El acorazado Potemkin (1925)

Serguéi Eisenstein es el autor de la primera película de esta lista que ofrece un recorrido por el cine ruso de los últimos 100 años, y que es posible de ver desde la Argentina. Es cierto que Potemkin se le atribuyó al llamado cine soviético como una forma de mostrar que el comunismo también podía hacer un cine equiparable al de Hollywood, la gran usina del capitalismo. Pero no podría haber habido Unión Soviética sin Rusia, mal que pese a algunos, porque toda estructura está hecha también de historia, acaso en una proporción no siempre bien ponderada. Así que esta genialidad cinematográfica, la inauguración de lo que los especialistas llamaron “cine de masas” y a su autor, el inventor del concepto de montaje (o montaje intelectual, una manera de narrar por imágenes que define la edición moderna), abre las recomendaciones. Visto y analizado tantas veces, el film cuenta un motín de marineros en Odessa que da origen al levantamiento popular de 1905. Tiene la escena de los soldados masacrando a la población en las escaleras de dicha ciudad, uno de los puntos salientes de la historia del cine. Tan es así que la reproducen, entre otros, Brian De Palma en Los intocables y hasta la inefable La pistola desnuda 33 ⅓.

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Pasaron las grullas (1957)

Una de las primeras muestras del desperezamiento que empieza a experimentar el arte en la Unión Soviética luego de la muerte de Iósif Stalin y su experimento totalitario. Dirigida por Mijaíl Kalatózov, introduce los planos secuencias que al otro lado del mundo habían fascinado tanto a Alfred Hitchcok, que incluso llegó a hacer una película completa así (conocida como La soga o Festín diabólico -1948- en la Argentina). Esta historia de amor y amistad ambientada en la Segunda Guerra Mundial intenta mostrar que las decisiones difíciles, de esas que cuestan tanto perdonarse, formaron parte de la vida cotidiana de millones de habitantes de Rusia y otras repúblicas de la Unión Soviética durante el enfrentamiento con los nazis. Y lo hace precisamente a partir de perfiles individuales, no de miembros del Partido Comunista o del ideal soviético. De ahí, suponen varios, la gran popularidad que tuvo en su estreno en la Unión Soviética. Es la única película soviética que ganó la Palma de Oro. Disponible en YouTube

Lluvia de julio (1967)

El beatnik en versión soviética. Una joya que tal vez no tanto por su calidad -que la tiene-, sino porque vence el prejuicio de que durante todas las décadas del comunismo los rusos no podían, y menos sabían, divertirse. Incluso esta película es bastante revisionista sobre lo que los propios rusos creían acerca de cómo debían ser las relaciones personales, que habían estado más guiadas por una ideología que por la cultura, la época y demás cuestiones que tanto las condicionan como liberan. Dirigida por Marlén Jutsíev y producida durante el llamado Deshielo de Jruschov, cuenta un romance entre dos jóvenes de treinta y pico que arranca en verano y se prolonga hasta el otoño. Con reminiscencias a la Nouvelle Vague, está lleno de canciones populares rusas del momento, y hasta se puede escuchar la Cumparsita y ver indumentaria y peinados bien occidentales. Disponible en YouTube

El síndrome asténico (1990)

Primera y única mujer directora de esta lista, porque pese a lo promovido ideológicamente e impulsado en muchas áreas, en el cine no se vio reflejado: el patriarcado no se elimina por decreto. Así que Kira Murátova aparece no por casualidad después de la caída del Muro de Berlín y a poco de que la Unión Soviética se disuelva. Y es precisamente ese contraste entre lo que efectivamente fue, aunque quiso ser distinto, y la ilusión casi desesperada porque el milagro se produzca. La primera parte en blanco y negro y opaca: la comida no falta, pero los sueños no llegan. La segunda en color: se ha iniciado la Perestroika (1985) y la ilusión cunde, pero nadie parece confiar en que se concrete alguna. Ganadora de varios premios, incluido el León de Plata del premio especial del jurado en el 40º Festival de Berlín. Disponible en YouTube.


Leviatán (2014)

Los problemas de la Rusia del siglo XXI entran en escena con uno de los directores más salientes de su cinematografía actual, Andréi Zviáguintsev. Y cuenta cómo un alcalde de un pueblito a orillas del mar de Barents, al norte de Rusia, usa su poder para echar al sencillo Kolia y así quedarse con su casa, su taller y ponerse a explotar su tierra. Claro que el desposeído Kolia no se queda cruzado de brazos, y llama a un abogado de Moscú para que lo defienda. Pero en la Rusia capitalista los problemas son similares a los de Occidente: las leyes (y muchos abogados) están a favor de los poderosos. Este aclamado film que ganó el Globo de Oro en 2015 es una de las mejores muestras de la vida cotidiana de Rusia hoy. Disponible en Movistar Play.