Con la presencia del Ministro de Cultura de la Nación, Tristán Bauer, la sobrina nieta de Evita y la Ministra de Gobierno de la provincia de Buenos Aires, Cristina Álvarez Rodríguez, el Instituto Nacional de Investigaciones Históricas Eva Perón-Museo Evita presentó este lunes a la prensa “La luna de miel de Inés”, la restaurada primera publicidad que Eva Duarte protagonizó en 1938. Participaron también del evento Sergio La Roca, en representación de la familia que custodió el filme por más de treinta años, el historiador del cine Fernando Martín Peña y otras autoridades del INIHEP- Museo Evita.  

A propósito de la restauración del filme de Evita, el ministro Bauer agradeció a la familia La Roca por conservar “esta joya tantos años, por valorarla” y agregó que “estamos fuertemente trabajando para crear una Cinemateca Nacional para preservar nuestra memoria, digitalizarla y ponerla a disposición de todos y todas”. Por su parte, Cristina Álvarez Rodríguez destacó la importancia de presentar el centro audiovisual y filmoteca para el cuidado, la custodia y la preservación de materia audiovisual sobre Evita y las mujeres de militancia de la época, al cumplirse 20 años de labor ininterrumpida del Museo. “Invitamos a que familias, como La Roca, se acerquen y se animen a compartir sus tesoros, los que lograron sobrevivir al año 55. Lo que sobrevivió va llegando. Cuando uno cree que todo lo vio acerca de Evita, aparece algo que te sorprende”, agregó.  

Historia de una pasión argentina  

Como tantos otros objetos y símbolos ligados al peronismo que desde la dictadura de 1955 en adelante se pretendieron destruir, esta copia de 35 mm en soporte nitrato sobrevivió conservada a lo largo de las décadas por determinadas voluntades. En este caso, fueron los hermanos Sergio y Tito Livio La Rocca. Por eso, Sergio La Roca, en representación de la familia relacionada con la distribuidora I.N.C.A. Films de la Argentina, comentó su compromiso y satisfacción “por haber contribuido a que estas imágenes de una Evita hermosa, joven y brillante y mostrando todo su potencial, llegue de esta forma a su destino original, que fue el pueblo argentino. Todo lo de Evita fue para el pueblo argentino».  

En 2019, a ochenta y un años de su realización, la copia del corto llegó a manos del historiador Fernando Peña para su restauración. Peña explicó que, al proyectarse en el cine: «Así eran los comerciales en la década del 30: tenían un argumento, una duración de aproximadamente cinco minutos y el producto venía presentado al final. Es seguro que fue lo primero que ella protagonizó, puede ser parte de una campaña o no, este es el único corto que queda de Eva promocionando un producto». Peña agregó que la falta de interés de las políticas macristas para todo lo que esté relacionado con la restauración de piezas históricas hubieran hecho que el filme sucumbiera al paso del tiempo y que fue necesario un cuidado artesanal para que hoy pueda ser presentado al público.    

Su ta trayectoria cinematográfica

“Evita fue una persona que cambió los destinos de muchos, y sobre todo el propio. Me parece que el trayecto de su filmografía, desde este corto hasta la película “La Pródiga”, representa el arco de su vida, como si hubiera sido consciente. Este corto representa todo aquello donde la quisieron poner y desde donde ella se escapó”, agregó Peña.  

En efecto, la publicidad relata la historia de un matrimonio una vez finalizada la luna de miel y su regreso a la vida cotidiana. El papel de Evita es el de Inés, una joven ama de casa que quiere complacer a su marido -interpretado por el actor Claudio Martino- cocinando bien. Sin embargo, “Olavina”, el aceite que Inés-Evita promociona tiene algo de sueño y aires justicialistas. No es aceite de oliva, pero tiene su sabor y el precio se presenta como accesible a las clases populares.  

Claramente, Eva Duarte devenida María Eva Duarte de Perón y  “Evita” renegó y se alejó del estereotipo de ama de casa sumisa que aparece en la publicidad.  Si este fue su primer primer papel en la pantalla grande, su último papel protagónico cinematográfico no es menos vaticinante. En efecto, en “La pródiga” (Soffici, 1945), Eva Duarte encarna a Julia Montes, una mujer bella y adinerada que carga a sus espaldas un pasado de penas y vida licenciosa. Para redimirse del pretérito imperfecto Julia Montes se dedica a ayudar a los necesitados. En el pueblo la respetan y la adoran: la llaman invariablemente la “Señora”, la “madre de los pobres”, “hermana de los tristes”, “madrina de los niños” y “una persona sagrada” anticipando casi de manera textual los epítetos con los que la calificarían a Evita. En la ficción, la futura Abanderada de los Humildes, Hada de los Niños y Jefa Espiritual de la Nación recorre el pueblo ficcional como en una fundación ambulante (¿el tren sanitario?) haciéndose cargo de los pedidos de los menesterosos y socorriendo a los desheredados. Julia Montes muere en plena juventud sacrificada entre su amor carnal y el amor a su pueblo. “No creí que un poco de felicidad, la última costase tan cara”, dice agonizante, en un epitafio que bien podría resumir la vida breve y extraordinaria de Eva María Duarte de Perón.