El concepto “lista negra” hace referencia a una selección en la que nadie quiere estar. Con The Metallica Blacklist, un grandilocuente experimento coral a cargo de la banda más convocante del thrash metal, sucede todo lo contrario: participan más de cincuenta artistas de los estilos más variados, que eligieron sus canciones favoritas de Metallica, el álbum más exitoso de la carrera de la banda. Hoy James Hetfield (voz y guitarra), Lars Ulrich (batería), Kirk Hammet (guitarra) y Robert Trujillo (bajo, el único de la formación actual que no participó de la grabación del disco original, su lugar todavía lo ocupaba Jason Newsted) encabezan y disfrutan este autohomenaje.

Según la banda se encargó de promocionar, la original iniciativa también tiene fines solidarios, ya que todo lo recaudado será donado a diversas entidades benéficas. La obra se compone de 65 canciones que suman casi seis horas de música. Metallica lo define como un “increíble amplio rango de géneros, generaciones, culturas, continentes y más”. El orden de los tracks respeta la lista clásica y la última canción de cada versión es la correspondiente a la placa original. 

The Metallica Blacklist ya está disponible en todas las plataformas musicales de streaming y el 1° de octubre saldrá a la venta en formatos vinilo y CD.

El disco abre con “Enter Sandman”, uno de sus tantos clásicos, interpretado por el adorable Mac DeMarco, Weezer –que prácticamente calcó la versión original– y Juanes –quien recordó los inicios de su carrera al frente de Ekhymosis, su banda de thrash–. Sorprende la impecable versión de la joven japonesa Rina Sawayama, y los suecos Ghost cumplen ampliamente con las expectativas que se generaron desde el preciso momento en que se anunció su presencia en el proyecto: la banda liderada por Tobias Forge hizo propio el himno, y no será extraño escucharlo en sus próximos conciertos interpretada por sus macabros y enmascarados miembros.

Con “Sad But True” comienzan las versiones más osadas y alejadas del registro original, tales como la pausada de Sam Fender, la country de Jason Isbell and the 400 Unit y el remix a cargo de Mexican Institute Of Sound con participación del también mexicano Gera MX y las colombianas La Perla –la pieza más original de la partida–. Royal Blood y St. Vincent, por su parte, aportan sus estilos inconfundibles. Entre los covers de “Holier Than Thou” se encuentra el del multifacético Corey Taylor, pero son los alternativos Biffy Clyro y los punks PUP los más Audaces.

India también dice presente en este experimento, a cargo del rock de Vishal Dadlani, el hip hop de DIVINE y el pop de Shor Police que recrearon “The Unforgiven”. También fueron de la partida las destacables versiones de José Madero y Diet Cig, y las no tanto de Cage The Elephant y Ha*Ash. Párrafo aparte merece Moses Somney: su sensibilidad interpretativa y ejecución vocal son memorables. Pero, si de quedar en la memoria colectiva se trata, es la primera pista de “Wherever I May Roam” la que se llevó muchos de los flashes al ser anunciada, y aplausos a la hora de ser escuchada: J Balvin necesitó sólo 2’38’’ para hacer trizas los estereotipos y dejar estupefactos a más de un metalero. También resulta muy interesante la mezcla en clave dubstep a cargo de Chase & Status junto a BackRoadGee.

The Man, por su parte, ejecuta una interesante “Don’t Tread On Me” y la nigeriana Tomi Owó hace lo propio con “Through The Never”, pero son los mongoles The HU quienes, con sus instrumentos folklóricos de las montañas asiáticas, rompen el molde y crean uno de los momentos más destacados del disco.

Ahora bien: la mesa está servida para recibir a las, sin contar la pieza de Metallica, ¡doce! experiencias que reversionaron “Nothing Else Matters”. Dos de ellas, interpretadas por artistas mujeres que maridan excelencia y potencia por igual, unen la Costa Este americana de norte a sur: Phoebe Bridgers y Mon Laferte destacan por sobre el resto. El reflexivo piano de Igor Levit introduce a la muy interesante experiencia de Per Gessle bajo el nombre de -ni más ni menos- PG Roxette. Sin embargo, el plato fuerte es el ecléctico supergrupo armado para esta ocasión: Elton John, Miley Cyrus, Chad Smith, WATT, Yo-Yo Ma y hasta el propio Trujillo. Luego de este vendaval llega la única versión de “Of Wolf And Man” -a cargo de Goodnight, Texas- y las dos de “The God That Failed” -el hardcore de IDLES y el rock descarnado de Imelda May-. La placa cierra con “My Friend Of Misery” -la ejecución correspondiente al multinstrumentista Kamasi Washington es notable- y con “The Struggle Within” -las guitarras acústicas del dúo mexicano Rodrigo y Gabriela cumplen con creces el honor de finalizar tan extensa obra-. Desgraciadamente, no participa del proyecto ningún músico argentino.

Mucho se ha dicho sobre la dimensión empresarial de Metallica y, casi siempre, es cierto: es una banda que a lo largo de su trayectoria ha incurrido en diversas actitudes que parecen tener más que ver con intereses exclusivamente comerciales que con una búsqueda artística. La batalla judicial contra Napster y la persecución a los propios fanáticos es, sin dudas, la mancha más grande en ese sentido, y experiencias bizarras como brindar un concierto en la Antártida asociados con Coca-Cola, la más reciente. Con estos antecedentes, cuando anunciaron el lanzamiento de The Metallica Blacklist, no fueron pocos los ceños fruncidos que esperaban lo peor. Sin embargo, se trata de un trabajo genuino que está a la altura de los tiempos: la diversidad de géneros, en todas las acepciones del término, es para celebrar. Y cómo no celebrar los treinta años de una joya como el Álbum Negro.