El #NiUnaMenos y el MeToo tuvieron una resonancia que llegó mucho más allá de la que se registró en superficie e incluso muchos más allá de las mujeres: María Luisa Bemberg: el eco de mi voz, el documental de Alejandro Maci, es un buen ejemplo. En latencia durante décadas, la discusión generada por esos dos movimientos despertó en Maci el deseo de que María Luisa Bemberg participara de esa discusión. “Me empezó a pasar que alumnos míos de poco más de 20 años ni siquiera conocían a María Luisa como realizadora, como artista; no sabían que alguna vez había existido la película Camila, que fue un éxito de público y tuvo un valor importante –comenta–. Cuando vi todos los movimientos en la Argentina pensé que María Luisa fue una precursora de todo eso, uno de los mojones de arranque. Hoy estamos acostumbrados a que haya talentosas y múltiples realizadoras, pero eso no existía en la época de María Luisa. De hecho en los historiales de cine argentino aparecían los directores de cine y después decía cine de mujeres y aparecía María Luisa: un ave rara. Cosa que la hacía trinar de odio. Me discriminan –decía–: ‘Yo soy un director de cine (lo decía en masculino) ¿qué quiere decir una directora?’, es como poner los artistas plásticos y la sección femenina de las artistas plásticas, es absurdo.”

El documental que se estrena este jueves (en conmemoración al centenario de su nacimiento), recorre la obra de la gran cineasta argentina, y tuvo su primera presentación oficial en el último Festival de Cine de Mar del Plata. “Me emocioné viendo a chicas y chicos fascinados con la obra de María Luisa Bemberg. Porque para eso hice el documental, para que su talento llegue a las nuevas generaciones y le den el lugar que merece. Si esto se concreta, seré feliz.”

Entre los varios hallazgos del film se encuentran las imágenes de Bemberg participando en marchas por distintos aspectos por los derechos de género (como la ley de patria potestad compartida), la traducción de varios libros de la llamada segunda ola feminista -toda una vanguardia para la época- y hasta grabaciones que Maci le hizo en sus últimos días, cuando ambos estaban en la producción de “El impostor”, la adaptación del cuento de Silvina Ocampo, el proyecto que la directora estaba desarrollando al momento de su muerte: “Se me ocurrió hacer una serie de entrevistas, pero nunca pensé en hacer un trabajo documental, tampoco si podía ser un proyecto editorial. La verdad es que grabé una serie de conversaciones que teníamos porque creí que eran valiosas, sin un fin claro. De hecho las daba por perdidas, así que arranqué este proyecto sin ellas. Me mudé muchas veces y en una de las mudanzas desaparecieron. Lamenté mucho su pérdida. Y las casualidades de la vida o como quieras llamarlas, hicieron que mi mujer, ordenando el placard, encontrara la caja donde estaban sin siquiera saber lo que yo había hecho alguna vez. Es el último material de su mirada retrospectiva sobre su obra. ”

Maci recuerda de sus años de trabajo en conjunto, «oír la discriminación que había con María Luisa, incluso muchas mujeres decían qué pesada con esto del feminismo, ya está, las mujeres somos completamente iguales. Y ves lo que pasa hoy y decís: ‘¡La puta, tenía razón!’ Una cosa es la hoja de ruta y otra cosa el diario de bitácora, que es el historial pasado. Acá hay algo en el arte que tomó esa antorcha, esa delantera, entonces me parece que es importante conocerla, darle el lugar que merece”.

Bemberg filmó su primera película a los 59 años, y su filmografía comprende seis títulos. Con ellas ganó varios premios. De haber sido una joven directora, tal vez no habría sorprendido, pero a su edad, que no significa menos talento pero sí mayor cantidad de prejuicios, es sin dudas un logro que la destaca. «Una fue nominada al Oscar (Camila), tuvo elencos de lujo, aprecio por la crítica y por el público; hay un camino artístico que es súper valioso y por otro un camino conceptual ideológico del que fue decididamente pionera. Hoy más que nunca su obra está vigente”, destaca Maci.

El creador del documental considera que para que ese legado que no quiere llamar de esa manera resulte más fuerte, más comprendido y resalte su vigencia, lo mejor era dejar de lado su biografía más personal y previa al cine. «A ella no le interesaba contar la vida de María Luisa como hija de Otto Bemberg, de la familia de la cervecería Quilmes. Para mí era lo más fácil de contar. Pero lo más interesante es el proceso personal y artístico al que se sometió esa persona. Víctima de una educación para las mujeres, para su clase, para la época, ella hizo un gran esfuerzo y dio una gran batalla: se parió a sí misma. Como proceso artístico es único en sí mismo. Me parece mucho más interesante que contar que pertenecía a una familia acaudalada que viajaba a Europa. Y mucho más político.”

Salvando las distancias, Maci también tu su proceso de parto: ver de nuevo decenas de veces sus películas y el material de archivo lo llevaron a un proceso interno que lo conmovió, y del que tal vez por eso mucho no puede decir. «Las cosas van haciendo un proceso en uno. Me costó mucho también porque lamentablemente vivimos en el país del no archivo, entonces mucho material lo encontré en Estados Unidos, en Colombia, España. Y en el eterno proceso narrativo de edición en el que estuve muchos meses, también tuve que dulcificar mis oídos: entrar tan violentamente en contacto con eso que es afectivo y emocional, te toca. En un sentido tuve que decantar yo para poder avanzar y pensar cómo expresarme narrativamente. Empezar a oír de vuelta una voz que había dejado de oír durante tantos años es duro.”  «

El eco de mi voz

Dirección y guión: Alejandro Maci. Testimonios: Graciela Borges, Lita Stantic, Susú Pecoraro, Jorge Goldenberg, Chango Monti, Imanol Arias, Alejandro Maci. Estreno: 14 de abril, en cines.