Y hubo un día en que las chicas tomaron las calles. Ocurrió en 2018, cuando el movimiento feminista recibió la alegría de la sangre más joven, la que no está dispuesta a renunciar ni un poquito a sus derechos y que está decidida a luchar sin descanso por conseguirlos.

«No voy a parar hasta que mi hija tenga los mismos derechos que mi hijo. Pero sobre todo, la que no va a parar es ella. Ellas no van a parar», dijo la periodista Luciana Peker durante su discurso en el anexo de la Cámara de Diputados, cuando comenzaba a discutirse el derecho al aborto legal, seguro y gratuito. Allí nació esta idea que terminó dándole título a su último libro: La Revolución de las Hijas.

El texto recorre años e hitos de la lucha feminista, las problemáticas que se dieron en diferentes momentos de la historia pero con un objetivo claramente transformador. Peker aborda desde hace más de 20 años las temáticas feministas, dándoles voz a las mujeres, construyendo historias que tocan de cerca su corazón y que fortalecieron cada vez más su feminismo. Por eso, el impacto de las chicas en la calle no iba a pasar por alto. Cuenta que no sólo eso le llamó la atención;  también resultó llamativo que muchos diputados y senadores fueron influenciados por sus hijas a la hora de votar la aprobación de la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo. «En ese sentido también creo que hay una revolución de las hijas. Las hijas de los gobernantes, son todo lo contrario a los ‘hijos del poder’, nombre que aparece en Catamarca durante el caso María Soledad Morales, pero que se apoya en la forma de gobernar provincias a través de feudos», expresa Peker.

–En el libro contás que otro punto de partida fue la relación con tu hija. ¿Cómo cambió con el tiempo esa dinámica entre ella y vos?

–Me interesaba hablar de La Revolución de las Hijas porque no es un libro que refiera sólo a una generación, sino también a sus modos de vincularse. Creo que el feminismo y la revolución de las hijas viene a reivindicar nuevas y amorosas familias. Me interesa esa disputa de las chicas, porque lo que dicen las familias conservadoras es mentiroso. Los sectores que dicen «con mi hijo no te metás», también dicen «no a las familias democráticas». Entonces, ellos dicen defender a la familia pero no hay nada que ataque más a la familia que los sectores conservadores que quieren un ideal sumiso y discordante con la realidad, y donde no va a haber amorosidad familiar. La revolución de las hijas ha unido a las madres con las hijas: me parece un fenómeno potente y rompe con el tabú y con esa idea social de la pica entre madre y hija, y eso por una novedad, que es la sororidad de madres que quieren acercarse, comprender, ser amorosas y cuidar.

–¿Cuánto tuvo que ver el aborto en esta unión?

–Uno de los procesos más significativos de 2018 estuvo en las madres que han contado sus abortos a sus hijas, porque dejó de ser tabú. También ahí se resignificó la idea de la madre y de las abuelas. Las hijas también implementaron sororidad al entender que su mamá estaba más cerca de ellas, de sus trayectorias y de sus luchas como una unidad.

–¿Cómo atraviesa este feminismo las clases sociales?

–El machismo y la violencia machista atraviesa todas las clases sociales y, por supuesto, golpea más en las clases más bajas, donde hay feminismos sin interpretación de clases. La Argentina tiene un feminismo más avanzado en lo popular. No quiere decir que no compita en el territorio con un sector que creció y que es el de las iglesias evangélicas. A pesar de eso, veo que hay demandas distintas. Entre las que escuché más fuerte, hubo una de una piba tucumana que dijo: «Salvemos las dos milanesas». En todas las mesas de las familias a los varones se les sirve más comida. En los sectores medios eso está mal, pero es un signo cultural. El tema es que en los sectores populares las pibas se quedan con hambre.

–¿Qué pasa con la maternidad?

–Los sectores populares tienen una valoración más alta de la maternidad, pero también abortan. La maternidad tiene que ser a la edad que quieran y con los hijos que quieran; hay que ser muy respetuosas de esas maternidades y ofrecer escuelas con jardines maternales, sistemas de cuidados, y apoyar las maternidades cuando no son forzadas. «


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Las pibas y la vida política

Peker afirma que la llegada masiva de las chicas a la militancia feminista corrió la demanda y revitalizó la lucha. Sin embargo, aún no logró trasladarse a la vida política.

«Todo el tiempo se trata de decir que es una moda, que es frívolo, un fenómeno de un sector… Hay una necesidad enorme de subestimar lo que pasa para no escuchar los reclamos y para quedarse tranquilos con seguir manejando el país como lo conocen, que es en una mesa chica», define Peker.

«La política le da la espalda al feminismo, al aborto legal, seguro y gratuito y a las jóvenes. En ese sentido, siento que le da la espalda al futuro. Desde sectores del campo popular también hay mucha ingratitud», señala Peker. «Creo que la política no quiere escuchar lo que dice el feminismo, que no saben qué hacer con lo que pasa. Y por el lado del feminismo, sin que la política electoral sea la única opción para articular las demandas, también deberían poder respaldar más a sus referentes».

Periodismo feminista

«Es fundamental, pero en esta época de precarización hay menos periodismo, hay menos trabajo. Sin dudas, me parece mejor el periodismo federal feminista que el que está sucediendo hoy en Buenos Aires, donde hay medios que se resisten muchísimo a lo que pasa. Hay una corporación de varones muy asustados, porque lo que ocurre no es sólo que cambian los contenidos, sino que se interpela a la corporación.»