Entre la investigación y la militancia, Ivana Feldfeber, Mailen García, Yasmin Quiroga, Giselle Arena y Carolina Glasserman Apicella crearon DataGénero, un observatorio de datos con perspectiva de género. Formadas en Educación, Sociología, Abogacía, Ciencia Política y especializadas en la recolección y análisis de datos con perspectiva de género, impulsan investigaciones para detectar las desigualdades con evidencia científica y proponen aportes para la implementación de las políticas públicas.

¿Cómo se piden los datos de una persona en un juzgado? ¿Cuántos matrimonios se concretaron luego de la sanción de la Ley de Matrimonio Igualitario? ¿Dónde hay que medir la paridad de género en el Congreso? ¿Qué son los sesgos de género en los algoritmos? Estas cuestiones y otras más, se plantean en DataGénero con la convicción de que la igualdad también se construye en la búsqueda y el análisis de datos. Los números, que aún parecen ser territorio de las ciencias exactas, comienzan a dialogar con otros enfoques para revelar las vivencias de las personas que hay detrás.

Se acercaba el 8M del 2020, previo a la pandemia, Mailén García planeaba convocar a otras especialistas para organizar un evento sobre datos y enfoque de género con el ejemplo de un juzgado de la CABA. Se conocieron con Ivana Feldfeber que venía investigando los sesgos en educación y la reproducción de estereotipos en clases de robótica. El resto del equipo se fue sumando, todas desde distintas áreas de trabajo con la misma preocupación: la falsa neutralidad de los datos, los sesgos de género en las políticas públicas y la democratización de la información.

-¿Por qué es importante pensar los datos con enfoque de género?

Yasmín Quiroga: -Siempre que se piensa en datos, se piensa en números, en las ciencias “duras”, y es muy necesario tener datos en las ciencias sociales para poder tomar decisiones. Algo que decimos siempre: políticas públicas basadas en evidencias y no en creencias. Necesitamos datos que nos muestren la realidad total. En el Juzgado donde trabajo, empezamos a pensar qué le faltan a esos datos, que hay atrás, de dónde salen, cómo se construyen, para qué, con qué herramientas, qué queremos mostrar. Uno de los problemas del Poder Judicial es que la recolección de datos es binaria, más allá de que estén públicos o no. Es binario porque falta todo un nivel de educación detrás, porque previo al poder judicial, intervienen muchos otros organismos del estado que necesitan de capacitaciones con enfoque de género.

Giselle Arena: -Que los datos tengan o no perspectiva de género va a determinar cómo definimos un problema y las soluciones. Si hay poblaciones que estamos invisibilizando, son poblaciones a las que no le vamos a dar una respuesta. Nuestra misión como observatorio, tiene que ver también con visibilizar personas o colectivos que históricamente estuvieron invisibilizados. 

Carolina Glasserman Apicella: -También es importante romper con la falsa objetividad. Y pensar que más allá de que los datos hagan referencia a números, detrás de esos datos hay personas.

-¿Qué ejemplos pueden comentar sobre datos que no tienen en cuenta las desigualdades de género?

CGA: -El relevamiento de datos de manera binaria varón-mujer, deja por fuera todo un enorme caudal de experiencias, por ejemplo, de la comunidad travesti-trans. Si no tenemos la posibilidad de acercarnos a partir de grandes volúmenes de datos es difícil entender tendencias y poder dar respuestas por parte del estado.

MG: -Por ejemplo, no sabemos si hay personas que tienen más problemas de empleo por su orientación sexual porque no lo preguntamos. No medimos si las mujeres más desocupadas son lesbianas, por ejemplo. Otra situación similar sucede con las enfermedades, por ejemplo en Argentina aún se piensa que personas homosexuales o trans tienen mayor prevalencia a tener HVI, porque es con la única enfermedad que se llevó ese tipo de registro, y no con otras…

GA: -En el campo de la salud, hay investigaciones a partir de radiografías de “sexo varón” cuyos resultados se aplicaron a la población en general, a tratamientos que por la fisionomía diferenciada no tenían el mismo impacto y hubo consecuencias. Ahora en Salud se está discutiendo la vigilancia epidemiológica con perspectiva de género.

-Como el vacío de datos sobre los cambios en la menstruación a partir de la aplicación de la vacuna contra el Covid-19…

CGA: -Pero sí hay muchos estudios sobre el supuesto impacto del tamaño del pene y la vacuna, ¡es verdad esto! Hay muchos estudios financiados por laboratorios. Pero nadie se puso a pensar en un fenómeno que le ocurre a todas las personas con útero como menstruar, somos 52% de personas con útero, nadie se le ocurrió pensar el impacto de la vacuna del covid desarrollada tan rápidamente.

-En el portal del Observatorio proponen “habitar la frontera en la frontera, es decir, construir nuevos conocimientos que interseccionen y transversalicen saberes de forma situada, en nuestros espacios, en nuestro continente, en nuestra lengua, desde los feminismos.”, cita de Donna Haraway.¿Qué significa para ustedes? 

MG: -Implica construir conocimiento desde el sur, en nuestra lengua, desde los transfeminismos. Y también interrelacionarlo con la ética. Tener más datos es también tener más control sobre poblaciones y eso es un riesgo, y de eso hay que hablar. También se cuelan lógicas muy extractivistas sobre los datos (como Facebook) Otra cuestión central es el tema ambiental, porque los servidores de datos necesitan luz, agua… ¿En qué lugares se ponen estos depósitos, sobre qué poblaciones? Los bitcoins por ejemplo salen muy caros en términos ambientales, ¿para qué? para generar nuevos mercados financieros. Hablar de género también es hablar de eso porque la pobreza nos afecta especialmente en nuestra región como mujeres o parte de otros colectivos, porque siempre hay una condición de subordinación y pobreza.

