Llevan más de 25 años trabajando juntos. Un cuarto de siglo que incluye compartir materias con sus respectivos trabajos prácticos mientras cursaban sus carreras en la UBA, que a una la hizo obtener la licenciatura en Ciencias Políticas y al otro en Sociología. Bernarda Llorente y Claudio Villarruel desde esa época se entusiasman con Raymond Williams, el intelectual marxista autor de, entre otros, Cultura y Sociedad, del que aún hoy evocan el concepto de estructura del sentimiento, uno de los tantos a través de los que, de lunes a viernes en Detrás de lo que vemos (lunes a viernes de 12 a 14, AM 870), intentan dar cuenta de las relaciones sociales y sus cambios. 

El programa que ya lleva siete años al aire (surgió poco después de que ambos dejaran la gerencia de programación de Telefe), ahora tendrá su formato televisivo por Crónica TV desde hoy, todos los domingos a las 22 (después del sorteo de Riverito). «Será con las mismas características de humor que tiene nuestro programa de radio», sintetiza Villarruel. «Es un programa de actualidad en el que de alguna manera pensamos lo que nos pasa a los argentinos», agrega. Y así en la tele como en la radio, tendrá los mismos personajes que acompañan a la dupla.

«Crónica es una marca muy fuerte –dice Llorente con respecto a una pantalla con la que, al menos hasta hace poco, no se los asociaba–. La gente siempre lo tiene en la cabeza. Sentimos que falta descontracturar la realidad, que un poco está solemenizada en el lenguaje, y está bastante dura para muchísima gente. Creemos que se puede lograr profundidad con humor, y mensajes claros sin que sean un ladrillazo a la cabeza. Pensamos que en este contexto la gente necesita pensar y divertirse. Si logramos la mitad de eso, ya estamos muy contentos».

Llorente, sin discrepancias con Villarruel, dice que «hoy en televisión lo viejo es lo novedoso». No es que propongan volver a los tiempos de Fidel Pintos, pero sí creen en la estructura del viejo sketch: «Esa forma nos permite tener un humor de actualidad, con respuestas mucho más inmediatas o más rápidas», explica Llorente. «Es casi en vivo –interviene Villarruel–. Se graba un rato antes pero de corrido, sin parar; como para pulir algunas cosas nuestras, o técnicas. Eso nos permite la repentización que tenemos en la radio y que queremos mantener». 

La competencia, el zapping y el rating del programa anterior (la entrega de una pantalla caliente) ya no tienen el peso de antaño: si bien no dejan de ser relevantes, no deciden la aparición y final de un programa. «Una de las cosas que fueron feneciendo a lo largo de este proceso de transformación de la televisión es el zapping –dice Villarruel–. Y el programador va en un camino parecido. Lo que sí importa es mantener la coherencia de programación, que sea una totalidad». 

Sin embargo, y por decirlo de alguna manera, no todas las coherencias son iguales. Como mínimo, cambian con el tiempo. Así, Crónica incluyó a Santo Biasatti, Georgina Barbarrosa y la pareja de Detrás de lo que vemos. «Para mí, Crónica TV es el canal que más está arriesgando en términos de programación –dice Llorente–. Están apostando a construir una pantalla bastante amplia y con contenidos distintos. Creo que han visto el hueco y están apostando». Para Villarruel, le encontraron «la vuelta a la programación en el marco del blindaje informativo que existe hoy». 

¿Eso puede ser un indicio de que ese blindaje empieza a tener alguna fisura? Llorente puntualiza: «Creo que hay un cambio. Lo ves en algunos titulares de medios más amigos del gobierno que a veces son como una advertencia y otras como una distancia, tipo: no queremos quedarnos pegados. Y ahora incluso lo ves en la programación de C5N. Creo que el regreso de Víctor Hugo Morales a la televisión habla de que hay un espacio que están pidiendo las propias audiencias, una señal de que semejante blindaje informativo finalmente hace que la gente se vaya, no que la convenzan. Y creo que ese es el camino que se inicia». «