«Aun en la dictadura, la única forma organizativa que mantuvo la democracia fueron las cooperativas. Ahí se siguieron eligiendo a los representantes mediante voto y pudimos expresar nuestra necesidad de democracia a través de la participación», señala Ariel Guarco presidente de la Confederación Cooperativa de la República Argentina (Cooperar). Es que «allí donde hay una necesidad, seguramente la forma de organización cooperativa es la que mejor cuadra para satisfacerla», añade quien recientemente se transformó en el primer argentino en alcanzar la presidencia de la Alianza Cooperativa Internacional (ACI), el máximo órgano de coordinación mundial para las empresas sociales. 

«Hace 200 años las necesidades eran un poco de azúcar, de harinas, algunas velas. Y sobre esas necesidades surgió el movimiento cooperativo. Hoy los problemas son diferentes. Por ejemplo nosotros, como país, tenemos el gran desafío de encontrar solución al desempleo y las cooperativas lo estamos haciendo», completa. El ejemplo más evidente quizás sea el de las empresas recuperadas, surgidas en Argentina al calor del neoliberalismo y replicadas luego en todas partes. 

«Nuestro cooperativismo es diverso y está presente en todas las actividades económicas. Eso en principio uno lo puede ver como un triunfo del cooperativismo nacional, pero cuando se profundiza en el análisis, se debió a grandes necesidades que sufrimos en todas las áreas», explica. «Nuestras recuperadas son ejemplo para el mundo porque tuvimos y tenemos que presenciar empresas y patrones que abandonan sin ningún tipo de escrúpulos a los trabajadores, que no indemnizan y los dejan sin resguardo; mientras que hay un grupo de gente que entiende que poniéndole el hombro, conocimiento, amor y convicción a lo que hacen, pueden reorganizar la empresa a través de la figura cooperativa y hacer que esa empresa sea exitosa, eficiente y pueda competir en el mercado igual o mejor que cuando tenía otra forma organizativa».

Vida cooperativa 

Guarco habla sobre el sector con el conocimiento que le da una vida de experiencia. Su madre trabajó durante más de 50 años para la Cooperativa Eléctrica de Coronel Pringles, la misma en la que él se inició dentro del mundo de la economía social y que hoy también preside. La empresa primero se encargaba de proveer electricidad a su comunidad, pero por eso de satisfacer las necesidades hoy también abastece de agua corriente. 

«Nuestras empresas tienen una doble finalidad: ser eficientes económicamente y socialmente responsables. ¿Por qué? Porque nuestros principios y valores nos dicen que somos la responsabilidad social convertida en empresa. No hacemos responsabilidad social para expiar nuestras culpas, sino que lo hacemos desde el convencimiento de que nuestros principios dictan que cuando uno se desarrolla, lo hace mejor si desarrolla al otro», agrega.

La mirada oficial

La lógica del asociativismo no parece confluir fácilmente con la figura del emprendedor pregonada desde el gobierno para motorizar la economía, remarca Tiempo. «Hay que partir de la base de que las formas asociativas tienen éxito en tanto quien participa entiende que en conjunto la solución a sus necesidades es más fácil. Si no existe ese convencimiento siempre va a primar el ser individual, el que ante las tensiones que existirán en la organización va a pretender salvarse solo», remarca Guarco. «El emprendedurismo tiene que ver con formas de desarrollo de empresas que no cuestionamos pero que no están en nuestra lógica». 

El sector también se movilizó con fuerza en los últimos meses luego de los proyectos impulsados por Cambiemos en distintas jurisdicciones que pretendían aumentar la carga impositiva sobre las cooperativas. Eso generó la idea de que no hay un entendimiento completo sobre el movimiento. 

«Creo que hay mucho por explicar y por conversar aún», marca Guarco. «El proyecto de reforma tributaria nos dio la oportunidad de hablar con más de 100 legisladores que provienen del interior y conocen la realidad y la importancia de las cooperativas en el desarrollo de las comunidades. Nos permitió aclarar algunos conceptos como el de ganancia, que no existe en una cooperativa en tanto que si una transacción se produce a un precio que está por encima del costo real, eso retorna de alguna forma: a través de un mayor servicio, un servicio diferente o lo que democráticamente se decida en asamblea. Explicar eso nos ha llevado bastante tiempo y creemos que a muchos todavía les falta comprender la esencia de la cooperativa», apunta. 

Pero Guarco es optimista. «Sobre la base de un mayor conocimiento tomamos mejores decisiones y ese es el aporte que nosotros podemos hacer a quienes hoy tienen la obligación de llevar adelante las políticas públicas. No entendemos un movimiento cooperativo ni mutual (14 millones de personas en este país) que pueda alcanzar su pleno desarrollo si no trabaja con un Estado que lo entiende y decide estratégicamente cuál es la función que uno debe cumplir en cada momento histórico». 

¿Y cuáles son los desafíos que encara como primer argentino al frente de la ACI? «Para mí, es una enorme responsabilidad, pero también la oportunidad de llevar adelante políticas. Hoy tenemos miembros en 105 países, lo que quiere decir que hay muchos que aún no están adentro. Y de los que están, no todos tienen una gran presencia. Entonces hacia adentro, una mayor cercanía con la realidad de cada territorio y hacia afuera, una mayor vinculación con las organizaciones de representación internacional como ONU, OIT, FAO, Vaticano y otras expresiones religiosas que nos permitan en conjunto tener una visión global de este mundo que muchas veces se mueve por ciertos condicionantes individuales». «

*Presidente de la Alianza Cooperativa Internacional