La industria del cine puede resultar bastante cruel. Los engranajes que funcionan detrás de las pantallas imponen un sistema de premios y castigos que se revalidan, casi, película a película. Un gran éxito multiplica la cantidad de propuestas, sus presupuestos y llegada. Un traspié –medido casi excluyentemente en términos de recaudación– implica un retroceso importante y mucha veces determinante. El gran impacto que Oscar Martínez logró con El ciudadano ilustre (2016) y Relatos salvajes (2014) le dio el prestigio internacional de la Copa Volpi –es el segundo actor de habla hispana en recibirla– e hizo subir fuertemente sus acciones en la industria. Martínez conoce las reglas del juego y sabía que ese era el momento de avanzar con decisión, pero evitó lanzarse a películas de una centralidad asfixiante o a papeles estridentes que se asocian con falsas nuevas consagraciones. Al menos hasta ahora, su recorrido posterior a esos grandes éxitos siempre priorizó las historias. Su Elías de La misma sangre, el thriller que se estrena este jueves, ofrece un universo opaco, construido con sutilezas y detalles minuciosos.

La nueva película de Miguel Cohan (Sin retorno, Betibú, La fragilidad de los cuerpos) trabaja sobre cruces. De tragedias, mandatos y equívocos. La historia recae sobre los hombros de Elías, un hombre modelado en su angustia y la imposibilidad, que se dedica con suerte esquiva a la producción de leche y queso de búfala en el campo que fuera de su padre. Su matrimonio con Adriana (Paulina García) no marcha mucho mejor. Soporta el peso de los desencuentros, el desgaste y pronto se verá envuelto en una profunda debacle económica. El cuadro principal lo completan su hija Carla (Dolores Fonzi), que lo idealiza como nadie, y su esposo Santiago (Diego Velázquez), que le desconfía todo más allá de lo razonable. Una de las virtudes de La misma sangre, además de trabajar con los vínculos brumosos que sostienen a esa familia, es la forma en la que desarrolla el suspenso. El espectador conocerá la verdad a poco de comenzada la película. Los interesados, por su parte, buscarán ocultarla o encontrarla con indicios, sospechas y torpezas, que no necesariamente los llevarán a buen puerto. La película de Cohan carece, afortunadamente, de un Sherlock infalible. La resolución se producirá como una sucesión de sospechas y retazos de la realidad que se acomodarán casi como resultado de un destino mordaz.

Oscar Martínez habló con Tiempo sobre La misma sangre, su 2019 cargado de estrenos y mucho más.


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–¿Qué te decidió a formar parte de La misma sangre?

–El entusiasmo y compromiso de Miguel (Cohan). Tengo que agradecerle porque fue muy paciente conmigo. Yo ya tenía un 2018 muy comprometido a nivel agenda y él me esperó todo lo necesario para que pudiera participar de la película. Me acuerdo que me llegó el guión y no quedé particularmente encantado con Elías: no fue un personaje con el que tuve una empatía inmediata. Es un ser oscuro y una historia escabrosa, aunque desde el primer momento me di cuenta que el guión estaba muy bien estructurado. Con El Ciudadano a las pocas páginas me entusiasmé como loco y me dije: «a este personaje me tiro de palomita». Con La misma sangre fue diferente. Lo que me terminó de involucrar en la película fue la charla que tuvimos con Miguel y su perseverancia: quería a toda costa que hiciera este personaje.

–¿Y qué terminó seduciéndote de Elías?

–Cuando te empezás a meter en el universo de la película ves que el personaje tiene una serie de motivaciones y limitaciones que lo hacen muy interesante. Elías es un hombre viciado por un mandato paterno que nunca logró superar, encerrado en una relación matrimonial degradada hasta un punto sin retorno. Un hombre que no pudo con nada, ni con su vida social, ni con la comercial. Que vive una situación desesperante y cuenta con muy pocos recursos para resolverla. Después también empiezan a funcionar otras cuestiones que hacen que uno se involucre más y más con el personaje. Miguel tenía muy claro lo que quería contar e incluyó muchas sutilezas al personaje que le dieron mayor riqueza y carnadura. La verdad que fui a ver la proyección con cierto temor. «¿Cómo habrá quedado?», me pregunté. Porque es un relato complejo. Pero superó todas mis expectativas. Lo felicité a Miguel porque hizo una muy buena película.

–Elías es un hombre muy parco, pero en una escena llora, y por un motivo que aparentemente lo contradice.

–Claro. Me parece que ese es uno de los momentos clave de la película porque lo humaniza. Expresa que ninguna persona es lineal. Ese gesto le da más profundidad. Hasta te da ganas de decir «pobre tipo».

La delgada línea del éxito

Martínez (69 años) se toma su tiempo para hablar. Respira, reflexiona y a veces vuelve sobre algún tema que lo dejó pensando. Le gustó hablar sobre «las reglas de juego», como prefiere llamarlas, de la industria del cine. Y decide seguir explicando cómo las vive y cuál es su filosofía de trabajo: «Hay actores que se dedican a cierto rubro o que siempre hacen papeles muy similares. Yo los veo más como personalidades que piensas en términos de popularidad y no como actores. Seductores que el público no se cansa de ver, pero que no ofrecen demasiado. A mí me gusta actuar, la variedad y las películas que cuentan buenas historias. Admiro a artistas como (Marcello) Mastroianni y Daniel Day-Lewis, y ellos siempre buscaron cambiar», destaca.

