“Uno, dos, tres años es como una prueba, ocho años ya es un festival adulto, instalado, produciendo cultura hace un montón de tiempo”, define Martín Salazar (Los Macocos) a Vamos que venimos, el festival de teatro adolescente del que fue uno de los artífices hace casi una década. En esta, su octava edición, participan 22 elencos de CABA, La Matanza, Ciudad Evita, Marcos Paz, Berazategui, Santiago del Estero, Corrientes, Chaco, Formosa, Mendoza, Jujuy, Córdoba, Colombia, Chile y Paraguay. Desde este martes al lunes 10 de octubre se podrán ver las obras, hechas por adolescentes, en el Teatro Cervantes, Andamio 90, Auditorio Kraft, Teatro 25 de Mayo, Cultural Recoleta y Teatro Empire con entrada gratis.

“El festival comprende la edad en la que está buenísimo hacer teatro y comenzar a actuar: uno se empieza a preguntar cosas, nadie te entiende, empezás a buscarte, y en el teatro, intentando ser otro, uno se encuentra a sí mismo”, explica Salazar, que coordinará talleres gratuitos.

En cada edición las temáticas y preocupaciones y las propuestas para abordarlas son diferentes. “Un año fueron temas económicos, otro la fama y la plata, otro el sexo, otros la violencia y el bullying, que tanto los atraviesa; entonces cada año es muy diferente al anterior.”
Salazar compara esa distinción y diversidad frente a la uniformidad con la que los adolescentes se presentan en otros espacios. “Acá, como los pibes están en una búsqueda, son totalmente distintos, y conviven perfectamente. El medio y la sociedad uniforman para poder venderles a todos el mismo shampoo, y en cambio estos pibes intentan diferenciarse entre ellos y del resto. Y eso es muy interesante”.

–En tren de comparaciones, ¿el festival es como un viaje de egresados pero con participación del público?

–Más que de egresados es una aventura, porque en esta profesión uno no egresa nunca, estás todo el tiempo ingresando. Doy clases en el IUNA, y les digo a los alumnos que esta no es una carrera que te podés recibir; ya sos actor desde el momento en que estás actuando. Uno puede entrenar y se aprende y crece, pero tranquilamente te pueden agarrar un día y darte un papel muy famoso cuando no tenés experiencia. Y al mismo tiempo nunca terminás, nunca decís: «Bueno, ahora soy actor, puedo actuar». Siempre es nuevo y a veces la pegás, a veces no. Más que de egresados, es un viaje muy iniciático. «

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