El jueves se estrenó La voz del silencio, una historia coral en la que el director brasileño André Ristum cruza miedos, angustias y momentos de liberación. En la película en la que un eclipse que vuelve a la luna roja y cambia todo de lugar, uno de los roles principales está a cargo de la argentino-brasileña Marina Glezer, quien también acaba de terminar exitosamente la primera puesta de la primera obra que la tiene como dramaturga (junto a Sonia Stigliano) y como directora: Salón de belleza. En la película Glezer hace de madre soltera; en el teatro, construyó una familia sólo integrada por mujeres. El género la atraviesa desde siempre, aunque lo que más se cite de ella es aquella defensa del aborto libre y gratuito que hizo hace ya ocho años, a partir de contar su propio caso. Antes que obviar esa referencia, la actriz de El Polaquito y Roma piensa en presente. «Soy una mujer bastante independiente; el trabajo, mucho o poco, no tiene que ver con construcción propia, sino con factores que alteran el orden artístico. Trabajaría más en una cultura que fomentara más lo artístico que el espectáculo, porque soy una gran conocedora de la cultura popular. No estoy todo el tiempo en plan autobombo, me interesa la actividad artística, y trato de combinarla con mis posibilidades», asegura. Eso no quiere decir que le falte trabajo. Al contrario. Pero esas posibilidades están bastante signadas por la maternidad de un chico haciendo el curso para ingresar al Nacional Buenos Aires y otro de ocho años. «Hay momentos en que hay que quedarse a su lado y poner el cuerpo. De hecho para esta película ellos vinieron a Brasil a las dos semanas, se quedaron una, yo me volví otra, y me volví a ir para terminar el rodaje», dice y ríe. Ríe de sí misma, por decir rodaje: «Yo empecé en el cine de 35 milímetros, me quedó eso de rodaje». Esa elección la llevó a decir que no a filmar una serie en Madrid, oferta que le llegó luego de que La voz del silencio pasó por el festival de Málaga. En cualquier caso, la queja no forma parte del catálogo de expresiones de Glazer. «Es un momento de la vida, ya habrá uno en el que no dependan de una mamá que los acompañe. Es una elección haberlos tenido y elijo cuidarlos, con el deseo de que sean buenas personas –o lo suficientemente buenos– como para que aporten a un mundo mejor.» Mundo que para ser tal, claro, incluye que ella no relegue su profesión. Por eso están los días de rodaje en Costa Rica («33 en total», lo dice cual expresidiaria: «¡me quería volver a las dos semanas!») y reacomodar un proyecto que incluía filmar en Londres: cambió su participación de protagónica a secundaria. La madre soltera que tuvo que interpretar en La voz del silencio le genera «infinita admiración», como cada una de las madres solteras. Que sea una realidad que nunca tuvo que atravesar no significó mayor inconveniente. «Una compone en base a sus experiencias y las emociones que le produjeron. Y en ellas tiene que poner ideología, lo que piensa, lo que desea. Y también aceptar papeles en función de lo que quiere en la vida. Y yo quiero que las Abuelas encuentren a sus nietos, que los ricos sean menos ricos para que haya menos pobres, que los latinoamericanos estemos más hermanados –por eso participé en proyectos de peruanos, bolivianos, uruguayos, colombianos, etc.–, que las mujeres puedan abortar libremente y tengan igualdad de derechos, que mis hijos sean buenos y disfruten el amor. No tengo una militancia específica. Milito la vida, porque creo que es hermosa, y por eso mis proyectos son tan variados: los viernes me voy a José León Suárez a dar apoyo escolar. Busco abarcar la mayor cantidad de roles posibles, transitar historias para darle cuerpo y hago un personaje con la misma militancia que hago las otras cosas.» Tamaño amor entonces encontrará la forma de expresarse si es que la realidad parece no querer darle cabida. Esta vez fue dramaturgia y la dirección teatral: «No me voy a victimizar frente a esta u otra realidad: todas la mujeres son sometidas a cierta cultura patriarcal, Me voy a empoderar. Y a hacer que se respete a la mujer». «