"Vicenta" retrata con muñecos de plastilina la conmovedora lucha de una madre cuya hija con trastorno del desarrollo intelectual fue violada y la Justicia argentina le negó la posibilidad de interrumpir el embarazo. El documental de animación está basado en un hecho real que logró un fallo ejemplar de la ONU.
“Venía siguiendo el caso por los medios, era imposible no seguirlo –confiesa Doria–. Pero la historia era durísima y muy triste. Y en los medios la historia se termina cuando en una conferencia de prensa informan que el embarazo tiene que seguir, que no se va a hacer el aborto: ahí desaparece de los medios. Y la historia de la lucha que había llevado esta mujer hasta ese momento era tristísima, porque toda esa lucha no tenía ningún sentido. Yo empiezo a seguir la historia como puedo, porque ya no aparece en los medios, y con el transcurso del tiempo todo lo que fue pasando, que logró que su hija aborte en la clandestinidad, que logró llevar a juicio al Estado argentino y conseguir un fallo a favor en la ONU, que obligó al Estado argentino a establecer protocolos y lo obligó a pedirle disculpas. El día que el Estado le pide disculpas yo fui al acto en La Plata y ahí me di cuenta de que había que hacer la peli: esa mujer que había empezado su lucha analfabeta llega a la sentencia de la ONU; fue muy increíble, una historia increíble y me parecía que había que contarla.”
¿Cuánto dura un día? es la pregunta que da comienzo a la película. La voz en off de Liliana Herrero se la hace a Vicenta, una muñeca de plastilina que no responde. Es un comienzo muy extraño, a qué dudarlo. Y esa extrañeza es una gran invitación a ver con atención. Pero todavía falta mucho. “Yo llego a Vicenta hace más o menos cuatro años a través de Estela Díaz (hoy Ministra de las Mujeres, Políticas de Género y Diversidad Sexual de la Provincia de Buenos Aires), que era secretaria de género en la CTA y fue una de las compañeras que ayudó a Vicenta durante todo el proceso. La única vez que me reuní con Vicenta hablamos pero ella se pone muy muy triste cuando recuerda lo que le pasó; de hecho no quiere recordar. Me permitió hacer la peli y que usara su nombre, pero me pidió no participar y no saber nada. De hecho todavía no la vio y no sé si en algún momento la va a querer ver, porque le produce un dolor enorme recordar todo.”
Sin embargo todavía no había película propiamente dicha: documental clásico con testimonios del momento y los protagonistas no quería, y asegura que la dirección de actores no se le da bien. “Quería que el espectador acompañara a Vicenta cuando las cosas estaban sucediendo, que esté a su lado cuando ella está en el juzgado, cuando se queda a dormir en la plaza porque no tenía plata para el bondi. Y justo me encontré con el laburo de Mariana Ardanaz, que tenía publicado una historia de una nenita en plastilina que vivía encerrada en un cuarto: esta es la hija de Vicenta, pensé. Hicimos un teaser de cuatro minutos a ver si lograba emocionar, y cuando vimos que resultó, dije: vamos por acá, sin saber si después los 4 minutos aguantaban 70 u 80.”
-Y en ese sentido ¿cuál fue la otra decisión estética narrativa fundamental?
-La voz en off que redactó Florencia Gattari creo que es la otra, y que Liliana Herrero le puso el cuerpo y el alma; pero las palabras que escribió Florencia, ese diálogo de esta voz en off con Vicenta creo que es lo otro que marca un poco la peli. Casualmente las dos cosas que te estoy contando son de personas que no vienen del palo del cine: una viene de la ilustración de libros en general para niños infantiles y Florencia viene de la literatura infantil adolescente. Creo que eso también fue un poco lo que marcó que andemos otro camino.
Así se armó una película profundamente conmovedora, en la que “los muñecos están fijos, están duros”, dando lugar a la chanza de que no hacían “stop motion, sino no motion”, ríe. “Pero están vivos los muñequitos”, acierta. “La verdad no puedo explicar qué funciona, pero me estoy dando cuenta de a poquito, y es lo que me encanta. Me encanta que la gente sienta la vida de esos muñequitos y sienta lo que le pasó a esa mujer en el momento en el que le fue pasando. Te juro que los últimos tres o cuatro días no paro de llorar de los mensajes que me llegan.”
No, no hay magia. En todo caso esa cosa que maravilla tanto y que a falta de mejor nombre llamamos magia no es más que empatía y deseo, valor y solidaridad, y por ahí alguna de esas otras cosas que no cuentan con buena prensa, como Vicenta cuando empezó su periplo por buscar la respuesta a la pregunta de cuánto dura un día.
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