Con el clima a favor y un cielo estrellado, miles de fans colmaron el viernes el estadio abierto de Obras acompañados por sus camperas de cuero, tachas y remeras de Black Sabbath, esa liturgia fiel que embandera el mundo del metal, para escuchar y ver, quizás por última vez, a Ozzy Osbourne, el Príncipe de las Tinieblas. El nombre de la gira dice mucho –“No More Tours 2”–, en declaraciones periodísticas juró y perjuró que se retira de los escenarios, pero con Ozzy nunca se sabe.

A las nueve en punto un video con imágenes históricas del ex Black Sabbath le dio inicio al concierto para luego encender los motores con el primer tema: “Bark at the Moon”, y con ese ladrido a la luna se prendieron las luces y el estadio estalló eufórico. Entre tema y tema el público no dejó de ovacionarlo con el típico “Olé olé olé…” como agradecimiento a un músico clave en la historia del rock.

Siguieron temas como “Mr. Crowley”, “I Don´t Know”, “Fairies Wear Boots” (Black Sabbath), “Suicide Solution”, “No More Tears”, “Road To Nowhere”, hasta llegar a “War Pigs” (Black Sabbath): fueron veinte minutos épicos, con la cruz en el medio de la pantalla teñida de un rojo sangre y fuego mezclándose con la imagen de Ozzy, quien en un momento dejó el escenario para darle todo el protagonismo a Zakk Wylde. El guitarrista que acompañó a Ozzy por más años hizo un solo monumental y piruetas de diversa índole que encendieron todavía más a los fans. La banda la completan Tommy Clufetos (batería), Rob «Blasko» Nicholson (bajo) y Adam Wakeman (teclados e hijo de Rick).

Catorce fueron los temas que convirtieron el concierto en una noche sin fallas y difícil de olvidar. El sonido impecable, las pantallas de altísima resolución, la cruz enorme en el medio y los rayos láser ofrecieron un marco ideal para una banda que maneja la biblioteca del metal al detalle y todo el carisma de Ozzy. El cierre formal del show fue con la monumental «Crazy Train» y la adrenalina subió hasta lo más alto.

Pero habría más. Los bises incluyeron “Mama I´m Coming Home” y como cierre definitivo, “Paranoid”, de Black Sabbath. La lluvia de aplausos y gratitud fue el telón de fondo de un anoche sin baches.