El frío y el cansancio se toleran a fuerza de gestos de cariño y guisos. Al pasar por cada pueblo pesquero o comunidad isleña, las y los kayakistas reciben saludos, aplausos, aliento. Partieron en caravana el miércoles último desde Rosario, por el río Paraná, para llegar el miércoles próximo al Congreso de la Nación. Llevan un mensaje que no solo atañe a las poblaciones costeras: reclaman que se trate la Ley de Humedales, para que se proteja a esos espacios clave para el ambiente, mientras el cambio climático enciende cada vez más alarmas.

La Multisectorial Humedales (MH) de Rosario, que puso a flote la caravana, se conformó el año pasado, cuando el humo de los incendios en las islas llegaba hasta el centro de la ciudad y se metía por las ventanas. El reclamo por la protección de los humedales existía hacía tiempo, pero fue la humareda insoportable la que potenció la organización y las protestas. Ahora, el principal reclamo apunta al Congreso: para que avance en comisiones y llegue al recinto el proyecto de ley que proteja los humedales de actividades que los arrasan, como la quema para renovación de pastizales destinados a la ganadería, la intervención con terraplenes para instalaciones agrícolas o los desarrollos inmobiliarios que alteran suelos y paisajes.

“La idea con la caravana es poder darle fuerza al reclamo. Estamos preocupados. La Ley de Humedales se viene tratando desde 2013. Tuvo presentaciones también en 2015 y perdió estado parlamentario. Se dejó estar, hubo una decisión política ahí, y no queremos que eso vuelva a suceder”, plantea Macarena Romero Acuña, antropóloga e integrante de MH. Forma parte del equipo que acompaña por tierra a quienes avanzan a remo. El proyecto de ley, que unifica 15 textos previos, obtuvo el 20 de noviembre del año pasado el aval de la Comisión de Recursos Naturales y Conservación del Ambiente Humano de Diputados. Desde entonces, se frenó. Debe pasar por las comisiones de Agricultura y Ganadería, Presupuesto y Hacienda y la de Intereses Portuarios, Marítimos, Fluviales y Pesqueros para, recién después, llegar al recinto.

“Si no hay un plenario de comisiones puede volver a pasar que pierda estado parlamentario. Creemos que realmente el Estado nacional y nuestros representantes tienen que tomar decisiones políticas, porque no es que no se está hablando de una ley de humedales: se está invisibilizando. Desde las políticas públicas no se está dando respuesta a un reclamo y somos muchas las personas que pedimos que paren las quemas, que haya preocupación por el ambiente, que el Estado dé respuesta a algo que nos quita vida y salud”, alerta la antropóloga. La caravana permite “demostrar que somos parte del río y que el río es parte de nosotros. Es parte de nuestro ecosistema. Somos parte como seres vivos y viceversa”, define Julia Vélez, integrante de la Multisectoral como vecina y trabajadora.

Travesía ambientalista

El primer tramo de la caravana sirvió para aprender a organizarse en el agua. Los kayaks iban demasiado separados, uno se volteó, si alguien necesitaba parar lo hacía solo. Después del primer descanso, guiso de lentejas mediante, la dinámica mejoró. Las y los remeros avanzaron más en sintonía, juntándose “como un gran camalote” al acercarse a cada orilla. “Pasamos por el barrio La Ribera y salió una lanchita con un pescador y trabajadores de la salud con una bandera. Mucho cariño, nos llenaron de ánimo. Estamos todos contentos, ya sin los nervios de la salida. En cada carita se ve un cansancio risueño”, cuenta Andrés Borgna, uno de los 50 kayakistas que reman en 40 embarcaciones. En total, recorrerán por agua más de 300 kilómetros.

La primera parada fue en Pueblo Esther. Ramona y Gabriel, una pareja de pescadores, recibieron a la caravana y contaron las dificultades que implica para la vida en las islas la bajante récord del Paraná. “En la ciudad se puede cartonear, buscar otra actividad de subsistencia. Pero si no se puede pescar en las lagunas y arroyos, es difícil en la isla tener otra salida”, contaron. Ramona está empezando una huerta y vende huevos de sus gallinas, pero le preocupa el futuro que enfrentarán sus cuatro hijes si el accionar humano sigue dañando el ambiente que los rodea.

La siguiente parada, en Villa Constitución, se topó con el reclamo de quienes siguen sufriendo el humo de la quema de pastizales. “Nos decían que en las últimas semanas fue insoportable. Afecta la salud. El humo es algo que continúa”, remarca Romero Acuña. “En estos humedales vive gente, hay lógicas que no en todos los territorios son extractivistas. En esta travesía nos encontramos un montón con esto: gente que acompaña preocupada, no necesariamente militando en organizaciones, pero que comparte el reclamo”.

Además de las lanchas de apoyo y de Prefectura, hay un equipo médico encabezado por un epidemiólogo. La caravana se organiza en burbujas, tanto para dormir como para armar los grupos de comida y carpas. “Enmarcamos el pedido de la Ley de Humedales en un pedido de salud. Estamos siendo coherentes con eso”, dice la antropóloga al explicar los cuidados de la caravana en función de la pandemia de coronavirus.

