Liar (2017, por HBOGO). Por varios motivos, la más interesante de todas es esta serie inglesa. El tema: una mujer acusa de violación a un hombre con el que tuvo una cita; él la desmiente. Eso da intervención a policías especializados cuyo protocolo es tomar como cierta la denuncia, o sea que para estos casos no rige el principio de que toda persona es inocente hasta que se demuestre lo contrario. Así, la serie de seis capítulos arranca con una pedagogía sobre el tema y sus posibles tratamientos por demás interesantes. Pero ése no es su objetivo, su objetivo es entretener, así que da lugar a un thriller, a partir de otra arista sobre la que siempre -en especial desde posiciones machistas- se levanta polémica: el aspecto de la víctima, sus “antecedentes”, sus posturas generales frente a la vida. En otras circunstancias históricas, ése fue el motivo por el que muchos europeos de origen judío sufrieron vejámenes y fueron asesinados. Esos andariveles por los que circula tal vez la llevan a perder un poco el horizonte planteado en el inicio, pero no llegan a mellar ni su postura crítica ni el entretenimiento que proporciona.

Happy! (2017, por DirectTv). Algunos la encontrarán como la más destacada, y razones no les faltarán. Esta serie que lleva apenas un par de episodios emitidos, está basada en el cómic creado por Grant Morrison y Darick Robertson para Syfy, y se trata de una historia de redención. Y eso, en tiempos tan aciagos como los que corren, es una invitación a la esperanza sobre la propia existencia. El desalmado sicario en el que se convirtió el ex policía Nick Sax, al ser salvado de la muerte por unos paramédicos, consigue que ahora lo acompañe imaginariamente un caballo alado (el Happy del título) que lo guía en la resolución de difíciles casos criminales. Por ser una típica historia de perdedor que encuentra una nueva oportunidad para justificar su vida, y por su gran factura de realización, se trata de una historia con la que el espectador puede engancharse fácil y llevarla con buen ritmo.
Manhunt: Unabomber (2017, por Netflix): La plataforma incorporó la exitosa serie de Discovery Channel, primera incursión de la señal en la ficción, una experiencia que emula la de National Geographic con Genius. La serie de ocho episodios lleva ese título porque se basa en la caza (Manhunt, caza de hombre) del Unabomber, el hombre solitario y aislado que sentó buena parte de las tácticas del terror moderno: el envío de cartas bomba motivado por lucha contra la moderna sociedad tecnológica hizo escuela. El nombre de Unabomber proviene de «UNABOM» (University and Airline Bomber; Terrorista de Universidades y Aerolíneas), y su identificación como Theodore «Ted» Kaczynski se debió, según la serie, a un individuo tan ninguneado y por eso obcecado como él, Jim «Fitz» Fitzgerald. Es 1995, y para sorpresa del espectador de la serie, ni el FBI ni ninguna organización de cualquier tipo dedicada a la persecución del crimen en sus distintas formas, tiene siquiera una persona dedicada al peritaje lingüístico, esa especialidad que permite saber que según la forma de hablar y escribir (no su acento, no su entonación, más sí su cántico, su forma de utilizar los sentidos de las palabras, sus construcciones gramaticales y su sintaxis), una persona nació en determinado lugar en determinada época, y pasó horas de estudio y trabajo en determinados ámbitos. Eso que hoy parece tan básico, en 1995 el FBI lo tenía. Entre ese pasado y 1997 (que son pasado y presente de la serie), la historia viajará de cómo se llegó a capturar a Unabomber a el momento previo a su juicio como Ted Kaczynski.

Wormwood (2017, por Netflix): Esta producción original de la plataforma, con un formato de miniserie documental ficcionado y dirigida por el aclamado Errol Morris (Oscar por su documental The Fog of War: Eleven Lessons from the Life of Robert S. McNamara), se ocupa de investigar la muerte de un científico norteamericano que intervino en un programa secreto de la CIA durante la Guerra Fría (precisamente en 1953). Como ya muchos saben, durante esos años la CIA se dedicó a diversos experimentos non santos, que afectaron la vida de miles de ciudadanos de su país y a los que muchos, incluido el caso de Unabomber, se los considera producto de esos crueles experimentos. Algunos dicen que Morris es el nuevo Michael Moore, pero Morris tiene un estilo mucho más seco y de menor efecto, aunque en varios aspectos más contundente. En los seis capítulos de esta miniserie lo muestra una vez más, pese a no alcanzar el nivel del film que le dio el Oscar.
El caso Menten (2016, por Europa Europa) En solo tres capítulos, la televisión holandesa se las arregla para mostrar de manera impecable y claramente entendible, cómo fue que Pieter Menten, oficial de las SS Nazi durante la Segunda Guerra y acusado de crímenes de lesa humanidad, pasó de ser un tipo impune a uno condenado. Poseedor de varias obras de arte relevantes de la cultura europea -en la que estaba basada su multimillonaria fortuna-, quiso subastar algunas de ellas en 1976 pero enseguida sufrió el boicot social por considerarlo arte robado. El inicio acciones judiciales permite mostrar a Menten un poderío importante: desaparece sin dejar rastros un día antes de su detención. Pero un trabajo periodístico como el que se acostumbraba entonces puede revertir la situación. Con un tono de thriller bien marcado, ideal para quienes creen (y quieren) que las series y las miradas no empiecen y terminen en Estados Unidos, y además, quieren conocer algo mejor la historia.