunadamente, el legado de Oasis es una de ellas. La banda que lideraron Liam –cantante– y Noel –guitarrista principal y segunda voz– logró hilvanar una carrera determinante entre 1991 y 2009 a pesar de sus constantes peleas, que en numerosas ocasiones se dirimían arriba del escenario. Odiándose, pero juntos, supieron conducir al grupo a la cima del britpop, un movimiento que le permitió a la cultura popular británica disputar la hegemonía de la música mainstream al rock alternativo proveniente de la costa oeste estadounidense.

Uno de los máximos hitos de su carrera fue la organización de dos conciertos en Knebworth Park, el parque más grande de Inglaterra, ubicado en el condado de Hertfordshire: durante las noches del 10 y 11 de agosto de 1996, la banda reunió a más de 250 mil personas en lo que se consideran dos de los shows de rock más grandes de todos los tiempos. En conmemoración de esas jornadas, y con los Gallagher como productores ejecutivos, se lanzó Oasis Knebworth 1996, un documental de casi dos horas distribuido por Sony Music Entertainment y dirigido por Jake Scott, prolífico director de videoclips (The Smashing Pumpnkins, George Michael, Soundgarden, No Doubt, The Strokes, U2 y los propios Oasis) e hijo del mítico cineasta Ridley Scott. Además, el próximo 19 de noviembre saldrá a la venta el álbum en vivo, del mismo título que el film. En nuestro país, los formatos disponibles serán doble CD, triple vinilo y digital.

El largometraje comienza mostrando una catarata de imágenes de archivo que mixturan la alta rotación de Oasis en el periodismo gráfico y televisivo con largas colas de fans (varios, enfundados en camisetas de “los dos Manchester”: el poderoso United y el por ese entonces humilde City, del cual los Gallagher son hinchas) a la espera de adquirir un ticket, que se sumaron a los miles de jóvenes que no dejaban de intentar hacerlo por teléfono (fijo y hasta público). Luego, es tiempo del armado del escenario por parte de la crew y las pruebas de sonido a cargo de los músicos, mientras que las imágenes de seguidores movilizándose en masa hacia el concierto son relatadas por las voces de algunos de ellos que recuerdan vívidamente esas jornadas, 25 años después. La película hace un breve repaso por los numerosos teloneros, destacando la forma en que el multifacético Keith Flint, frontman de The Prodigy, “calentó” a la enorme audiencia.

Acto seguido, valga la redundancia, el acto principal: Oasis salta a escena y las imágenes del concierto histórico se mezclan con las de la multitud, y el sonido que emanan los amplificadores, con testimonios de los músicos, organizadores y fans recordando cada uno de esos instantes. Liam y Noel estuvieron secundados por Paul Arthurs en guitarra rítmica, Paul McGuigan en bajo y Alan White en batería, con quienes ejecutaron la misma lista de temas cada noche: “The Swamp Song”, “Columbia”, “Acquiesce”, “Supersonic”, “Hello”, “Some Might Say”, “Roll with It”, “Slide Away” “Morning Glory”, “Round Are Way”, “Up in the Sky”, “Cigarettes & Alcohol”, “Whatever”, “Cast No Shadow”, “Wonderwall”, “The Masterplan”, “Don’t Look Back in Anger”, “My Big Mouth”, “It’s Gettin’’ Better (Man!!)”, “Live Forever”, “Champagne Supernova” con John Squire de The Stone Roses como invitado y el cover de The Beatles “I Am the Walrus”.

Una catarata de hits, la mayoría publicados originalmente en sus álbumes Definitely Maybe de 1994 y (What’s the Story) Morning Glory? de 1995, para muchos, los mejores de su carrera, que de todas formas se extendió durante otros quince años gracias a/a pesar del tormentoso vínculo de sus hermanos emblema: con este nuevo lanzamiento, algo pareciera escampar y, ojalá, haya algo más que oro ilusorio al final del arco iris.