Quemas y countries

Los humedales constituyen uno de los ambientes más biodiversos, son reservorios de agua dulce, filtran y purifican las aguas y el aire, regulan sequías e inundaciones, evitan la erosión de las costas y albergan múltiples corredores bioculturales. En cada parada, la caravana suma los reclamos ambientales de los pueblos que la reciben. En San Nicolás, por caso, están en alerta ante el avance de proyectos inmobiliarios que amenazan una reserva natural. El circuito incluyó Ramallo, la Vuelta de Obligado, San Pedro y Baradero, entre otros puntos. Y sigue en estos días hacia Zárate, el Parque Nacional del Ciervo de los Pantanos y Tigre, adonde arribará el martes para seguir luego por tierra y llegar, el miércoles, al Congreso.

La anteúltima parada por agua será entre Dique Luján y Villa La Ñata, donde los recibirán asambleístas con una lucha de larga data en defensa de los humedales. La caravana frenará en la casa de Daniel Bracamonte, periodista especializado en temas de ecología, que los recibirá con un locro –con opción vegana–. “Estamos en una zona donde el desarrollo de barrios privados se llevó más de ocho mil hectáreas de humedales. El último emprendimiento grande fue el Santa Ana, que fue donde nació nuestra asamblea: cortando la ruta porque una sudestada fuerte, por la altura de los countries, hizo que el pueblo se inundara”, recuerda Bracamonte. A partir de entonces, la organización creció y se conformó el Consejo Asesor Vecinal Río Luján. “La caravana está ligada a una lucha que nos identifica”, define el asambleísta, que el martes se sumará al último tramo por agua de la manifestación.

En las zonas atravesadas por el río Luján confluye otro de los reclamos que se enmarca en el pedido principal por el avance de la ley: la contaminación del agua por los residuos que arrojan los productores agropecuarios. “El río Luján es en la actualidad el principal transportador de antibióticos de todas las cuencas, por los criadero de pollos. El nivel de contaminación es tan alto que en verano se desarrolla una bacteria que cambia el color del agua. El verano pasado hubo 50 internados. Con el calor, el agua tiene alta peligrosidad: lo estamos incluyendo en el reclamo de la ley, porque también se regularía la expansión de tierras cultivables y las zanjas para desagüe que hacen los productores y que se conectan con los ríos, con pesticidas y antibióticos”, explica Bracamonte. Y resume: “Todo tiene que ver con la expansión de la frontera agropecuaria sobre los humedales”. «

Comida tirada a la basura y efecto invernadero

La falta de regulación de las prácticas agrícolas afecta a los humedales por el avance de las extensiones cultivables a costa de quemas y deforestación. Pero esa falta de controles también se traduce en otras problemáticas, como el desperdicio de alimentos. Esta semana, el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) difundió que el 40% de los alimentos generados por año termina en la basura. Muchos de ellos, en la instancia de producción y transporte desde el campo.

“De los 2250 millones de toneladas de desperdicio, casi la mitad está en los establecimientos productivos. Eso es lo que más refuerza el informe: una mejor práctica agrícola y mayor presencia de organismos de control podría reducir gran parte de esto”, advierte Manuel Jaramillo, director general de Fundación Vida Silvestre Argentina, que difundió los resultados del informe a nivel local. “A veces, la gente no entiende por qué una organización ambientalista se mete con el tema de los alimentos. Básicamente, porque nuestra alimentación tracciona la frontera agrícola”, remarca.

La semana pasada se conoció también el último y alarmante informe de los expertos de la ONU sobre el cambio climático. El IPCC advirtió sobre la rapidez, intensidad e irreversibilidad del calentamiento global. El estudio sobre desperdicio de alimentos apunta que esa suba se traduce en más emisiones de gases de efecto invernadero generadas por los alimentos que no se consumen: las estimaciones previas indicaban que representan el 8% de las emisiones totales. A partir de este relevamiento, el
cálculo se acerca al 10 por ciento.

Cupo sociambiental en la campaña

De cara a las elecciones legislativas de este año, más de 500 personalidades de distintos ámbitos firmaron una carta pública que reclama que «cada candidatx se pronuncie con proyectos estratégicos y propuestas concretas en relación con la protección de los bienes comunes, como el agua, los ecosistemas y el territorio», y que articulen «propuestas para reducir la pobreza estructural».

Adolfo Pérez Esquivel, Beatriz Sarlo, Samanta Schweblin y Rita Segato están entre las y los cientos de firmantes de un texto con un sostén muy plural y que pide a candidatas, candidatos y medios de comunicación que reflejen el tema y cumplan con un «cupo socioambiental del 25% mínimo en la discusión, y que al menos una de cada cuatro preguntas que se realice a candidatxs en campaña sea sobre temas socioambientales urgentes, para que esta problemática forme parte de las propuestas políticas».