Para Raly Barrionuevo el verano es una época sensible. Se trata de un período del año fuerte para el trabajo, pero que también lo empuja a la introspección. Las sensaciones que atraviesa por estos días el artista nacido en Frías, Santiago del Estero, tienen que ver con su historia y su manera de mirar su vida y recorrido artístico.

«La verdad es que estoy con ganas. Perdí a mi vieja un verano de 2013, pero ella me dijo que siga para adelante y le hice caso. Esta época del año es el momento en que más frágil me siento y en el que con más intensidad toco. Estoy comprometido con el laburo y con lo que digo en cada canción», explica el cantante y compositor que este sábado se presentará en el espacio al aire libre de la Ciudad Cultural Konex, cumpliendo con el ritual de tocar en la Ciudad de Buenos Aires cada febrero.

«Disfruto del clima distinto que se forma, porque no es un teatro, es a cielo abierto, pero en un lugar que te contiene. Se genera una onda muy linda cuando tocamos en el Konex. Hace varios años que hacemos esta peña. Ya es folklórico para nosotros estar allí en febrero disfrutando del publico porteño», puntualiza Barrionuevo. La fiesta arrancará al atardecer para que la noche de verano encuentre el patio del Konex a pleno baile de chacareras, zambas y folk-rock, en una velada apta para toda la familia.

Este año el santiagueño comenzó su temporada de recitales volviendo, después de siete años, al pueblo donde nació y se crió. «La vuelta a Frías me movió toda la estantería porque después de la muerte de mi mamá –el 28 de enero de 2013– no podía regresar. Me costó muchísimo y se fue estirando, pero fue hermoso poder volver. Fue muy fuerte lo de su enfermedad, su muerte y regresar a Frías. Cuando estuvo internada yo seguí tocando, volví en la semana de su partida y fue una despedida que me marcó», cuenta Barrionuevo desde su casa cordobesa en Unquillo.

En relación a cómo construye los repertorios para estos recitales de verano, destaca: «Hay un lista que armo para no respetarla del todo. Me divierte mucho eso y me permite marcar las diferencias con algunos conciertos de otros lugares. Además, siempre tengo un momento solo con la guitarra, y ahí se genera algo con el público que está por fuera de cualquier programación».

De todos modos, sobre la posibilidad de incluir canciones inéditas en ese plan, revela: «Soy reservado y me gusta que esos estrenos salgan en el momento en que tengan que salir. Por lo general, a las canciones nuevas las pruebo con los amigos en la galería de mi casa. Por suerte, tengo amigos y amigas que me dicen la verdad (risas)».

Con su guitarra como compañera, Raly continúa marcando un estilo propio. «Me aburren mucho los libretos, me gusta dejarme llevar, hacer lo que voy sintiendo. Tengo varias ideas, pero no me pongo metas. Quizás en breve grabe es un disco. Quizá organice más recitales. Lo único que sé es que con la autogestión encontré la manera de hacer sólo lo que disfruto. Sin estructuras ni mandatos, no como cuando estás en una discográfica. Eso ya lo hice, pero lo que yo quería y necesitaba era la independencia artística total», subraya.

Sobre el rol de la música en la sociedad, Raly cree que es una expresión clave de los pueblos. «No puede haber una sociedad sin canciones. Hoy la tecnología te aleja de esos momentos especiales, como leer o escuchar música, pero creo que igual el arte se mete y le da color a la vida. Uno como músico es una antena que intenta captar situaciones humanas para contarlas y que otros se sientan identificados. Todos somos eslabones de una cadena de situaciones en la que el aporte de todos es importante. Si uno trata de aportar cosas positivas, es mejor para todos».

Barrionuevo no es de los artistas que hace por hacer. Cada una de sus acciones expresa un profundo compromiso artístico. «Lo más lindo que me puede pasar es escribir una canción, sentir esa tranquilidad que te da cuando estás seguro de que lo que querés transmitir está en la letra. Es una sensación única, no tiene comparación con nada. Creo que todos deberían tomarse su tiempo para reflexionar y ver si sus acciones o su tarea los deja tranquilos con su conciencia. Hoy todo es ya y creo que por apresurarse la gente comete muchas cagadas. Queremos resultados rápidos y no sé si es lo mejor. Hay que tener paciencia y laburar duro, pero a conciencia».

En algún momento Barrionuevo fue parte de un proyecto conocido como Universidad Trashumante. Se trató de una iniciativa de docentes universitarios de San Luis que a comienzos de los ’80 empezó recorrer todo el país, y se convirtió en un novedoso y efectivo proyecto nacional de educación a mediados de los ’90. Con 25 grupos regionales de apoyo, su objetivo era claro: contribuir a la construcción de un país más justo. Muchos de los recitales de Barrionuevo en aquel entonces eran para apoyar ese proyecto.

«La educación popular es una clave –agrega–. Si uno se compromete, se puede cambiar el mundo desde una visión política, pedagógica y artística. Una de las claves de la educación popular consiste en ordenar ideas. Fue muy interesante la posibilidad de recorrer el país como lo hizo esta organización con una propuesta que nos permitía presentar una codificación apta para el debate de qué somos. Esas experiencias ayudan a repensar conceptos que son retrógrados y siguen circulando en nuestra sociedad».

Pero sus reflexiones no terminan ahí: «Me parece que cada uno desde su lugar puede ayudar. Creo que los poderes políticos son parte del problema, pero siempre hay esperanzas de que las cosas mejoren. Nada sucede por arte de magia, todo es un proceso, que muchas veces es lento y doloroso y creo que en eso estamos como país».


¿CUÁNDO?
Raly Barrionuevo vuelve con su tradicional Peña del patio. Sábado 22 de febrero a las 19, en el Centro Cultural Konex, Sarmiento 3131.

Trap, hip hop y otras yerbas

Para Raly Barrionuevo, hoy la expresión de muchos jóvenes pasa por géneros que a veces son vapuleados por los adultos. Pero Raly ve las cosas diferente: «Hay muchas mixturas y eso siempre está bien. En el norte siempre se fue permitiendo esa permeabilidad por fuera de la estricta tradición y eso para mí es saludable», dice. La chacarera y el trap, según su visión, se pueden unir: «Todo depende del mensaje. Si sólo habla de cosificar mujeres y hacer dinero fácil, no está bueno, pero si demuestra el sentir de un sector, eso está genial».
La herencia cultural es importante pero no hay que ser tan rígido, cree el santiagueño. «De chico escuchaba folklore tradicional. Así aprendí a tocar, de parar la oreja, pero en un momento sentí que me quedaban cortas las letras o los sonidos. Necesitaba decir otra cosa y quizás le puse cosas rockeras a mi estilo. Entonces, entiendo si los jóvenes hoy quieren fusionar lo de ayer con algo que hoy los representa, porque a mí me pasó, no hay que ser tan puristas. Las canciones paisajísticas están buenas pero siempre hay nuevas problemáticas, y si yo me di cuenta escuchando a (Raúl) Carnota, quizás alguien se anime escuchando lo mío. Yo era un pibe con una guitarra, hoy quizás alguno le agrega algo de sonido electrónico: si lo hubiese tenido, por ahí también lo hacía. Pero en mi época era distinto», revela. Rapear en un tema no es algo que descarta (alguna vez probó invitando a Karen Pastrana, ex Actitud María Marta): «Creo que está bueno ser abierto y no levantar el dedo juzgando algo sólo por prejuicios. Lo importante es dar un mensaje interesante».