Cerdos gigantes y refugiados que vuelan fueron los protagonistas de la tercera jornada del concurso del 70º Festival de Cannes con “Okja” del sudcoreano Bong Joon-ho y “Jupiter’s Moon” del húngaro Kornél Mundruczó.

Una jornada en la que hubo espacio para la emoción con la historia de un supercerdo destinado a solucionar el problema del hambre en el mundo, que una niña de diez años se empeña en salvar del matadero, y para el horror ante la manera despiadada con la que en Hungría se persigue a esa multitud que
escapa del hambre y de la guerra y trata de entrar en la rica Europa. 

Pero mientras que Bong decide apuntar al corazón del espectador,enterneciéndolo con la historia de un hipopótamo cerdo con ojos a la E.T., que vive libre en las montañas sudcoreanas con la compañía de una niña de trece años crecida con él, Mundruczó matiza con la fantasía, através de la historia de un refugiado que al ser baleado por la policía de frontera adquiere la capacidad de levitar, el drama de la persecución deshumana de los últimos desheredados de la tierra que solo buscan un lugar tranquilo en el mundo.

Lo que une a ambos films es la capacidad de comunicar de inmediato con un público mundial haciéndolo partícipe de problemas, como el de los
refugiados y el de la manipulación alimenticia, que probablemente no entrarían en su campo de atención.

Y lo hacen recurriendo no solo a esos efectos especiales cada vez más perfeccionados sino también a una sapiencia de ritmo y de montaje que le
aseguran una excelente carrera comercial, incluyendo la relativa que le puede dar Netflix a “Okja”,

Estamos en Nueva York, donde la presidente de una multinacional de la alimentación anuncia el descubrimiento de una superraza de cerdos descubierta
en Chile que podría contribuir a paliar el hambre en el mundo. Para ello, 28 ejemplares de este supercerdo serán enviados en todo el mundo para diez años después premiar al mejor. 

Así, en las bucólicas montañas sudcoreanas, Mija y su amada Okja vivirán felices, ignorando que ha llegado el momento de llevar de vuelta al
supercerdo a Nueva York (y el consiguiente matadero). Pero nadie cuenta con la obstinada voluntad de Mija de seguir viviendo en paz con su cerdo (que es cuatro veces más grande que un hipopótamo y mucho más inteligente) y con la ayuda de un grupo de animalistas logrará su propósito.

Desde los tiempos de E.T., no se había visto en cine una criatura tan tierna y encantadora como Okja, que hará las delicias de grandes y chicos y
que en Cannes fue recibida con el más sonoro aplauso de estas tres jornadas.

Desde hace 15 años que Mundruczó es fiel a Cannes, que lo ha recompensado con el premio de la FIPRESCI por “Delta” en 2008 y con el de
la sección “Una cierta mirada” por “White Dog” en 2014.

Pero con “Jupiter’s Moon” presenta su film más sólido, combinando acción y fantaciencia con denuncia social, afrontando el drama de los
refugiados que tratan de entrar en la rica Europa y que en su país adquiere un mayor dramatismo, por la persecución despiadada del gobierno de derecha
húngaro que ha cerrado sus fronteras a la masa de desesperados que solo trata de atravesar su territorio para radicarse en las ricas Alemania y
Escandinavia.

Aryan es uno de estos miserables que es baleado por la policía al cruzar la frontera pero que en lugar de morir descubre una capacidad de levitación
que le permitirá salvarse volando por los aires pero atrayendo la atención de un médico sin escrúpulos del campo de refugiados que quiere usarlo para
sus propios fines. Pero ambos no cuentan con un policía que ha baleado al joven y que ahora lo busca para rematarlo, dando lugar a una cacería automovilística por las calles de una ciudad que se cuenta entre las más emocionantes de los últimos años.

En resumen, dos firmes candidatos a la palma de oro final que responden a la finalidad que se propone el festival de presentar producciones que sean a
la vez cine de autor y cine comercial y que no agoten su carrera en el ámbito circunscripto de la Croisette.