–¿Sentís que este es el mejor momento de tu carrera?

–A ver… La verdad que no me puedo quejar. Me ha ido bien casi siempre. Pero puede ser que este sea el mejor momento de mi carrera. Siento que conseguí cierta madurez. ¡Algún beneficio tiene que tener el paso del tiempo! (risas). Me siento muy bien y me gusta lo que me está ocurriendo: la cantidad de propuestas que recibo, las que concreto, la variedad de papeles que interpreté, el espacio que pude abrirme en España… Todo eso me congratula y lo disfruto mucho. Pero me gusta pensar que mi mejor actuación todavía está por llegar. Uno siempre quiere elevar el listón, buscar nuevos desafíos. Hay gente que siente que lo mejor ya lo hizo. Yo creo que puedo hacer mi mejor trabajo en cualquier momento. Por eso dejo todo en cada cosa que hago.

–¿Cómo vivís esta etapa de cambios en la industria del entretenimiento en general y del cine en particular?

–Es cierto que la gente va menos al cine. Sucede en todo el mundo. Eso es atribuible al éxito de las series y películas por plataformas. La gente disfruta viendo contenidos desde su casa. Pero también es verdad que esas mismas plataformas necesitan contenidos. La misma sangre fue comprada por Netflix antes de verla. Eso genera un contrapeso importante. Si La misma sangre dependiera exclusivamente de la respuesta en los cines, los riesgos serían muy altos. Que Netflix apoye este tipo de películas es muy importante. Son fenómenos de estos tiempos, hay que entenderlos y tratar de explotar lo positivo. Lo que me parece auspicioso de este momento es que se van sumando plataformas de streaming como Disney y Movistar. Y productoras como Mediapro o Globomedia empiezan a producir para esas plataformas. Eso es interesante porque genera más inversión y porque nunca es bueno que todo esté concentrado en pocas manos. Yo lamento un poco esto del streaming porque a mí me gusta el cine en el cine. Me parece que es donde mejor se disfruta por múltiples motivos. Pero son los tiempos que corren. Yo mismo a veces miro película en esas plataformas. Aunque no soy espectador de series.

–¿Por?

–Me gusta una historia que empieza y termina. Esperar muchos capítulos y, sobre todo, nuevas temporadas no me gusta. Siento que me toman de rehén. No me seduce. Aunque me han hecho algún ofrecimiento para hacer una serie. Está todo muy verde, pero no lo descarto. «


La misma sangre

Dirección: Miguel Cohan. Guión: Ana Cohan / Miguel Cohan. Elenco: Oscar Martínez, Dolores Fonzi, Diego Velázquez, Paulina García. Luis Gnecco, Emilio Vodanovich, Malena Sánchez y Norman Briski. Estreno: jueves 28 de febrero.


Un año con cinco estrenos en la pantalla grande

El 2019 será un año a pura pantalla grande para Oscar Martínez. En marzo estrenará Yo, mi mujer y mi mujer muerta, del director sevillano Santi Amodeo; todavía sin fecha confirmada llegará El cuento de las comadrejas, de Juan José Campanella y con Graciela Borges y Luis Brandoni, entre otros; también tendrá un lugar en los cines, aproximadamente en octubre, Vivir dos veces, una comedia dramática de la española María Ripoll; y, por último, Tu me manques, un coproducción entre EE UU, México y Bolivia que Martínez filmó en Nueva York en 2017.
«La verdad que no me puedo quejar –confiesa–. Serán cinco estrenos en un año. Dos películas locales, dos españolas y una que filmé en EE UU. Me gusta trabajar, pero todavía me gusta más la variedad. No miro mi carrera en términos de una sola película. Apunto a algo más integral. En estas producciones hay personajes y géneros muy diferentes entre sí. En lo que respecta a filmar este año, tengo propuestas dando vueltas, pero todavía nada cerrado, por eso no quiero adelantar nada. Disfruto mucho de este momento y me apasiona seguir estando atento a nuevas posibilidades y dejar todo en las que finalmente me toca participar.»



La tercera fue un éxito ilustre

El ciudadano ilustre explotó en los cines de la Argentina y extendió ese suceso y prestigio a España. Fue una alegría para Gastón Duprat, Mariano Cohn, Oscar Martínez y todos los que participaron del proyecto. Pero también una feliz y gran sorpresa.
“Era una historia y una película que nos gustó a todos –señala Martínez–. Pero jamás imaginamos el recorrido y la llegada que finalmente tuvo. Si nos lo hubiera comentado alguien antes de filmar seguramente no lo hubiésemos creído. Incluso hubo dos intentos fallidos de filmarla, con dos productoras diferentes, y quedaron en la nada. Decididamente la tercera fue la vencida. Relatos salvajes sí me había parecido que podía ser muy convocante. Aunque ni por asomo pensé en 4 millones de espectadores: una locura para la Argentina y cualquier lugar del mundo.”