Desde hace 17 años, en el barrio de Villa Crespo, funciona la “casita” Brandon, un espacio cultural que alojó a múltiples artistas, presentaciones de libros, obras de teatro, cine, festivales y diversos proyectos vinculados a los derechos humanos, especialmente para la comunidad LGBTIQ+.

Fue también espacio para el debate y organización de marchas y manifestaciones artísticas que acompañaron la sanción de leyes como la de Matrimonio Igualitario, Identidad de género y Cupo Laboral Travesti Trans.

En la vereda de la calle Luis María Drago siempre flamea la bandera de los siete colores, mientras crece la construcción colectiva y se gestan más y más proyectos.

Declarada en 2011 “de Interés Social, Cultural y para la Promoción y Defensa de los Derechos Humanos” por la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, Brandon es además un espacio de refugio y motor para el arte y la cultura bajo otras narrativas por fuera de la heterocisnorma. Ese espacio a partir de ahora también es una cooperativa de trabajo.

“La idea de la cooperativa ya nos venía sobrevolando antes de la pandemia. Para los centros culturales es muy difícil garantizar los derechos de sus trabajadores, hay mucha precarización dentro del universo de clubes de música en vivo y centros culturales. Durante la pandemia este tema explotó en mil pedazos”, cuenta a Tiempo, Lisa Kerner, fundadore de Brandon por la Igualdad, gestore cultural y artista sobre la reciente conformación de la cooperativa cultural luego de un largo camino de autogestión.

La cooperativa, según cuenta Kerner, es el resultado de muchas reuniones por zoom con distintas personas y organizaciones del arte y la cultura. “Allí hicimos un punteo de cuáles eran las dificultades más grandes de la gestión cultural en la Ciudad de Buenos Aires. También tuvimos varias reuniones con el Ministerio de Cultura de la Ciudad y con el Ministerio de Cultura de Nación, así pudimos llevar estas ideas”, agrega.

El ministerio nacional firmó un convenio con el Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social (INAES) para crear una figura nueva de cooperativas de trabajo cultural. “El estatuto contempla ciertos rubros y áreas que antes no estaban contempladas. Se entiende que un centro cultural, por ejemplo, puede hacer tanto gastronomía como luces, sonido, etc. Esto nos terminó de dar el impulso y llevar adelante la propuesta. No solo fue una cuestión de derechos laborales sino para pensarnos por fuera de las lógicas heterocispatriarcales donde las jerarquías son un estándar”.

En 2021, la Legislatura porteña declaró a Lisa Kerner como personalidad destacada en el ámbito de la Cultura.

El acompañamiento muy cercano del INAES hizo posible que la cooperativa cultural se formalice rápidamente. “Un gran desafío con mucho placer” comenta Lisa.

La cooperativa está conformada por algunas de las personas que son parte de la Asociación Civil Brandon por la Igualdad y las personas que trabajan mayormente de noche para poner en funcionamiento la casa, el servicio de gastronomía y bebidas, el sonido, las luces, las personas que recibe a la gente, las personas que atienden a les artistes para que tengan todo lo que necesitan para sentirse bien antes de salir al escenario y que el espacio esté en buenas condiciones.

El sentido colectivo y político de Brandon para la comunidad LGBTQ+

Brandon es un espacio que abre cinco días a la semana y que además cuando no abre, tiene las casillas de mails y los mensajes directos en todas sus redes sociales a disposición.

Kerner comenta: “Yo creo que, a través de la agenda, la programación, la curaduría y todo lo que se propone, se entiende que es un espacio abierto para personas que tienen algo para contar. Ya sea artístico o más intelectual. Esa diversidad que se da en la programación funcionó también para que la gente se apropie del espacio y que lo sienta Casa”.

“Además de ser un centro cultural o un club de música en vivo o tener su servicio de gastronomía y bebidas, es un espacio para conocer gente y escuchar cosas que ponen en tensión ciertas maneras de pensar muy internalizadas y tan naturalizadas. Vienen artistas consagradas y quienes dan sus primeros pasos y que acompañamos tratando de ayudar en la visibilidad y en la difusión. Luego de 17 años, hay una lectura de resistencia, de que se puede contra viento y marea, que esas puertas se abren para el arte y la cultura, y que los temas que nos conciernen, (que en realidad deberían concernir a toda la sociedad)”, explica Lisa.

Brandon fue testigo de montones de reuniones de activismo, pero también de muchas preguntas y conversaciones. “No sólo es un espacio refugio, sino también un espacio motor. Esto se ve por ejemplo en el modo de articular con por ejemplo la Mocha Celis o con otras organizaciones, las discusiones que le ha dado al Ministerio de Cultura de la Ciudad eventualmente después durante la pandemia y en el Ministerio de Cultura de Nación. Hemos sido una voz bastante escuchada, quizás por la insistencia y la permanencia”, agrega.

– ¿Cómo ven el futuro cooperativo de Casa Brandon?
-Estamos tratando de entender el presente que nos toca como cooperativa que nació recién. Todavía estamos conociéndonos tanto en los horarios de la apertura como en nuestras reuniones semanales que son de tres horas por zoom. Trabajamos cuestiones que tienen que ver con el quehacer del trabajo propiamente dicho, pero también cuestiones personales. Entendemos que somos todas personas con nuestros mambos, nuestros problemas y nuestras alegrías, y tratamos de empatizar unes con otres. Entender qué queremos de nuestro espacio de trabajo para crear algo nuevo, totalmente superador de todo lo que nos han enseñado. Creo que tiene que ver con corrernos de las lógicas heterocispatriarcales en las que todas las personas fuimos educadas y eso ya es un montón. Por ahora, estamos en etapa de conocernos como cooperativa y de ser un proyecto sustentable.

Casa Brandon está ubicada en Luis María Drago 236 y todas las actividades y eventos se pueden consultar en la página web Casa Brandon.