Mientras los dedos recorren el mástil de su guitarra y hacen sonar arpegios sutiles, Soledad Villamil define su nuevo ciclo en el Torquato Tasso como un encuentro inevitable. «Si no vengo acá a tocar en febrero, algo puede fallar», bromea después de recordar que en diciembre de 2006 se presentó por primera vez en el centro cultural de San Telmo y en febrero de 2007 comenzó con un ciclo que volvió todos los años, durante el mismo mes. «Es un ritual que disfruto y no pienso abandonar», subraya con media sonrisa. «La idea es hacer shows mixtos, que incluyan temas de todos mis discos. Todavía estoy presentando mi último trabajo, Ni antes ni después, pero me gusta tocar un repertorio variado», revela –siempre con la guitarra entre sus manos– sobre las presentaciones que dará todos los sábados de febrero en Defensa 1575.

Villamil construyó una potente carrera como actriz que incluyó, entre muchas otras participaciones y reconocimientos, el premio Cóndor de Plata por su actuación en El mismo amor, la misma lluvia y el Oscar a mejor película extranjera por El secreto de sus ojos –donde conformó la pareja protagónica con Ricardo Darín–. Pero acaso en el mejor momento de su carrera en la ficción comenzó a ponerle más energía, tiempo y pasión a su recorrido musical. «Empecé haciendo tango, boleros, copla española, música latinoamericana y en el último disco me animé a cantar canciones mías que no tienen un género en especial. Son simplemente canciones. Me entusiasma cada vez más esta nueva búsqueda que tiene que ver con escribir además de versionar», destaca. Ese camino expresivo y de crecimiento incluyó los discos Soledad Villamil canta (2007), Morir de amor (2009), Canción de viaje (2012) y el más reciente Ni antes ni después (2017). «Estoy muy feliz con cómo se fue dando todo. Salió naturalmente, nada fue buscado», subraya.

–¿Cuáles son los ejes temáticos que te inspiran a la hora de escribir tus canciones?

–Parten de muchos lugares diferentes, sobre todo de vivencias cotidianas que me estimulan a tener ganas de hablar de ellas. El amor está porque es algo que atraviesa todas las circunstancias: no me refiero sólo al amor romántico, sino a sus más diversas presentaciones. A veces las ideas surgen de algo que escucho. En el último disco escribí una canción que se llama «Niña africana» por una foto que vi en el diario y como venía siguiendo la situación de las personas migrantes se despertó algo que terminó siendo una letra. Las ganas de escribir siempre vienen de algo que me conmueve, puede ser algo más íntimo o más personal, o algo más social o de otra índole. Una canción tiene que conmover: si no conmueve a quien la hace no tiene mucha chance de hacerlo con el público.

–¿Tenés un método?

–Siempre surge la música primero, que me propone un estado de ánimo y me vincula con una letra. Pero no hay reglas fijas. Algunas canciones salen medio de una, otras me obligan a luchar bastante más. No tengo que entregar un disco por año a una compañía. Trabajo con un sello independiente que no me impone un ritmo en particular A veces soy yo misma la que se impone tiempos cuando me urge. Hay momentos en que la inspiración viene más seguido y otros en los que no aparece. Pero siempre trato de darle cierta continuidad.

–¿Te sentís alejada de tu carrera como actriz?

–No. Ahora trabajo cada tanto. Cuando me llaman y me entusiasma el proyecto. Trato de combinar. Cuando me aparece algo que está bueno, lo hago.

–¿Sentís alguna sensibilidad en común entre la música y la actuación?

-Sí. Tiene que ver con la emoción, con que eso que hago me movilice. Cuando leo un guión que me mandan necesito sentir que me brinda algo diferente o que me estimula de alguna u otra manera. Si es una comedia que me haga reír, si es un drama que lo que me toque sea fuerte. Me ha pasado muchas veces que un guión me hizo decir: esta historia es genial, esta buenísima, hay que contarla y te da ganas de verla hecha. No tengo escrito mi propio dogma pero creo que tiene que ser una buena historia, un buen cuento. Por más que la palabra entretenimiento esté vapuleada, creo que es muy importante lograr eso. No sólo hay que asistir a la búsqueda personal de un director o un autor, también se necesita que la historia atrape y entretenga.

–¿Qué aporta la obra de una actriz o una cantante?

–La condición de ser humano pasa por la capacidad de abstraer sentimientos e ideas para contarlos de alguna manera. Es parte de los que nos constituye, el poder expresarnos artísticamente en lo que sea: literatura, cine, música, pintura. Si vas al teatro y el espectáculo está bueno, te surgen pensamientos y sentimientos que no tendrías si no hubieses asistido a ese espectáculo. Lo mismo pasa con la música. Creo que eso es lindo: inspirar. La cultura es nutritiva.

–¿Es una manera de resistencia hacer arte en cualquiera de sus formas?

