Robertina es un manojo de angustias. Va, viene, piensa, dice, hace, no hace. Pero cada pequeño momento de su vida parece atravesado por las fobias y la paranoia. Faltan pocos días para el estreno de su unipersonal y la ansiedad le carcome el alma. En el medio de ese torbellino emocional se entera que su mejor amigo Lisandro sufre una enfermedad terminal y decide ir a acompañarlo. Viaja a Dinamarca y comparte recuerdos, reflexiones y zozobras al ritmo de un tratamiento nunca inocuo. En Buenos Aires el estreno se acerca y la desesperación de los productores aumenta.

¿Qué hará Robertina? La reina del miedo se estrena este jueves y marca el debut de Valeria Bertuccelli como directora y guionista. Ella interpreta a esa Robertina fatigada, papel por el cual ya recibió el premio a mejor actriz en el Sundance Film Festival 2018.

Bertuccelli está vestida con una pulcritud milimétrica y maquillada para la ocasión. Saluda al llegar y sonríe con un tenue movimiento ascendente de sus comisuras. Es cálida y a la vez reservada; parece tímida y al mismo tiempo transmite una gran seguridad; las entrevistas no son su zona de confort, pero cuando habla de La reina del miedo se le ilumina la cara y parece a punto de emocionarse. No es una casualidad. Se trata del resultado de mucho trabajo, convicción y audacia. Bertuccelli se la juega en un mercado muy complejo con una historia a su medida. «Siempre hay que trabajar para vencer los miedos», subraya.

–¿En qué momento supiste que ibas a protagonizar, dirigir y escribir esta película?

–Todo esto empezó hace seis o siete años, cuando empecé a escribir unas escenas sueltas que se me iban ocurriendo. Era algo bastante lúdico, pero flotaba la idea de que alguna vez las iba a usar para algún proyecto. Hasta que en un momento en el que estaba trabajando como actriz se me armó una historia a partir de todas esas escenas. Sentí una sensación muy fuerte de que me tenía que poner a escribir un guión y hacer la película. Por eso decidí dejar de actuar un tiempo y dedicarme a eso con exclusividad. Desde que me puse con el guión supe que tenía que ser la protagonista y dirigir. Venía todo junto. Hice muchas películas y mucho teatro. Disfruto poniéndole el cuerpo a ideas de otro. Pero sentí que este era el momento para contar algo que yo quería contar.

–Robertina en algún momento puede ser graciosa, pero en realidad sufre mucho. Se pierde en sí misma, aunque no deja de luchar.

–Sí. Tiene muchas contradicciones, es embrollada, está en todos lados y no está en ninguno. Es el tipo de personajes que más me atraen porque no son lineales. El guión cuenta muchas cosas de ella aunque no estén dichas. Algunos de sus diálogos son delirantes. Pero te dan una información que va mucho más allá de lo enunciado.

–¿Cómo trabajaste la dirección?

–Me ayudó mucho haberle dedicado tanto tiempo al guión. Eso me facilitó muchísimo la tarea de dirigir porque ya tenía todo muy meditado y analizado. Algunas puestas ya estaban decididas en el guión. Otras las resolvimos en el momento con Fabi (Fabiana Tiscornia, codirectora). Hicimos todo juntas, menos la dirección de actores. Me interesaba mucho encargarme personalmente porque está muy relacionada con el guión y, además, yo podía comunicar como nadie la historia no escrita de los personajes. Lo hablamos con Fabi y nos pareció mejor no hablarle las dos a los actores para no generar confusiones.

–¿Te costo hacer tantas cosas al mismo tiempo?

–La primera semana estaba mareada. No sabía si hablarle a los actores, repasar mí parte, trabajar detrás de cámara o discutir ideas con Fabi. Por un par de días estuve medio perdida (risas). Pero después agarramos velocidad y las cosas fluyeron muy bien. Creo que todos entendimos de qué se trataba la película y agarramos un muy buen ritmo de laburo.

Sin especulaciones

La reina del miedo es una película valiente. Ante un debut como directora y guionista, Bertuccelli pudo apostar a lo seguro. Si bien durante sus más de 25 años de carrera interpretó múltiples personajes, su registro para la comedia en películas como Un novio para mi mujer potenció notablemente su llegada y repercusión. La Tana Ferro y su desprecio por los signos zodiacales siguen circulando por las redes sociales a casi diez años del estreno de la película. Pero Bertuccelli desatendió ese tipo de estrategias y apostó a una historia sin especulaciones.

