Con una ceremonia espiritual y luego de cuatro días de intercambio intenso y convivencia, finalizó el Tercer Parlamento Plurinacional de Mujeres y Diversidades Indígenas por el Buen Vivir. El martes 24 fue un día clave: la tercera jornada de este encuentro realizado en Chicoana, a 50 kms de la capital salteña, tuvo como eje reunir testimonios y delinear acciones de lucha para abolir el chineo. Esta violencia sexual contra niñeces indígenas fue definida por varias de las participantes como “un crimen de odio cargado de racismo y de arraigambre colonial”. 

Desde temprano en la mañana, más de 250 hermanxs integrantes de 21 pueblos-naciones originarias de Argentina, Chile, Bolivia y México se juntaron en una reunión plenaria para organizar grupos de trabajo para un relevamiento de casos a partir de las experiencias de las hermanas.

Foto: Denali Degraf

“El chineo está afectando el futuro de los territorios, matando a las fuerzas. Si no tomamos decisiones, va a ser parte de nuestro genocidio. Las invito a que tengan esa fuerza para hablar con nosotras y que todas juntas decidamos las acciones a seguir para terminar con el chineo”, dijo Marilyn Cañío, del pueblo mapuche, a las hermanas indígenas.

“No importa el nombre, importa que está pasando hace tiempo y tiene que acabar ya. Vamos a tomar esta decisión de que juntes lo vamos a lograr. Están todas nuestras abuelas acompañándonos. Vamos a discutir qué acciones habrá. Y vamos a erradicar el chineo”, compartió la hermana Vilma Díaz Zárate, tehuelche mapuche. 

Las mujeres indígenas y diversidades se organizaron en seis grupos para compartir sus historias. Durante toda la mañana y en círculos íntimos, conversaron acerca del chineo y la violencia sexual que sufrieron y sufren niñes, mujeres, diversidades. Se habló de la complicidad de caciques, de la policía, jueces y políticos, de los pasos de frontera, la droga y la trata de niñas. También de la discriminación en los hospitales y en la justicia cuando se logra hacer la denuncia.  Fueron horas duras marcadas por los relatos de experiencias de dolor que, en muchos casos, estuvieron silenciadas durante años. Algunas hermanas no conocían la palabra chineo a pesar de haberlo sufrido y otras hicieron hincapié en los abusos sexuales intrafamiliares. “Nos cuesta mucho hablar, escucharnos, pero rompimos el silencio. Pudimos expresarnos a pesar de las lágrimas”, dijo Irene Cari.

La mayoría de las mujeres del grupo fueron violadas de niñas” 

Después se compartieron algunos testimonios, sentires y acciones posibles para abolir el chineo. Algunas de las palabras que circularon en esa ronda: 

“En nuestro grupo éramos 25 mujeres y hubo 15 casos de abuso relatados” 

“Hablamos de muchos casos directos que afectaron a la salud espiritual de los territorios, la comunidad y la familia”.

“A veces también son los tíos, abuelos, hermanos y padres los violadores”

“Pasó con la complicidad de policías y escuelas”

“El turismo también puede empeorar estos problemas de violencia sexual”

“Conocemos casos de violaciones de curas y pastores”

“La mayoría de los casos no tuvieron acompañamiento más que de las mujeres. El Estado municipal, provincial, y nacional está ausente.

“Escuchamos de casos no sólo en el norte de salta sino en lo que hoy es Bolivia Argentina y Perú”

“No hay protocolos en hospitales ni escuelas. O si hay no se respetan” 

“Salen de cacería”

“A veces son los mismos caciques quienes entregan a las niñas a cambio de algo.

“La violencia sexual es peor en zonas de fronteras y donde se comercializan drogas”.

“Nosotras no estamos descubriendo algo. Estamos despertando”

Foto: Celeste Vientos

A partir de esta puesta en común, se delinearon nuevas preguntas: cómo estamos, qué queremos y cómo seguir. “¿Cómo estamos? Estamos tomando conciencia de lo que pasa. El primer paso es que otras personas sepan que estamos luchando para terminar con el chineo”, dijo María Pía Ceballos, activista travesti trans de Mujeres Trans Argentina (MTA). Maria Pía habló de lo que se comentó en varios grupos: “las violaciones que casi todxs hemos sufrido en nuestra infancia por ser travestis o maricas”. Y resaltó: Necesitamos hablar de violencia sexual en nuestras comunidades”

“No queremos chineo y no queremos transfeminicidios”- compartió Lorena Carpanchay, coplera trans diaguita llegada de los Valles Calchaquíes-. “Tenemos que luchar por nuestras vidas. A las travestis y trans el machismo nos mata en la calle y en las rutas. Tenemos que luchar por estar vivas, contra el odio y el encubrimiento, y por la Madre Tierra”.

