Continúa el pedido de Justicia por Facundo Ferreira en Tucumán. Uno de ellos fue la marcha que el miércoles 21 convocó el su familia y sus amigos del barrio Juan XXIII, también conocido como La Bombilla. La manifestación arrancó esta vez desde la casa del chico hasta las puertas de los tribunales penales. Mientras los abogados estaban adentro del edificio, una moto del Grupo de Operaciones Motorizadas de Tucumán (GOMT) pasó frente a los manifestantes y los policías arrojaron gas pimienta a los manifestantes, muchos de ellos chicos con sus familias que estaban sentados en la vereda.

«Cuando se produjeron los incidentes, los vecinos entraron a buscarnos, y al salir vimos que si bien la moto había tirado los gases mientras pasaba, empezaban a aparecer más policías, así que decidimos desconcentrar», explica la abogada Florencia Vallino, de la agrupación Andhes. 

De regreso al barrio, los vecinos volvieron a encontrarse con un operativo desmedido, que los apuntaba mientras llamaban «más refuerzos», para un operativo que terminó en una verdadera razzia. 

El hecho, dice Vallino, será debidamente denunciado, dado que este tipo de amedrentamiento concreto viene siendo común en este caso. «Esto ya había pasado al otro día del sepelio de Facundo. La policía ingresó injustificadamente al barrio, apuntándoles a los vecinos.» El viernes 9, luego de dejar el cuerpo de Facundo en el Cementerio del Norte, los asistentes al sepelio se encontraron con el barrio rodeado de policías armados y motorizados.

Los casos de violencia y amedrentamiento no son nuevos en Tucumán. En 2011, dos policías de civil (que ahora cumplen condena a perpetua) persiguieron a Ismael Lucena y le propinaron una brutal golpiza que lo llevó a la muerte. 

El 24 de diciembre de 2016, un agente que patrullaba el barrio San Cayetano, y que solía detener arbitrariamente a jóvenes de la zona, persiguió a Miguel Pérez Reyes y le pegó un tiro en la cabeza a metros de su casa.

«Venimos viendo prácticas de la fuerza de seguridad que son irregulares. Ha habido muchos casos, pero en particular en 2018 aumentó la escalada de violencia, y eso nos tiene preocupados, porque hay una manera de proceder que se repite en los barrios», agrega Vallino. 

Vivir bajo amenaza

Desde el asesinato de Facundo, y una vez que la familia salió a denunciar públicamente el caso de gatillo fácil, no dejan de sufrir diferentes tipos de apremios. «Vamos a matar a todos los bombilleros», le murmuró un policía cuando la mamá de Facundo volvía de hacer las compras, un día después de enterrar a su hijo. 

«La policía está dando vueltas todo el día ahora. Nos miran y nos apuntan desde el patrullero», dice una vecina del lugar que no quiere dar su nombre. «Si sos negro de barrio, sos delincuente y te pegan un tiro. Es muy terrible la situación que estamos viviendo», expresa Malvina Gómez, tía de Facundo. «Te matan y tenés que aguantar que después la policía te amenace.» 

Gómez manifiesta su pena por la ausencia del gobierno de la provincia de Tucumán, que hasta ahora no se acercó en ningún momento a la familia. 

Mientras tanto, el jueves declaró en la causa Juan, el niño de 14 años que manejaba la moto en la que iba Facundo cuando la policía le disparó por la espalda. A pesar de lo anunciado públicamente por la fiscal, los policías imputados recién prestarán declaración el 6 de abril. El grupo de abogados que representa a la familia Ferreira todavía no pudo acceder al expediente.  «