–Esta película nació de una necesidad muy genuina y no negocié nada. Por eso también disfruté mucho del compromiso que pusieron cada uno de los que participaron del proyecto. Hice todo con plena sinceridad. No se parece en casi nada a los últimos trabajos que había estado haciendo como actriz. Pero es la historia que necesito contar en este momento. Por eso siento mucho orgullo y alegría.

–¿Cómo te llevás con el miedo?

–Es un tema que me interesa. Tenía muchas ganas de hablar del miedo. El miedo puede funcionar como inspiración y como un motor. Puedo paralizar, claro. Pero si lográs atravesarlo encontrás una fuerza o un carácter que seguramente no sabías que tenías. Cuando superás un miedo crecés, de alguna manera te transformás en otra persona. De chica era muy miedosa y mi papá una vez me dijo que los valientes no son los que no tiene miedo: valientes son los que tienen miedo y lo superan. Esa frase fue muy inspiradora para mi vida y para la película.

–Alguna vez expresaste tu preocupación por las desigualdades que sufren las películas argentinas para competir en un mercado dominado por los tanques de las grandes cadenas multinacionales. ¿Cómo ves las cosas en este momento?

–Siguen muy difíciles. Es complicado conseguir productora, distribuidora, la cantidad de salas necesarias para que exhiban tu película. Para nuestros proyectos el cine es una industria muy frágil. Por eso hay que pelearla hasta el último espectador. Trabajar para que puedan llegar más personas al cine. Es enorme el esfuerzo que se pone para este tipo de proyectos, el medio es muy difícil y hay que seguir agitando. El trabajo para estas películas no termina con el estreno.

–¿Alguna ley podría equilibrar este tipo de dificultades?

–No soy una especialista. Me parece que otros directores, guionistas y hasta actores saben más y podrían hablar con mayor fundamento. Pero creo que habría que buscar algún tipo de herramienta. Necesitamos más subsidios y apoyo para que el cine nacional retome fuerza. Aunque nos formamos en varias crisis, no podemos sostener una industria en base a nuestra capacidad de adaptación. Se necesitan políticas más integrales. «

El coproductor que pocos imaginaron

La reina del miedo fue imaginada como una película independiente muy pequeña y a medida que el proyecto avanzaba fue sumando voluntades de peso. Las productoras son Rei Cine y Patagonik, y la coproducción corrió por cuenta de Marcelo Tinelli. La participación de este último surgió luego de una gestión directa de Bertuccelli.

–¿Cómo participó Tinelli de este proyecto?

–Desde un comienzo pensé que Marcelo podía tener ganas de sumarse al proyecto. Habíamos tenido una cena un tiempo antes y coincidimos en varias películas que nos gustaban. Me acuerdo que una era El gusto de los otros. Entonces pensé: “a lo mejor no le parece tan raro el guión” (risas). Se lo mandé, lo leyó muy atentamente y me hizo una devolución muy detallada sobre un par de escenas que me parecían centrales. Fue muy lindo que se sumara a la peli como coproductor y que le gustaran mis ideas.

La necesidad de enfrentar los maltratos

El mundo en general y la industria del cine y el entretenimiento en particular están conmovidos por sucesivas denuncias de acoso realizadas por mujeres. El tema se hizo notorio después de décadas de ser invisibilizado y hoy está en el centro de la escena. Bertuccelli es muy cuidadosa de las palabras y sus implicancias. No le gusta hablar de temas personales, pero revela su experiencia.

«No sufrí acoso –puntualiza–. Pero sí situaciones en las que no me sentí bien, que me incomodaron y que tuvieron mucho de maltrato. En este caso quien las realizaba era un varón. Son temas delicados y cada uno los resuelve o sobrelleva como puede. Para algunas personas es menos difícil que para otras. En mi caso creo que desde más chica encontré una seguridad personal que me permitió reaccionar y preservarme. Uno se puede defender de distintas maneras y yo no necesito exponerlo. Considero que me puedo defender sola. Pero es un tema muy complejo».