Rodrigo Bueno amaba el cuarteto, forjó su camino a puro ritmo e hizo bailar a todo un país. Su vida tuvo todos los condimentos para un guión memorable: hambre de gloria, excesos, amoríos, la pérdida de su padre, fama, dinero in crescendo y una muerte trágica que interrumpió de golpe una carrera que parecía invencible. El Potro. Lo mejor del amor, la película que se estrena este jueves, es esa vida contada por Lorena Muñoz, la misma directora que se encargó de la biopic de Gilda.

Muñoz sabía que necesitaba encontrar a alguien que se pudiera meter en la piel de Rodrigo como Natalia Oreiro lo hizo con Gilda. Aproximadamente 500 personas pasaron por el casting. El elegido fue un flaco desconocido y algo desgarbado que apareció el segundo día. Muñoz se sintió impresionada por el gran parecido físico con la estrella del cuarteto, más allá de que no tenía ningún tipo de entrenamiento previo, ni como actor ni como cantante. Era Rodrigo Romero, que se había enterado de la búsqueda por Facebook y decidió probar suerte. Muchas veces había imitado a Rodrigo, era su ídolo y el de su madre. Pero nunca pensó que lo encarnaría en una película. Su fanatismo resultó fundamental para personificar al cantante que tanto admira y poder estar a la altura de un desafío, literalmente, de película.

Romero está por cumplir 30 años. Fue albañil, hizo todo tipo de changas y vendió y compró autos. Ni siquiera él imaginó que sería parte de la industria del cine y que le cambiaría la vida para siempre. Tiene tres hijos: Ruby de 8 años, Ryan de 5 y Romeo de 18 meses. «Tuve mi primera hija a los 21 y tenía que hacer cualquier cosa para que no le falte nada. Ellos tres son mi motivación. Las cosas que hice bien y las que hice mal siempre fueron para ellos. Esta oportunidad de protagonizar la película de Rodrigo también es para ellos y trato de disfrutarlo a pleno», puntualiza Romero. Y, casi inmediatamente, agrega: «Todos somos un poco actores y actrices en la vida. Casi todos en algún momento tenemos que aparentar algo, enfrentar alguna situación que pide ponerse en un personaje».

–¿Este cambio de vida significa mucho para vos?

–Es fuerte. Conocía de la tele a todos los actores que participan en la película. A Lorena (Muñoz) no tenía el placer de conocerla, pero trabajar con todos ellos fue una sensación hermosa. Son todos unos monstruos: Fernán Mirás es un genio, Flor Peña es una capa y Jimena es hermosa y talentosa. A Malena Sánchez la recordaba de Chiquititas y también resultó tener muy buena onda. Eran todos cracks y yo. Esto es un regalo. Lo que más aprecio es que se me haya dado una oportunidad, algo que a muy pocos se les brinda. Puse todo para hacer de mi ídolo de la mejor manera posible. Me siento muy feliz, todo lo que vivo es hermoso, emocionante. Estoy disfrutando algo que nunca imaginé, pero siempre mirando para adelante. Ser Rodrigo, al menos por unos meses, me cambió la vida. Me acuerdo de cuando mi vieja me hizo escuchar su música por primera vez: no podía parar de disfrutar. Y ahora esto…

–¿Tenés miedo de quedar encasillado en este personaje?

–No sé si la palabra es miedo. Creo que tengo muy en claro que no quiero ser él, nunca lo seré, estoy muy lejos de lo que era. Rodrigo era un chongazo de 1,90, yo soy un flaquito que nada que ver. Siempre me gustó su música y hoy aquí estoy, haciendo de él. Alguna vez, por el parecido me propusieron que lo imite, pero no me dio. No quiero quedarme encasillado, me gustaría aprovechar para seguir en esto. Se me abrió todo un universo nuevo para mí. Actuar y cantar no era algo que yo quería en mi vida. Pero ahora quisiera perfeccionarme, estudiar, formarme y tener como proyectos otros personajes. Poder hacer mis canciones. De hacer música, sería cuarteto, obvio. No soy actor, no soy cantante, esto es un regalo que me dio la vida. Pero quiero quedarme inmerso en el mundo del arte. Veremos qué será de mi futuro.

–¿Sentiste presión por hacer de alguien tan popular?