–Hay un fenómeno que tiene ver con el momento difícil que estamos viviendo como planeta o como especie. Porque las diferencias sociales, políticas y económicas a veces no nos dejan disfrutar del derecho a consumir cultura. Vemos todo el tiempo derechos que son cercenados, pero el derecho a la cultura es uno de los primeros que se atacan porque invita a reflexionar cómo somos y eso no siempre conviene. La cultura es sostenida por quienes la consumen, pero también por quienes la hacen, que necesita sostenerse y poder seguir generando cosas nuevas. La fuerza de la resistencia tiene que ver con eso. Son momentos muy difíciles, pero se puede navegar de manera inteligente si se quiere. No es fácil, pero se puede.

–¿Cómo vivís estos tiempos de crisis económica?

–Hay derechos básicos que son amenazados, pisoteados por intereses financieros internacionales que en nombre del capitalismo más salvaje se están llevando todo puesto. Se necesita mucho de juntarse para trabajar, pensar y levantarla voz. Por más que el individualismo meta presión, el cambio lo hacen los proyectos colectivos .Yo sé que sola no hago nada. En realidad Soledad Villamil es un grupo de personas con intereses comunes. Lo que hago es gracias a otros que se suman o me dejan ser parte. Todo será mejor si nos unimos.

–Formás parte del Colectivo de Actrices Argentinas que  se formó durante los meses previos al debate sobre la legalización del aborto. ¿Cómo vivís esa experiencia?

–No soy de las más militantes, lo reconozco, pero siempre acompaño las acciones porque creo que juntas tenemos más resonancia. Me parece que el reclamo por los derechos de las mujeres de alguna manera engloba muchos otros reclamos. Envuelve muchos temas sin resolver, en ese sentido la lucha de las mujeres es una revolución necesaria y valedera. En reuniones sociales, entre amigos o en familia, se habla mucho de estos temas. Son asuntos de índole política, social, legal y personal que van desde el vínculo más íntimo con tu hijo, con tu mujer, con tu mamá, tu papá, tu pareja o el que sea. Es una lucha que nos tiene que despertar para pelear por muchos otros temas e injusticias de todo tipo que vemos si miramos para el costado. Pienso que en el mundo se están cuestionando derechos muy básicos, cosas que parecían garantizadas ya no lo son. El rol de las mujeres es clave para no dejar nada atrás. «


CUANDO

Soledad Villamil en vivo. 9, 16 y 23 de febrero a las 21 en el Centro Cultural Torquato Tasso, Defensa 1575.

Para sentir y pensar

Durante el ciclo de shows que Soledad Villamil dará en el Centro Cultural Torquato Tasso la acompañarán el grupo formado por Coqui Rodríguez (guitarra), Cristhian Faiad (batería) y Pablo Giménez (bajo). El repertorio de cada show tendrá paradas en sus cuatros discos, hasta alcanzar casi 20 temas. «Depende cuantos bises nos obliguen a hacer», señala Villamil entre risas. Sobre el escenario la cantante despliega una gran expresividad, hace cantar al público y consigue una conexión íntima. De alguna manera, su experiencia como actriz parece potenciar su capacidad para comunicar y generar mayor atención.   

«Me atraen los desafíos. Conmover desde las palabras. En cada canción busco que se mueva algo en el público. No es fácil, pero intento llegar a la sensibilidad de cada persona desde la manera que interpreto», detalla la actriz que recientemente participó de la película La noche de 12 años. «Me gusta que cada canción sea una historia, un cuento, un paisaje por donde pasea la imaginación –agrega–. Y ese recorrido está marcado por los diferentes ritmos y climas musicales que hacen a la dinámica, al interés y a la emoción del espectáculo».


Entre los proyectos y la improvisación obligada

Villamil es una artista meticulosa y dedicada. Que procura organizar su trabajo de la mejor manera posible. Pero casi nunca es fácil: «Tengo planes a corto plazo e ideas a largo plazo, pero lo cierto es que en países como el nuestro la improvisación manda. A veces tenés que hacer con lo que hay: lo que querés hacer no lo podés hacer, entonces hay que ir buscando otras alternativas. Una va administrando las ideas o los proyectos de acuerdo a lo viable que son en un momento o en otro. No es tan sencillo vivir de esto, hay que poner mucho y desafiar todos los pronósticos», destaca.

–¿Cómo encontrás el eje para seguir creciendo?

–Lo encuentro y lo pierdo constantemente. Enfrentamos la vida cotidiana con mi compañero Federico Olivera, que también es actor, escribe y dirige. No es sencillo sostenerse económicamente, hacer que los proyectos y los laburos convivan, lograr hacer realidad lo que más nos interesa… Vivir de esto te tiene el 80% del tiempo pensando en cómo articular lo que querés con lo que necesitás para vivir. Es parte de la profesión y un trabajo cotidiano. Por ejemplo, hace un tiempo tengo un espacio en mi casa para tocar. Deambulé por muchas salas de ensayo, pero tengo el proyecto de armar un pequeño estudio en casa para maquetar canciones. Se está armando, pero no sé cuánto tiempo necesitaré para hacerlo realidad.