Por primera vez desde febrero, cuando comenzó el juicio por el crimen de Candela, la sala de audiencias de los tribunales de Morón, “Fermín Parera”, estaba llena. Familiares de la víctima y de los acusados, además de funcionarios judiciales y periodistas siguieron con atención la resolución del Tribunal Oral en lo Criminal 3 sobre el caso que mantuvo en vilo a la sociedad hace seis años atrás. Finalmente, Hugo Bermúdez y Leonardo Jara fueron condenados a prisión perpetua por los delitos de privación ilegal de la libertad coactiva seguida de muerte; mientras que Fabián Gómez recibió cuatro años de cárcel por lo que permanecerá en libertad.

“¡Decí la verdad, mentiroso!”, gritaron los familiares de Gómez tras escuchar la condena en su contra por considerarlo partícipe secundario del secuestro, abuso y crimen de la nena de 11 años. Juancho Rodríguez, el padre de la víctima, aclararía más tarde que ese mensaje no era para él, sino para los propios imputados que durante el debate no habrían dicho todo lo que sabían.

Los jueces Diego Bonanno, Raquel Lafourcade y Mariela Moralejo se tomaron más de un mes en dar la sentencia, tiempo más que suficiente para advertir las serias irregularidades que se cometieron durante la instrucción del caso y que se fueron desnudando en el debate oral: prueba de ello, son las 28 causas que se abrieron durante este proceso.

Según fuentes del tribunal, el delito más grave que se desprendió del juicio tuvo que ver con la incorporación de la declaración de un prófugo por parte del primer fiscal de la causa, Marcelo Tavolaro, quien blanqueó ese testimonio a través de la hermana del informante, ya que de manera contraria debían apresarlo. Por este episodio, el juicio estuvo a punto ser anulado. Por disposición del procurador bonaerense Julio Conte Grand este hecho es investigado actualmente por las fiscalías de La Matanza ya que no se descarta complicidad judicial y policial, dado que el propio Ministerio de Seguridad pagó 100 mil pesos de recompensa por esa declaración.

Desde el TOC 3 remitieron copias del fallo a la Procuración bonaerense y a la Presidencia de la Suprema Corte para que estos otros 27 expedientes, que se desprendieron del juicio, tengan un fuerte impulso y, de ser necesario, queden por fuera de la órbita de la Fiscalía General de Morón.

«Tengo experiencia. Aún a riesgo de ser tildada de soberbia, debo decirlo. Y con los años que cargo sobre mis hombros, creí haberlo visto todo. Pero debo rendirme ante la evidencia. Sin duda estaba equivocada. En el homicidio de Candela se entretejieron intrigas, política, delitos de toda calaña y fundamentalmente silencios. Lo relevante fue lo no dicho. Lo oculto», concluyó la jueza Lafourcade, quien al igual que sus colegas creen que el móvil del asesinato está relacionado con un ajuste de cuentas contra el padre de la nena, quien estaba preso en ese momento.

Si bien durante el juicio hubo sólo tres imputados, el tribunal consideró que debía haberse sumado algunos más: desde Gladys Cabrera (dueña de la casa de Kiernan 992) y el carpintero Néstor Altamirano, hasta Héctor El Topo Moreyra, Miguel Ángel Mameluco Villalba y policías de alto rango como el entonces comisario general Norberto Castronuovo, al frente de la Superintendencia de Investigaciones de la Bonaerense. Se cree que todos ellos están siendo investigados en la causa denominada “Candela 2” que se reactivaría tras las condenas de hoy.

En el juicio no se llegó a establecer con exactitud el móvil del crimen. Sin embargo, las fuentes señalaron que todo habría comenzado luego de un típico secuestro relacionado con el ambiente narco. De acuerdo a esta hipótesis, Moreyra habría sido el ideólogo mientras que el comisario general Castronuovo, entre quienes había íntimos vínculos, sería quien encabezó una serie de negociaciones clandestinas para que la nena fuera liberada, pero estas gestiones no tuvieron éxito.

Los hechos

Los jueces dieron por probado que ese 22 de agosto, Candela Sol Rodríguez fue raptada en una camioneta EcoSport negra en Coraceros y Bustamante, Villa Tesei, Hurlingham, a medida cuadra de su casa. De allí, la trasladaron hasta San Martín, donde la ocultaron en un asentamiento hasta que, acorralados por los investigadores, los raptores decidieron llevarla nuevamente a Húrlingham: esta vez, a la casa de Kiernan 992, donde fue hallado ADN de la víctima. Entre las 20:30 del 29 de agosto y las 8:30 del día siguiente, Bermúdez violó a la nena hasta matarla, sofocándola. Luego, habría descartado evidencia en la vivienda de su suegra, también por la zona.

Sobre Jara los magistrados indicaron que fue el autor de un llamado extorsivo que recibió la madre de la víctima en su casa, en donde aseguraba que la nena iba a aparecer muerta. Las pericias de Gendarmería fueron concluyentes en ese sentido. Gómez, por su parte, aportó cierta logística para mantener cautiva a Candela en la casa de Kiernan. Además, se corroboró a partir del entrecruzamiento de datos de los teléfonos celulares que los imputados se conocían previamente y actuaron de manera coordinada en el hecho.