–Sentí una gran responsabilidad porque en su momento fue la figura más importante de la música popular. Todos nos preguntamos qué sería de él si no hubiese pasado ese accidente. Pero estuve muy relajado. Siempre atento a las devoluciones de los demás actores, que eran los que mejor me podían guiar, y siempre me tiraron buena onda .Yo confiaba mucho en la dirección, sentía que me iban a decir si algo no andaba. Además, tenía una coach, María Laura Berch, que me ayudó desde que empezamos hasta el fin del rodaje. No lo podría haber hecho sin ella. Hice la película desde el amor, desde la idolatría que le tengo a Rodrigo. Lo hice con respeto, pero sabiendo que la gente que trabajaba conmigo confiaba en mí y yo en ellos. Rodrigo es único e irrepetible. La intención era hacer una interpretación del Rodrigo que construimos, pero sin copias. Siempre dije lo mismo: Rodrigo es patria, Rodrigo no se toca.

–Como confeso fanático de Rodrigo, ¿sentís que era necesario mostrar cómo fueron las cosas?

–Era necesario. El ojo de Lorena es muy fino. Me gustó mucho su peli sobre Gilda: se notaba mucha sensibilidad para armar una narración de alguien conocido, tratando de mostrar lo que los demás no saben o cómo fue ese camino. La idea para Rodrigo también era contar cosas que no se vieron. No fue un camino fácil y terminó muy pronto, pero a veces uno necesita entender. No era fácil ser Rodrigo.

–¿Cómo llevás vos la exposición?

–Por el momento bien. Esto va creciendo cada día. Recién estoy empezando a sentir de qué se trata. Puedo caminar por la calle y la gente no me reconoce. Alguno por ahí me saluda, pero es raro. No me preocupa. No me imagino qué pasará en el futuro, pero no creo que algo me incomode o haga daño. La verdad, no sé qué va a pasar mañana. Me gusta no saber. Hace un tiempo estaba en la construcción y hoy me preguntan cosas de interpretación actoral. La verdad es que es algo nuevo y eso siempre es interesante. Cambió todo. Sé que si digo algo complicado muchos se pueden hacer eco. Estuve saliendo con Jimena Barón porque me gustaba antes de esto, la pude conocer y pegamos buena onda. Dio que hablar, pero no la pasé mal. Siempre tengo la chance de volver a hacer lo que hacía en mi vida anterior a la película. Si en algún momento la paso feo, agarro mis cosas y me voy. Trato de no despegarme de la tierra porque también aprendí de Rodrigo que no es una carrera fácil. Vamos a ver qué es lo que nos depara el destino. «



El Potro. Lo mejor del amor.

Elenco: Rodrigo Romero, Florencia Peña, Jimena Barón, Daniel Araoz, Fernán Mirás y Malena Sánchez. Estreno: jueves 4 de octubre. «




La búsqueda del ser humano detrás del ídolo

Lorena Muñoz venía de cosechar múltiples elogios por Gilda, no me arrepiento de este amor. Ahora apostó a retratar la vida de Rodrigo, el cuartetero que tuvo un meteórico ascenso a la fama a finales de los ’90 y murió en un accidente en la autopista Buenos Aires-La Plata, el 24 de junio de 2000 en pleno auge de su carrera.

«Es imposible no comparar las dos películas porque son hechos que ocurrieron en una época muy parecida. Gilda va desde del ’90 al ’96, y lo de Rodrigo se desarrolla entre el ’89 y el 2000. En las biopics se tiende a contar cosas mucho más antiguas. Esta historia no es tan lejana. La gente la recuerda y está el riesgo de que no sea exactamente como fue», explica la directora.

«Gilda era una maestra jardinera que se anima a cantar y todo es más recatado. Rodrigo era más directo al hueso y la película emula eso. No había que perder tiempo. El film tenía que tener mucho dinamismo y ritmo. Había un montón de cosas para narrar en poco tiempo. Por eso tuvimos que tomar una decisión de recortar e ir a lo que considerábamos más importante dentro de lo que queríamos contar. Hay una película y puede haber miles sobre la vida de Rodrigo porque «El Potro» era muy rico en cuanto a aristas a explorar. Pero decidimos contar esta», señala Muñoz.

La directora explica que siempre tuvo presente una responsabilidad ética a la hora de hacer la película: «Meterse con un ídolo popular no es fácil. Cada uno quiere reencontrarse con eso que fue, pero la idea no es vanagloriarse del ídolo, sino encontrar al ser humano en ese ídolo. Alguien con dolores, dificultades y complicaciones. No queríamos una película naïf, nadie hubiese respetado un film así sobre Rodrigo. Elegimos narrar lo que le pasaba, con eso que todos sospechábamos que vivía o padecía en la cresta de la ola».

Para Muñoz los nudos centrales pasan por cómo Rodrigo encontró su identidad musical y cómo superó las adversidades. «Había un costado íntimo complicado que era interesante de entender o, al menos, tratar de entender. Tenía que ver con los amores, las conquistas, el nacimiento del hijo y la muerte del padre. Son aspectos con los que la mayoría se puede identificar.» «