Se fue casi con lo puesto. Desde hacía dos discos –esa particular temporalidad de los músicos– sentía que necesitaba salir del cascarón de Calle 13. Llevaban cinco álbumes de estudio y 25 Grammys ganados pero René Pérez Joglar, alias Residente, estaba inquieto y fueron esa inquietud y ansiedad que arrastra desde siempre las que lo llevaron a cargarse la mochila al hombro y salir una vez más al mundo. Pero este viaje era totalmente distinto, con la cabeza y el cuerpo arrastrando la experiencia de años de trabajo y, al mismo tiempo, livianos, permeables a descubrir y a dejarse atravesar por las culturas de remotas partes del mundo que estaban en las huellas de su propio ADN. Así Residente se tomó dos años para emprender su proyecto más ambicioso: una obra conceptual que consta de un documental, un disco, un libro y una página web que cobijan esa búsqueda a lo más primario de su ser, de su sangre para pensar el trabajo hacia el futuro.

Con la mirada hacia abajo, sonriendo con timidez y lejos de la voz en alto y la histriónica energía que despliega en el escenario y que hacen sacudir un poco el cuerpo hasta al más reticente, René recibió a Tiempo para charlar sobre Resid3nte, ese espacio conceptual donde buscó reinventarse y empezar de nuevo.

–¿Qué cosas de vos cargaste en esa mochila para iniciar el recorrido?

–Yo me llevé un bulto semi lleno, a la mitad. Fui con una dirección, con una idea de lo que iba a hacer pero esperando llenar esa maleta con otras cosas. Y eso fue lo que pasó. Fui a países donde sabía que iba a trabajar sobre el tema de la guerra, sabía que iba a colaborar con cierto tipo de artistas pero luego aparecieron otras situaciones, como escuchar a un coro de mujeres cantando en una iglesia llena de agujeros de balas… ese tipo de cosas me las iba llevando, cargando en la maleta. Me llevé todo un trabajo de introspección, de estudiarme a mí por dentro. Desde que hice Calle 13 no había tenido nunca el tiempo de detenerme, de parar y decir: «esto es lo que está pasando». Y eso me pasó ahora en Siberia. Tuve un momento similar en el disco pasado, cuando me detuve en una pausa y empecé a analizar lo que estaba haciendo. Parece como un cliché del tipo que se va y se encuentra con él mismo pero la realidad es que sí pasó en Siberia, con las montañas alrededor cuando me puse a pensar y a entender por qué estaba haciendo esto, por qué no estaba con mi familia y pensé en que quería volver a estudiar arte por ejemplo y otras cosas que no estaba haciendo.

–¿Qué despertó esta curiosidad, tus ganas de hacerte un estudio de ADN y años después ir tras esos resultados?

–Yo creo que fue el proceso creativo por el que estaba pasando. Estaba buscando una idea, por dónde me iba a ir en este disco. Quería hacer lo mejor que haya hecho en mi vida. Sabía que quería hacer un gran proyecto, tenía la necesidad de entrar en esa zona creativa medio escolar, de cuando estaba en la escuela de arte y solamente me importaba hacer un gran proyecto y conectar con eso.

–¿Ya habías decidido que eso tenía que ser por fuera de Calle 13?

–Sí, yo sé eso hace dos discos, lo que pasa es que no se había dado. No había encontrado el momento y ya cuando estábamos empezando la gira del último disco (Multiviral) yo sabía que quería empezar mi proyecto y ahí me puse a buscar y a buscar hasta que apareció esta cuestión. Me acuerdo de estar en el estudio y pensar: «lo que yo tengo que hacer es música basándome en las pruebas de ADN». Y ahí cayó todo, el documental, el libro, el disco… Era una cuestión de reto personal, tenía muchas ganas de hacer algo cabrón por mí mismo y por muchas razones. Y cuando lo planteé mucha gente me dijo que era imposible, que estaba loco, que si iba a dejar de tocar, o dejar Calle 13, como que todo era un problema para un montón de gente y no les hice caso. Me metí de lleno y eso me dio más ánimo.

–¿Qué entendiste mejor de vos a partir del viaje?

