Ecofeminita y Oxam realizaron una encuesta a varones de América latina para entender cómo se vinculan con los cuidados. Cuáles son las narrativas que los convocan.

Como venimos insistiendo desde nuestros inicios, la distribución desigual de las tareas de cuidado es una de las mayores barreras para la igualdad de género en nuestra región: las mujeres dedican más del doble de tiempo que los varones a estos trabajos, una realidad que persiste incluso tras décadas de mayor participación femenina en el mercado laboral, generando dobles y triples jornadas para ellas.
A su vez, la crisis de los cuidados se agrava con el envejecimiento poblacional y la falta de respuesta adecuada de los Estados, una carga desigual en los hogares, sostenida mayoritariamente por mujeres, perpetuando estereotipos de género.
En el mundo online, las audiencias masculinas están atravesadas por discursos que refuerzan estos estereotipos, desde los movimientos de «tradwifes» (que exaltan roles tradicionales de género) hasta las ideas de los “hombres de alto valor” (que promueven un ideal masculino basado en éxito material y la superioridad física). La «manósfera» potencia estas ideas extremas y perpetúa discursos patriarcales y misóginos.
En este sentido, presentamos el informe “Varones y Cuidados: un compromiso necesario”, con el objetivo de pensar la potencia que tiene la participación masculina en la organización de los cuidados, y así, involucrarlos en la pelea por una distribución más justa de estos trabajos.
A través de una encuesta realizada a 537 varones cisgénero de América Latina, detectamos que las temáticas relacionadas con el cuidado tienen poca presencia en las conversaciones que tienen entre ellos y sus amigos. Mientras deportes, política y trabajo son temas frecuentes, las recetas de cocina y los “tips” para el hogar apenas figuran.
Sin embargo, estas dinámicas cambian al hablar con mujeres: los varones se sienten más cómodos discutiendo vínculos, salud mental y cuestiones familiares con sus parejas o amigas.
Este contraste refuerza estereotipos que asignan temas “públicos” a los hombres y relegan los cuidados al ámbito privado y femenino.
El análisis sobre paternidad mostró que más del 70% de los padres encuestados tuvo licencias menores a siete días, y el 80% deseó que fueran más largas. Sin embargo, casi la mitad de los encuestados consideró que las licencias por maternidad deberían seguir siendo más extensas que las de paternidad.
Las justificaciones más comunes asociaban esta diferencia a factores biológicos, como la lactancia o el desgaste físico tras el parto. Pero los padres parecieran no tener en cuenta que durante las licencias por maternidad tareas como limpiar la casa, cocinar, lavar la ropa o hacer las compras siguen existiendo y que una persona que se está recuperando físicamente de un parto o una cesárea no está en las mejores condiciones para hacerlas.
Esta creencia de que la licencia implica sólo cuidar directamente a una persona recién nacida, no sólo invisibiliza otras tareas indirectas, sino que puede ser una limitante a la hora de exigir licencias más extensas para varones —o personas no gestantes— y empezar a compartir esa carga de trabajo.
Para entender cuáles son las narrativas que pueden convocar y generar mayor conciencia entre los varones cisgénero, nos preguntamos qué tan interpelados se sienten por las peleas feministas: El 32% afirmó no considerarse feminista, mientras que un porcentaje similar dijo no saberlo.
Muchos no están en contra del feminismo, pero tienen ideas preconcebidas que los alejan de la causa. Algunas de las más comunes son la creencia de que es un movimiento exclusivamente “por y para mujeres”. Esto refuerza la idea de que los varones sólo pueden acompañar pasivamente o que su único rol es enfocarse en su deconstrucción individual. Además, muchos creen que los estereotipos de género no los afectan, subestimando cómo el patriarcado también impacta en sus vidas.
Estos resultados refuerzan la importancia de trabajar en mensajes que los motiven a ser agentes activos de cambio, entendiendo el feminismo como transformación colectiva.
Frente al avance de las nuevas derechas y grupos conservadores y antifeministas, necesitamos reforzar el cuestionamiento al patriarcado y su alianza con el sistema capitalista, y cómo esto profundiza cada día más la contradicción que existe entre los cuidados y la producción que se sostiene en ellos.
Necesitamos poner sobre la mesa una narrativa feminista que invite a los varones, que dé cuenta que nuestros reclamos no son contra ellos como individuos, sino contra la clase social que se beneficia a diario de mantener a las mujeres y diversidades bajo este régimen de desigualdad. Estas narrativas son las que nos van a permitir incorporar otro enfoque, el de la sostenibilidad de la vida como el motor y el centro de nuestras sociedades y economías, en beneficio de todas, todes y todos.
La nota es parte de la alianza entre Tiempo Argentino y Ecofeminita, una organización aliada que trabaja para visibilizar la desigualdad de género a través de la elaboración de contenidos claros y de calidad.
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