El domingo a la tarde, Red Hot Chili Peppers anunció oficialmente lo que ya nadie esperaba pero todos deseaban: el regreso de John Frusciante a la banda, el histórico guitarrista que había abandonado la formación –por segunda vez– hace una década. Al mismo tiempo, comunicaron la desvinculación de quien había sido su reemplazo en esta ocasión, Josh Klinghoffer. Pocas noticias causaron tanto impacto en la escena musical durante los últimos diez años, en los cuales el rock mainstream tal como lo conocemos no hizo más que decepcionarnos, salvando algunas dignas excepciones.

Instagram fue la plataforma elegida por el grupo para dar a conocer la novedad. Ni Facebook, ni Twitter, ni la página web oficial. Esto es una noticia en sí misma, con la que podemos aventurar que no se trata únicamente de una simple apelación a la nostalgia por el pasado, característica intrínseca de la cultura pop, sino también una apuesta por el interés de los más jóvenes, quienes no disfrutaron de la más gloriosa formación de los Peppers mientras estaban en actividad de forma conjunta. Es una vuelta al pasado que huele a futuro.

Este renovado horizonte es más que prometedor: quienes disfrutan del rock en general y los fanáticos de esta banda en particular, coinciden en algo: todo tiempo con Frusciante fue mejor. Pasaron muchos guitarristas por la banda, pero ninguno alcanzó el status de ídolo que adquirió John. Quizás el que más cerca estuvo fue Hillel Slovak, fundador del grupo cuya carrera quedó trunca tas su joven fallecimiento. También grabaron discos como guitarristas de la banda Jack Sherman, Dave Navarro y el anteriormente mencionado Klinghoffer, además de varios que tuvieron un breve paso sin pena ni gloria (párrafo aparte merece Arik Marshall quien apareció con la formación en el mítico episodio de The Simpsons y tocó en el estadio Obras).

Volviendo a Frusciante, es menester comprender la totalidad de su impronta para empezar a reconocer los múltiples motivos por los cuales su regreso a la banda es de suma importancia para la escena musical actual. Las composiciones que emergieron de sus trabajos con Anthony Kiedis, Flea y Chad Smith marcaron el punto más alto del grupo y, en muchas ocasiones, influyeron notoriamente a otras bandas contemporáneas. Además, su carrera solista es muy prolífica e incluye discos notoriamente disímiles entre sí y en relación a los de los Chili Peppers, con canciones que van desde el low-fi hasta el noise, pasando por la improvisación electrónica y el rock experimental.

Frusciante era un adolescente seguidor de la banda cuando fue convocado para unirse a sus filas. Pasó de ser una suerte de niño prodigio a un rockero de ascendencia global, camino que devino en tortuoso, quedando representado en las cicatrices que surcan sus brazos a causa de su fuertísima adicción a la heroína durante aquellos años. Tiempo después de su primer alejamiento del grupo, dejando atrás gemas como «Mother’s Milk» y «Blood Sugar Sex Magik», volvió más protagonista que nunca, y fue un pilar fundamental para uno de los discos más emblemáticos de la historia de la música popular: «Californication». Llegaron los años dos mil y, con ellos, «By The Way», el doble «Stadium Arcadium» y… un nuevo alejamiento del grupo. En esta ocasión, fue para dedicarse de lleno a su carrera solista, nuevas propuestas en conjunto (Ataxia) o colaboraciones (The Mars Volta), manteniéndose alejado de los conciertos de estadios, giras mundiales y, muy especialmente, de la prensa: sus últimos discos reniegan por completo de la música comprendida dentro de los márgenes impuestos por el mercado y muestran un vuelco rotundo a la experimentación más abstracta, actitud que parecía su rumbo definitivo… hasta este domingo.

Ahora bien, ¿qué podemos esperar de este sorpresivo y deseado anuncio? Absolutamente todo. Los Red Hot Chili Peppers dieron muestras de que supieron sostenerse más allá de sus integrantes aún reconociendo las limitaciones de cada formación. Por caso, durante su última visita a Argentina en el marco del Lollapalooza 2018, ciertas canciones fueron ejecutadas por un total de ¡siete! músicos sobre el escenario. No reniegan del paso del tiempo, sus listas de temas representan una simetría entre clásicos y canciones de los últimos discos, y siguen apostando por la grandilocuencia (concierto en las Pirámides de Egipto incluido) sin olvidarse de sus primeros pasos como banda (con presentaciones en escuelas e institutos de música para niños y jóvenes).

Teniendo esto en cuenta, el regreso de Frusciante es especialmente auspicioso. Una banda madura que nunca perdió la juventud, que supo transitar desde la muerte de su fundador hasta profundas peleas entre sus miembros, pero que paradójicamente está en franca proyección en una época en la que las bandas de rock en estadios parecen encaminarse hacia la desaparición. La vuelta de Frusciante podría quedar representada por el videoclip de «Californication», con estética de videojuego que hoy sería un éxito vintage: cuatro renegados de Los Ángeles que transitaron distintos caminos repletos de dificultades que sólo descansan de esa búsqueda frenética cuando logran lo que parecía imposible: encontrarse y sonreír.