Poco a poco, la inconformidad que agobia a los protagonistas y las enormes diferencias entre ellos, van calando cada vez más profunda y violentamente en cada uno, alejándose y descubriendo que ya no hay nada verdadero que los una, que sólo hay recuerdos. Un grupo de amigos, quienes rondan los 30 años y que han pasado más de la mitad de su vida juntos, se encuentran, un poco por casualidad y otro poco por no tener un mejor plan, en la chacra de uno de ellos para recibir un nuevo año.

En otras palabras, “Fin de diciembre” es el retrato de una generación nacida en una sociedad desmembrada. Sin embargo, en un contexto de enorme vacío y sueños rotos, la envidia, el rencor y las frustraciones se entremezclan con el cansancio y el alcohol en una noche interminable.

“Cada personaje refleja un tipo de personalidad distinta, y es una mirada de lo que es la sociedad argentina”, comenta Federico Dayan, uno de seis actores que aparecen en escena. “El tema principal de la obra es la amistad y el hecho que muchas veces uno se relaciona con personas, pero el tiempo va cambiando la forma de entender las cosas, de ver cada una de las situaciones cotidianas y es un desafío hacer congeniar frente a eso”, agrega el actor.

La obra del prestigioso autor Ricardo Halac tomó esa situación de sentir una diferencia entre amigos en cuanto a ambiciones e ideologías luego de años de conocerse pero no verse tan seguido, para intentar mostrar la argentinidad y todo sus colores . “Está el hijo de papá que vive acomodado y sin demasiados problemas y preocupaciones; también está el trepador, que hace lo necesario para escalar socialmente sin tener principios morales que lo detengan; está el que es más solidarios y de izquierda y por otro lado está el que siempre va por el camino correcto e intenta salir adelante y el país y sus circuitos cíclicos de crisis no se lo permiten. O la chica del interior que tiene un sentimiento aspiracional muy grande por pertenecer a la alta sociedad de Capital. Con esta variedad de personalidades se trata de hablar de cómo somos como país”, dice Dayan.

Para él esta obra puede ser una metáfora y una manera de pensar en cómo resolver diferencias que en la actualidad se ahondan cada vez más. “Esta es una obra que permite tener lecturas bien distintas según quien lo mire. Ni el autor ni nosotros como elenco teníamos la intención de bajar línea, pero siendo testigos de lo que les pasa a estos individuos en este fin de año donde van revelando su pensar, se puede encontrar una salida. Se pinta la sociedad argentina, pero el final es abierto , no sabemos como debería ser pero se plantea la idea que hay que ver como los otros ven las cosas para entender. Es una obra que invita a reflexionar y a convivir en un mismo lugar.” Según su experiencia el público que vio la obra siempre se va del teatro identificándose con uno o varios personajes y con la sensación de estar movilizados por lo que se ve en el escenario. “El teatro como herramienta tiene que provocar cierta incomodidad, ser algo chocante o que mueva algo en el espectador. No algo que sea inerte. Eso es nuestro mayor deseo como actores, generar y movilizar algo , no generando respuestas o verdades absolutas sino preguntas y reflexiones en la gente que nos viene a ver para que saque sus conclusiones”, afirma Dayan.