“Además de violencia sexual hay violencia racial. El chineo es racista y colonial”, agregó Peuma, travesti mapuche de Chile. “Es crucial que la Educación Sexual Integral hable de esto y de que fuimos expulsadas del territorio, empobrecidas. Nos desintegraron el territorio y el pensamiento”.

Para abolir el chineo

Además de los testimonios, los grupos llevaron a la plenaria una serie de propuestas para la abolición del chineo: desde la creación de una red de asistencia entre comunidades hasta exigencias puntuales al Estado, pasando por el trabajo intracomunitario y la creación de espacios de contención. También se plantearon acciones urgentes: en la plenaria final se resolvió darle un ultimátum al Estado para que pongan fin a estos abusos sexuales que, en muchos casos, cuentan con la complicidad institucional. 

Una de las líneas de trabajo que propone el Movimiento de Mujeres Indígenas por el Buen Vivir para acabar con el chineo es identificar cuáles son los escenarios en los que se perpetra y generar información y datos que permitan delinear políticas preventivas. “Queremos identificar el escenario del chineo para desconfigurarlo. No darle en bandeja la vida de nuestras hijas”, dijo Moira Millán. 

Foto: Denali Degraf

Sanar el espíritu

La noche anterior, se había convidado a una ceremonia de sanación a cargo de las hermanas aumatas (mujeres medicina) de Bolivia para despedir a niñxs no nacidxs y a ancestras y ancestros y personas que partieron. Entre los cerros y al atardecer, rodeadas de árboles y del canto de las aves, las mujeres medicina fueron guiando el ritual alrededor del fuego. 

Se habló del aborto en primera persona y de la culpa que esa práctica infringe en las mujeres indígenas. “Las ceremonias ancestrales nos acomodan el alma y el cuerpo, nos ponen en eje. Es salud, es sanación”, explicó Vilma Díaz y Zárate. 

Hoy, último día del Parlamento Plurinacional, se realizó una ceremonia de cierre y limpieza. Bajo el sol del mediodía, las amautas (mujeres medicina aymaras) y autoridades espirituales del territorio guiaron los ritos alrededor del fuego. Las integrantes del Movimiento de Mujeres Indígenas por el Buen Vivir realizaron un círculo de reciprocidad y entregaron sus ofrendas de agradecimiento a quienes participaron.  

El Parlamento fue un encuentro de fortalecimiento espiritual. Y les niñes también estuvieron presentes durante estos días, jugando, pintando y participando de juegos y actividades en un sector pensado para ellxs y a cargo de voluntaries. Para la cosmovisión indígena la infancia es sagrada y transmutadora de energía.

No fue fácil llegar al Parlamento

Fueron cuatro días de encuentro, trabajo y celebración, pero también de desgaste y cansancio. Organizar de forma autogestiva e independiente el Parlamento fue una tarea llena de dificultades para las mujeres y diversidades. La logística, contaron, estuvo marcada por una serie de obstáculos: desde encontrar un lugar idóneo para albergar a casi 300 personas hasta proveer alimentos saludables para la cocina pasando por conseguir colchones, elementos de limpieza y los fondos necesarios para pagar pasajes de avión y transporte terrestre de las hermanas que viajaron desde sus comunidades. Algunas de ellas no pudieron llegar porque era la primera vez que tomaban un avión y tuvieron problemas en el aeropuerto. A otras hermanas, como a la amauta de Bolivia, la interceptaron en el aeropuerto y quisieron confiscarles las hierbas y objetos que transportaban para las ceremonias. 

También estaba planificado que asistiera la familia de Juana, la niña wichí de 12 años que fue violada por un grupo de criollos en 2015. Desde el Movimiento de Mujeres Indígenas por el Buen Vivir denunciaron que la madre de Juana recibió amenazas para que no asistiera al Parlamento.

Aún así, la organización fue impecable y siguió preceptos sustentables. Las comidas fueron preparadas por voluntaries, basándose en un menú con alimentos de la cultura local, con raciones diarias para 300 personas.  

Un grupo de artistas de la comunidad Ava guaraní de las yungas jujeñas realizó un mural -siguiendo la línea de los Parlamentos anteriores, que dejan una pintura en cada lugar-. “Luchamos por la vida toda”, dice la obra que sintetiza el espíritu de este 3er. Parlamento Plurinacional.

El sufrimiento arraigado en los cuerpos de las hermanas encontró también en estos días un lugar de contención y abrazo donde la música, el canto y el baile estuvieron presentes todo el tiempo. A los relatos de dolor del último día se los rodeó con danzas circulares y así la lucha también se convirtió en celebración. 

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