“En el CCK era todo joda”, declaró hace unos meses por televisión el ministro de Medios Públicos, Hernán Lombardi, sobre el Centro Cultural Kirchner. Con más de 40 salas de exposición, auditorios y la perla sonora de la Ballena Azul, fue pensado como “un faro cultural para América Latina”, según se afirmó cuando lo inauguraron en mayo de 2015 en el edificio que supo ser el antiguo Palacio de Correos. Pasado más de un año, la gestión de Cambiemos optó por apuntar a otras áreas para el centro cultural: comenzaron a desarrollar ahí “clases de Yoga, Tai Chi y Meditación y Estiramiento”.

El ciclo “abierto a la comunidad” (tal como lo anuncian en la web) se inició el último sábado a las 14 horas  en la Terraza de la Sala Sinfónica, con entrada gratuita. En ese caso el acceso fue por orden de llegada, hasta colmar la capacidad. A partir de esta semana, donde hay pautados encuentros los martes y jueves, se reservarán los espacios a través de la página de Internet del CCK.   

Las lecciones de Meditación y Estiramiento son los miércoles en el Salón de Honor. “Las clases intentan generar armonía psicofísica, a través de prácticas de relajación y distensión, desarrollando la conciencia del movimiento, de las emociones y de las ideas”, se lee en el portal oficial.

El significado de “cultura” y los nuevos objetivos artísticos para el CCK ya han sido planteados por Lombardi con anterioridad. En el programa de Mirtha Legrand, en julio pasado, el funcionario se quejó de haber heredado “un sistema volcado a un pensamiento único, totalmente politizado», y ya anticipaba la idea de cambiarle el nombre al lugar, para llamarlo Centro Independencia: “le sacaría la palabra Cultural, (sería) un centro de contenidos públicos”, aseguró ante las cámaras. A principios de año, publicó en Facebook: «Ya estamos trabajando en el mejor equipo para el gran centro cultural de los argentinos».