Era el obispo de los pobres y de los trabajadores. Así lo llamaban y los siguen llamando los riojanos a Enrique Angelelli, quien más fielmente supo orientar el compromiso del Evangelio con los más necesitados.

Asesinado por la última dictadura militar, Angelelli se convertirá este sábado en beato en una histórica celebración, que se desarrollará a partir de las 10 en el Parque de la Ciudad de la capital riojana. Estará encabezada por por el prefecto de la Congregación de las Causas de los Santos, el cardenal italiano Angelo Becciu, y concelebrada por unos 50 obispos argentinos, presididos por el presidente de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), monseñor Oscar Ojea, y unos 300 sacerdotes.

“Un enamorado de su pueblo que lo acompañaba en el camino, y lo acompañaba hasta las periferias, las periferias geográficas y las existenciales”, lo describió en 2006 casi 10 años antes de iniciarse su causa de canonización el entonces presidente de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), Jorge Bergoglio, hoy papa Francisco.

Fue el propio Bergoglio quien decidió el año pasado que estaban fundamentadas las razones para declarar que Angelelli, conocido como “el pelado”, fue asesinado “In odium fidei” (por odio a la fe) y que esa circunstancia constituyó un martirio que lo convertía en beato.

Sin embargo, el camino de 43 años entre el asesinato y su beatificación no fue fácil ni lineal, y contó con múltiples resistencias, incluso dentro de la Iglesia argentina.

El encuentro tendrá el lema “Pascua riojana, alegría del pueblo” y junto a Angelelli serán también homenajeados los sacerdotes Carlos Murias y Gabriel Longueville y el laico catequista Wenceslao Pedernera. La provincia esperaba la llegada de al menos 60 mil personas para participar del histórico día.

Un asesinato que no pudo quedar impune

Enrique Angelelli ocurrió en medio de un accidente automovilístico a pocos kilómetros de Punta de los Llanos, cerca de Chamical.

En Chamical habían aparecido fusilados dos semanas antes los sacerdotes Gabriel Longueville y Carlos de Dios Murias, que también serán beatificados este sábado.

A pocos días de su asesinato, el 31 de agosto de 1976, el juez riojano Aldo Zalazar Gómez, resolvió disponer el archivo del expediente, tras aceptar el criterio de la fiscal de que la muerte había sido producto de un accidente de tránsito causado por una rueda desinflada.

Con el regreso de la democracia, en 1983, el juez de La Rioja, Antonio Condado, reabrió la causa y al año siguiente el juez Aldo Fermín Morales la recaratuló como “homicidio calificado y tentativa de homicidio calificado”.

En 1986, el mismo magistrado dictó sentencia afirmando que “la muerte de Enrique Angelelli no obedeció a un accidente de tránsito, sino a un homicidio fríamente premeditado y esperado por la víctima”.

En 1988, el aún juez de la causa rechazó la demanda de la fiscalía de que el proceso a los culpables fuera llevado adelante por el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, resolución que fue apelada ante la Corte Suprema de Justicia que la derivó finalmente a la Cámara Federal de Córdoba.

Luego de un sobreseimiento a los imputados, recién en octubre de 2005, con un cambio en la situación política nacional y la abolición de las leyes del perdón, el juez federal subrogante de La Rioja, Franco Romano Grassi reabrió la investigación y se produjo la reapertura de la causa. Ocho años después fue llevada a juicio que concluyo en 2014 con la sentencia a prisión perpetua de los militares Luciano Benjamín Menéndez y Luis Fernando Estrella como autores intelectuales del homicidio.

El obispo de los humildes

Como religioso, se formó en Córdoba y en Roma. A su regreso desempeñó su misión pastoral en barrios humildes de Córdoba y como asesor de la Juventud Obrera Católica. Durante el Concilio Vaticano II (1962-1965) fue uno de los firmantes del Pacto de las Catacumbas, un acuerdo suscripto por unos 40 padres conciliares que se comprometieron a vivir en pobreza y sencillez, lejos del lujo que se asociaba a las figuras vaticanas.

Su designación como obispo de La Rioja llegó en 1968 y formó parte de un grupo de religiosos que denunció las violaciones de los derechos humanos cometidas durante la dictadura. En el momento de su muerte, el 4 de agosto de 1976, Angelelli había recibido amenazas de todo tipo y para muchas voces de la Iglesia eso constituyó un martirio en vida.

Así se lo hizo saber el nuncio papal Leon Kalenga a la CEA el año pasado cuando algunos obispos pusieron reparos sobre los tecnicismos acerca de su asesinato.

La dictadura quiso hacer creer que su homicidio fue una muerte causada por las lesiones sufridas en un presunto accidente automovilístico cerca de la localidad riojana de Punta de los Llanos, pero la Justicia probó que fue encerrado por otro auto y que murió por el golpe de un elemento contundente en la nuca.

Angelelli fue asesinado mientras tenía consigo un informe con las pesquisas que había realizado sobre los homicidios en julio de 1976 de otros dos de los «cuatro mártires de La Rioja» (Carlos Murias y Gabriel Longueville), que también serán beatificados con la presencia del enviado papal, el cardenal Angelo Becciu.

Una canción para Angelelli

Del encuentro participarán los músicos que, convocados por el padre César Scicchitano, conocido como el cura rockero), grabaron la canción compuesta por él, “Pastor con olor a pueblo”. Los músicos que participaron de la grabación y que también van a participar de la ceremonia del sábado son Peteco Carabajal, Axel, el Cóndor de la Bersuite, Yamila Cafrune, Juanse, Willy de Los Tipitos, Piero, Ignacio Copani, Manuel Wirtz, Analía de la banda rockera Seda Carmín, Barby Corvalán y la Bruja Salguero.