La vida de uno de los actores más reconocidos de nuestro país no sabe de tiempos laxos, y el año que recién comienza lo encuentra así, en permanente movimiento. De esa forma continúa la carrera de José María “Pepe” Monje, una instancia que comenzó en su más tierna edad y que lo llevó a ser parte de celebrados dramas, policial y comedias en múltiples propuestas para el mundo del cine, el teatro y la televisión. Por estos días, el actor se encuentra a pleno con los ensayos de Detrás de la puerta, un thriller policial que narra la particular psiquis de un asesino que llegará a su reestreno el próximo 3 de febrero, siempre con funciones pautadas todos los viernes a las 20 en El Tinglado, Mario Bravo 648.

–¿Cómo comenzó tu 2023?

–Muy bien, reunido con mis hijos, la madre de ellos, nietos y gente querida. Hubo ocasiones en que no podía estar para un 31 a la noche, pero no fue esta la ocasión. Por otro lado, feliz de encarar una nueva temporada con Detrás de la puerta, una propuesta independiente, hecha a pulmón y para la gente que ama el teatro.

–¿Siempre quisiste ser actor?

–Sí, desde los seis años ya quería actuar y comprendía que ese espacio era un lugar libre. Venía de una escuela pública y si estabas mal peinado o tenías el pelo un milímetro largo, te mandaban a tu casa. En paralelo iba al Instituto Vocacional de Arte, que se llama José Labardén, un espacio que todavía no fue descubierto, de lo contrario ya lo hubiesen volteado porque pertenece al Gobierno de la Ciudad. Es una escuela de artes combinadas para pibes que me abrió la cabeza porque no había uniformes, delantales y era un lugar de libertad.

–¿Es verdad que de chico querías ser bombero?

-A los cinco quería ser bombero y a los seis actor. Nací en Barracas y cuando iba al Parque Lezama veía a la autobomba por las calles. Después, cuando tuve que hacer una ficción, ingresé a un cuartel de bomberos y me di cuenta que podía dar una mano siendo una persona pública, así que me capacité para ser bombero.

–¿Diste exámenes prácticos y teóricos para ese fin?

–Sí, fue como un año de capacitación, como aspirante. Luego de un año ascendí y desde el 2013 soy parte del cuerpo activo de los Bomberos Voluntarios de La Boca.

–¿Fuiste a prestar servicios a incendios?

–Sí, pero no sólo a ese tipo de emergencia y siniestros. Las emergencias son varias y no tienen que ver solamente con los incendios. Hay guardias en las que estás meses sin salir del cuartel y otras que son periodos que son mucho más activos. Uno tiene que cumplir muchas horas de servicio en la semana y hay que administrarlas como se puede. Hay mucha responsabilidad no solamente para la sociedad. Uno tiene que entrenar y estar capacitándose junto a otros camaradas.

Foto: Mariano Espinoza

–Muchos te conocieron por tu trabajo en Pelito, la exitosa tira de 1983. ¿Te imaginabas que esa serie se transformaría en un puntapié de tu trabajo a futuro o lo veías como un juego?

–No lo encaré como un comienzo de una carrera en ese tiempo. Creo que si lo hubiese hecho de otra manera o si me hubiesen ayudado, hubiera enfilado de otra forma. Para mí era todo un juego, no había responsabilidades y los errores no me afectaban porque era muy inconsciente. Creo que la carrera actoral comenzó a tener sentido cuando llegaron mis hijos, pero me acuerdo que a los 14 años ya tenía una representante que era la única que trabajaba con chicos. Pablo Rago, Pablo Codevilla y yo estábamos con ella.

–¿Cambió mucho la actuación para vos desde ese momento?

–Cuando la actuación es juego y no hay responsabilidad es de una forma y luego, cuando tomás conciencia de la vida, es de otra. Así me fue también, porque creo que desperdicié muchas oportunidades que me dio la vida. Pero bueno, me las sigue dando con otra asiduidad. Con esto quiero decir que antes se grababan cuatro novelas en un canal y hoy todo es distinto.

–¿Te quedaron amigos de esa época?

–Sí, muchos técnicos. No tantos compañeros de actuación, salvo Pelito, que es un grupo de gente que nos seguimos viendo. Inclusive, Fernando Cabot, que hacía de diariero en la tira, es el padrino de mis hijos. Había comenzado de muy chico, los compañeros que tenía eran gente muy grande como Darío Vittori, así que no podía salir de parranda con ellos.

–¿Cuándo te diste cuenta que tenías lo tuyo para actuar?

–Eso nunca lo supe y debe saberlo la gente. Son criterios, así que para mí no hay buenos o malos actores, hay actores. Esa pregunta debe responderla la gente.

–¿El actor madura con el tiempo?

–Tiene esa suerte. No es como un deportista que tiene una vida útil hasta los treinta y algo. El actor, si hace un buen camino, comienza a los cuarenta y algo. Al entrar en esa madurez puede encontrar su propia línea.

–Este año cumplís cincuenta años arriba del escenario. ¿Te sentís de vuelta en algunas cosas?

–En algunas, sí. Sin embargo, la adrenalina sigue estando antes de entrar al escenario, esa es la verdad. Lo bueno de todo esto es que vas aprendiendo y hacés más preguntas previas para saber dónde meterte, porque antes uno no preguntaba dónde estaba y actuaba por necesidad, de manera que los resultados podían ser disímiles. Desde hace un tiempo ya no tengo la necesidad de subir al escenario porque sí. Tengo claro al artista y comprendo que no tener trabajo es parte de mi trabajo. Lo importante es que no estoy de vuelta porque sigo estando de ida.

–¿Qué es el éxito después de tantos años de trabajo?

–El éxito es que tus hijos te llamen y te visiten más seguido, comer juntos, disfrutar. La actuación es un oficio hermoso, el éxito es puro cuento, como dice el tango. Me gusta poder estrenar una tercera temporada de una obra como Detrás de esa puerta, algo que me pasa por primera vez. La estamos haciendo en el teatro independiente, ahí está la llama, pero también la vamos pichuleando como podemos. La verdad es que no puedo hablar de éxito porque todavía no lo he reconocido. «