La participación política de las mujeres, otro asunto a analizar

En plena coyuntura preelectoral, DataGénero publicó la investigación ¿Cómo llegan y dónde están? Datos para pensar la paridad en los poderes legislativos, un trabajo desarrollado para estudiar las desigualdades de género al interior de este poder.

¿Cómo llegan y dónde están? Datos para pensar la paridad en los poderes legislativos

-¿Dónde están las desigualdades más allá de la paridad?

CG: -La desigualdad que se ve más fácilmente es la numérica. No hay mujeres, entonces se introduce una medida de acción afirmativa. Pero una vez que tenemos esa conquista hay otro entramado. La paridad se queda en el borde de la pileta sin sumergirse demasiado. Porque en primer lugar, hay que investigar los mecanismos de negociación y las formas de lobby en donde solo participan varones. Hay una ley específica que dice que como las mujeres no están, tienen que estar. Ahora cuando llegan, ¿cómo es? A priori, al ser colegiado y al haber representación de distintas fuerzas políticas de diferente tinte ideológico pareciera cómo que es más democrático. En el Congreso son el 42% mujeres, hay cierta paridad. Pero las cosas no son lo que parecen. Se pueden analizar los lugares de poder, de decisión de agenda, sobre las leyes que salen o no. Si miras las presidencias de las comisiones y de bloque ahí ya la foto no está buena. Y sólo las mujeres presiden comisiones vinculadas con el cuidado, personas mayores, familia, educación y cultura: cuestiones que tienen que ver con la vida y la reproducción de la vida y del esparcimiento. Incluso la composición está feminizada o masculinizada según la temática, no solo las presidencias de las comisiones. Y sobre los bloques, las mujeres presiden sólo monobloques, y creo que esa es la realidad más alarmante. El bloque político que es la estructura interna que aglutina las diferentes posiciones ideológicas, sólo las mujeres aparecemos presidiendo pequeñas unidades. Entonces todo el espectro ideológico está presidido por varones de distintos partidos políticos que hoy tienen alianzas con representación en el Congreso.

-Al cumplirse 11 años de la sanción de la Ley de matrimonio igualitario emprendieron otra búsqueda de datos para relevar estadísticas sobre los casamientos ¿Por qué no hay información accesible?

MG: -Pensamos que como ya se cumplían más de 10 años, íbamos a encontrar datos para realizar una investigación. Primero buscamos y no encontramos. Luego comenzamos a hacer pedidos de acceso a organismos y ahí nos encontramos con una enorme cantidad de barreras. Algo tan sencillo de responder: ¿Cuántas personas contrajeron matrimonio desde que existe la ley? ¡Pero no! Somos una organización que trabaja con datos con perspectiva de género, se cumple el aniversario de la ley y queremos publicar cuántas personas, en qué provincias se casaron más, cuál es la media de edad, preguntas con datos. Sólo una provincia respondió nuestro pedido.

YQ: -Sabemos que existe una ley de acceso a la información pública y que existe un órgano garante más allá de las provincias. Pero en la práctica es imposible. El RENAPER nos respondió que es capacidad de cada una de las provincias y de CABA. Así que nos dividimos y enviamos los pedidos a los correos que encontramos. Sólo 11 provincias nos contestaron con un número de trámite, no con datos. El resto sin respuesta. Solo Tierra del Fuego respondió con datos.

(El informe sobre este tema se puede encontrar en este link: A 11 años de la sanción de la ley de Matrimonio igualitario, nos preguntamos ¿cuántas personas del mismo sexo se casaron en la República Argentina?)

-¿Por qué armaron dentro del Observatorio el Laboratorio Urgente de Políticas Públicas? 

GA: No queremos constituirnos como una organización de denuncia. Queremos brindar soluciones y colaborar en las discusiones. Pensamos los datos desde la definición del problema hasta la construcción de alternativas posibles, la elección de un camino, la implementación, el monitoreo y la evaluación. Vemos problemas o políticas que se podrían mejorar en la implementación a partir del uso de evidencia. A veces los datos ya están recolectados, el Estado es un gran reservorio de datos y de lo que se trata es que estén disponibles para mejorar la transparencia y la rendición de cuentas.

CGA: -Tenemos en claro que hay urgencias que tienen que ver con la praxis del estado y es nuestra pata más urgente porque los datos que no tienen perspectiva de género impactan sobre una población. A veces, se legitiman violencias, a veces, se invisibilizan identidades. Tenemos un área de formación de gobierno y a la comunidad en general. Y pensamos en cómo producir datos desde una posición epistemológica feminista desde el sur.

YQ: -Y queremos transversalizar la perspectiva de género y fortalecer el uso ético de los datos, desde los tres poderes del estado y desde los tres niveles.

-¿Qué lectura hacen del contexto actual: ampliación de derechos y reproducción de las desigualdades?

CGA: -Me parece que es una discusión filosófica, en pensar cómo se rompió una ética de la empatía y la norma es la apatía. Algo que el neoliberalismo hizo muy bien en la década de los 90, sobre todo en donde los gobiernos neoliberales han tenido más lugar y las ideas han calado más hondo con lógicas del “sálvese quién pueda” y con eso las violencias vuelven a quedar dentro de la esfera privada. Hay un movimiento esquizofrénico entre conquistas normativas. Es una forma del estado moderno de encauzar demandas que prefiere que no estén en la calle. “Vengan por acá”, por el camino de lo formal, y el estado encauza y resuelve, pero en lo ontológico en relación a la exclusión por fuera de la hegemonía de los varones no se termina de poner en duda. En relación al Poder y al Congreso, por ejemplo, en la praxis no termina de impactar.