Música de todos y para todos. En el escenario “Churro”, Chango Spasiuk espera que en el espacio de enfrente los uruguayos de Cuarteto de Nos terminen su recital para comenzar el suyo.

El artista misionero escapó hace años a cualquier intento de ubicarlo en algún género, por eso, no resultó extraña la inclusión en la tercera edición del festival Nuestro que se realizó en sábado 13 en Tecnópolis y que reunió artistas bajo el slogan “Un festival distinto – Una experiencia de rock».

Más allá de algunos problemas técnicos, el paso de Spasiuk por este festival fue de lo más interesante que se vio durante toda la jornada. El acordeonista tiene la habilidad de fascinar, de encantar con melodías casi perfectas que atraviesan distintos paisajes, viajan por emociones internas y pasean por la gran inmensidad sonora que tiene este país.

El recorrido por sus diferentes discos comenzó con “Chamame crudo”, pasó por la versión instrumental de “Villa Guillermina” y terminó con la agitada “Tierra colorada” en una interpretación como siempre arriesgada pero prolija por parte de la banda que secunda a Spasiuk -y que jamás deja un cabo suelto.

Pero no todo terminaba ahí: Baltasar Comotto apareció en escena para brindar “un homenaje a Jimi Hendrix y a Luis Alberto Spinetta”, y así incluyó “Seguir viviendo sin tu amor”, canción que en 2016 editó en su disco Otras músicas.

“Hay un señor que respeto. Lo llamé para invitarlo y me dijo que venía. Es el Larralde, el Yupanqui, el gaucho nuevo”, presentó Spasiuk y en el escenario apareció Ricardo Iorio. “Como no voy aceptar esta invitación, gracias Changuito”, dijo Iorio sonriendo. “Saben que soy metalero, no tengo oreja pero sí corazón y el corazón se vende por kilo”. De saco negro, Iorio se esforzó por sacar lo mejor de su voz para hacer “Río Paranᔠy “Sé vos”, más linda aún con Spasiuk y Comotto al lado. Desde abajo del escenario, la sensación era la de estar viviendo un momento único, de esas postales que se ven cada vez menos en los festivales.

En la inmensidad de Tecnópolis el festival Nuestro es una apuesta que se agranda cada vez más.

Los dos escenarios cargaron una grilla amplia pero a su vez festivalera a pleno.

En el escenario Ñ, Cuarteto de Nos pasó mostrando algunos temas nuevos de su último disco, “Apocalipsis Zombi” (que le da el título al álbum) y “Gaucho Power”. Si bien, el sonido parecía no acompañar a la banda, desde arriba, Roberto Musso puso como siempre, todo su carisma, ese con el que suele encantar al diverso público que sigue a la banda.

Un rato después y con el anuncio desde las pantallas, Daniel Suárez (Bersuit Vergarabat) presentó a Las Pelotas que abrió su presentación con “Cuantas cosas” (de Cerca de las nubes) que convocó a los más distraídos que todavía pululaban entre los diferentes stands esperando la banda. “Siento luego existo”, “Si supieras”, “Que podés dar” y “Ya no estás” (dedicado a Sokol) es el set de arranque que Las Pelotas tienen como amuleto de apertura en los festivales. Y que los peloteros esperan escuchar aunque ya hayan logrado imponer muchos de las composiciones de su último disco Brindando por nada.

Mientras tanto, el cielo del que todo el día se esperó lluvia, empezó a mostrar algunas estrellas y la “no lluvia” fue una repetida alusión de Daffunchio.

Compacta, precisa, con buenas canciones, Las Pelotas festival a festival muestra por qué es una de las bandas más importantes de la Argentina. Hacia el final, convocaron a Gabriel Dahbar que interpretó “Como un buey” con una performance bastante similar al inolvidable Bocha Sokol. Con él también interpretaron “Día feliz”. El primer cierre fue con “Esperando el milagro”.

“¿Es verdad que quieren más”, dijo Daffunchio sin esperar mucho respuesta convocó a Fernando Ruiz Díaz para hacer “Sin hilo” y “El ojo blindado”, canción que más adelante sonará en el set de Sumo por Pettinato. El final llegó con “Capitán América”.

Mientras tanto El Kuelgue iniciaba su encuentro con el público con “Cariño reptil” y “La fama”. Un listado de diez canciones y muchos ritmos cautivó a la franja más joven de todo el festival, que también estaba a la espera de Las Pastillas del Abuelo.

La banda liderada por Pity Fernández jamás defrauda a sus seguidores. Repertorio y agite desde arriba del escenario son combinadas a la perfección por Las Pastillas del Abuelo que en este festival tuvieron el horario más extenso con un listado de 25 canciones. Todos contentos.

El cierre de ese espacio fue un poco más tarde, ya entrada la noche con la presentación de Sumo por Pettinato. Es valiente pero difícil un homenaje a Sumo entonces las canciones y las versiones tienen en este caso una apuesta más importante en la interpretación que despierta al menos curiosidad.

El escenario principal ya tenía todo listo para recibir a Non Palidece que cerró el festival con un trece efectivos temas. Con los años la banda impuso su estilo y se configuró como una de las más importantes dentro del género. Pasó por “Grita”, “Activistas”, “En el aire” entre otras. Antes de interpretar «Tu presencia», pidió seguir resistiendo y criticó el falló del 2×1 de la Corte Suprema. 

Al comienzo de la jornada, La Bersuit también había hecho su descargo. “Algunos de nuestros compañeros no tuvieron dos oportunidades, espero que la Corte no sea tan pelotuda con esta nueva oportunidad”, dijo Suárez. La banda que se presentó a las 15:30 abrió las puertas al baile y fue la que mostró en su repertorio de qué se trataba este festival.

Antes había pasado Boom Boom Kid, Contravos, Andando Descalzo y Pampa Yakuza.

El festival Nuestro tuvo además otros espacios: el escenario Mate con Stand Up y el cierre de El Atolón de Funafutti y Tomás Mandel; el escenario Poesía y Lectura y el Espacio Digital que tenía una muestra de fotos de Martín Bonetto y diferentes VJs (Ojo de perro, Gisela Faure, Atlantes). El festival también tuvo espacios gastronómicos, un sector con juegos de metegol y fútbol tenis y un patio cervecero.

La coordinación de horarios y la organización son dos importantes puntos a favor de un encuentro que ojalá perdure en el tiempo y que demuestra que también las grandes ciudades a veces pueden hacer una pausa y sumergirse en un oasis de música, artes y encuentro al aire libre.