–Entendí que todos somos iguales de distintos. Gracias a Dios todas las críticas al documental han sido positivas pero una persona escribió como que era muy utópico pretender pensar que todos venimos del mismo lugar. Bueno, pues sí, utópico parece pero es una realidad. Todos venimos de África y a pesar de que nos separamos y ahora tenemos hasta fronteras definidas es importante recalcar el hecho de que venimos de un mismo lugar y somos hermanos de sangre y nos tenemos que comunicar y entender mejor y evitar los conflictos. Entendí eso que es básico. A todos nos duelen las cosas iguales. Confirmé y vi cómo los países grandes siempre aplastan a los pequeños. Yo lo viví toda la vida y lo sigo viviendo con los Estados Unidos y Puerto Rico, pero es así con Francia en algunos países de Africa, con Rusia, China que están en países donde no deberían estar.
A René le cuesta identificar qué de su ADN tiene más que ver con su mamá, Flor, y qué con su papá, Reinaldo. «No los puedo separar», dice este artista que confiesa su imposibilidad para mantener la atención en situaciones que no lo atrapan de entrada. «Lo de despistado lo tengo de los dos. Creo que al ser los dos despistados se juntaron y crearon un monstruo del despiste», dice divertido. Recuerda que en su casa no se miraban telenovelas ni demasiada televisión, aunque se hablaba de béisbol, de música, de sexo… y atribuye su apertura artística a la educación familar que recibió. «Me incentivaron y me motivaron. En el arte sobre todo mi mamá y el lado social más de mi papá. Los dos son muy inteligentes y creativos», describe.

«Yo te miro y tus labios me tocan, cuando grito sin usar la boca y mi furia se come a la gente y te muerde aunque no tenga dientes», es la misma guerra la que habla en una de las canciones que integran Resid3nte y que tiene registros de instrumentos y voces de artistas de países en pleno conflicto. «Yo estoy hecho de guerra», recita el cantante que visitó para este ambicioso proyecto países de Asia acostumbrados a vivir en conflictos bélicos. «Conocí a mucha gente que nace y crece en países en guerra, sus papás, sus abuelos murieron durante la guerra y tienen otro carácter, otra manera de ver la vida. Y después ves que nosotros lo peor que nos pasó en en los últimos días es que perdió tu equipo de fútbol o no tienes plata para esto o lo otro. En cambio para ellos las necesidades que tienen son producto de la guerra, sus molestias también. Son hijos de la guerra», define.

–Y pese a vivir y ver de cerca tantos padecimientos e injusticias elegiste tener un hijo ¿Pensando en que el mundo merece buena gente?

–Sí, eso fue lo que me convenció a mí. Yo al principio estaba reacio, decía que para qué lo voy a traer acá, para que sufra. Pero el mundo necesita soldados de bien, gente que hace el bien, que ayude. Lo traje para eso mismo para sea una persona de bien y colabore para que el mundo sea mejor. Ahora Milo ya está empezando a decir frasecitas que hacen sentido, dice muchas palabras mezcladas y yo las voy entendiendo.

–Siendo un disperso nato, ¿qué cosas te traen calma?

–¿Calma? Déjamelo pensar. Bueno, él me trae calma cuando tomamos la siesta. Yo nunca podía dormir más de cinco horas y desde que Milo nació, ya cuando se puso más grande y tomaba las siestas en la tarde, pude dormir con él. Eso me traía la calma de sentirme seguro. Él se siente seguro a mi lado y yo al lado de él, es quien me mantiene por el rumbo, concentrado en lo que tengo que hacer. Me da calma, seguridad y dirección.«


Nacimiento multicultural

Conociendo el compromiso político de René y su lucha independentista, resulta llamativo que Milo, el hijo que tuvo en 2014 con Soledad Fandiño, haya nacido en los Estados Unidos. La respuesta de Residente ante la inquietud es tan simple como sincera. «¿Tú tienes hijos?», pregunta. «Bueno, cuando estás de 6 meses y ya tenés una doctora con la que te sientes en confianza y una dula, es difícil quererte ir de ahí. La opción que yo quería era Puerto Rico pero no es lo que yo quiera, es lo que ella quiera que es la que va a parir. Cuando va a nacer un niño, yo me di cuenta, lo aprendí… está tu esposa, tu compañera pasando por todo y ahí los ideales no importan, no importa nada, importa la comodidad de que ella esté bien y nazca el hijo bien. A mi me costó la decisión, imagínate. Igual Nueva York es como una ciudad multicultural. Milo nació en un hospital de Down Town en el barrio chino. Eran morenos, afromericanos, chinos y Milo. Fue un ambiente muy chévere, con una doctora mexicana. Igual si tú me dices que iba a tener una ciudadanía puertorriqueña, pero nada de eso. Milo y yo somos iguales. Quizás si nacía en Argentina iba a ser distinto. Yo quiero sacar la ciudadanía argentina para mí y para Milo ya la estamos sacando. Pero es irrelevante. Nosotros le inculcamos a él dos culturas la puertorriqueña y la argentina y tiene amigos en todos lados. Quiero que él se sienta de donde quiera.»

El documental en el BAFICi

Resid3nte se podrá ver en el Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente el 21/4 a las 18:45 en el Village Caballito (sala 8), el 24/4 a las 16 en Artemultiplex Belgrano (sala 3), el 29/4 a las 22 en el Anfiteatro del Parque Centenario y el 30/4 a las 16 en el Barrio 31.