En una década (o menos), habrá una serie como Chernobyl pero del glifosato. Contará como ocultaban sus efectos, los gobiernos y los periodistas. Ya me imagino varias escenas. La Argentina tendrá un rol fundamental.

Digo una serie, no un documental. Actuada. Que revelará los «Monsanto Papers» y cómo se coimeó en todo el mundo a gobernantes, parlamentarios, científicos y periodistas para ocultar las consecuencias del glifosato. La Argentina servirá como ejemplo del gran experimento a cielo abierto en el que transformaron a su territorio. Y se verá el rol de los medios silenciando sus consecuencias, con reuniones secretas entre los CEO de Monsanto y periodistas estrellas del «campo».

Una secuencia fundamental será la persecución al científico Andrés Carrasco: el día que le mandaron abogados a apretarlo ilegalmente en su laboratorio para que no diera a conocer los resultados de su investigación sobre los efectos del glifosato.

Aparecerá Lino Barañao. La serie contará como hizo Monsanto para tener un ministro que respondiera a sus intereses y retuviera su cargo a pesar de un cambio rotundo de gobierno. Ese capítulo empezará con el ministro diciendo que «el glifosato es como agua con sal». En otro aparecerán representantes del agronegocio pidiendo «cerrar escuelas rurales» ante fallos judiciales que les impedían aplicar glifosato en sus cercanías. Aparecerá el presidente Macri, en conferencia de prensa, cuestionando esos fallos.

Se contará cómo Argentina ostenta el triste récord de ser el mayor aplicador de glifosato por persona del mundo (más de 350 millones de litros por año). Y como esta sustancia ya está presente en alimentos, ríos, algodones, toallas femeninas y hasta en la lluvia. Se mostrarán documentos de Monsanto que prueban sus vínculos inapropiados con la Agencia de Protección Ambiental (EPA) de EE UU, y se detallarán las maniobras para evitar nuevas revisiones de seguridad del glifosato.

En un momento clave de la serie se contará cómo Monsanto hizo inteligencia sobre científicos, políticos y periodistas en Francia para operar sobre ellos, y así influir en sus declaraciones públicas sobre el glifosato. Todo será tan obvio que generará indignación en el televidente: ¿cómo pudo pasar todo esto mientras los medios callaban y la clase política no hacía nada?

Luego se cerrarán los mercados internacionales a los productos que contengan glifosato. Y la Argentina no tendrá adónde exportar su soja pero tampoco el resto de su producción agrícola, ni su carne, sus vinos, etc., también contaminados con glifosato.

El final de la serie no lo voy a spoilear, pero porque está abierto. Lo tenemos que hacer entre todos. «