Este jueves, el agente de la ex Policía Metropolitana, Ricardo Ayala, deberá afrontar un juicio oral y público acusado del intento de homicidio a Lucas Cabello, en medio de una discusión en un conventillo de La Boca. El debate debía haber comenzado en febrero pero fue postergado. Organizaciones sociales y de Derechos Humanos acompañarán a la familia de la víctima en las puertas de los tribunales porteños.

Ayala deberá dar cuentas de lo que hizo aquel 9 de noviembre de 2015 ante los jueces del Tribunal Oral N°1, en cuya sala de audiencias también estará presente Cabello, que se encuentra en estado de cuadriplejia por los tres balazos que recibió.

En una carta pública escrita por Cabello a mediados de 2016, el joven recuerda que para esa época, con tan solo 20 años, ya tenía experiencia como albañil, paseador de perros, ayudante de cocina, repartidor y kiosquero. Además, por las noches cuidaba los coches de los clientes de un restaurante de su barrio

Respecto a la tarde en la que fue agredido por Ayala, el joven cuenta: “No me olvidaré más. No puedo. Fue la tarde del 9 de noviembre de 2015, a las 2 de la tarde, cuando estaba con mi hija y su mamá, Camila. Aquella vez, como otra, no teníamos comida. Y entonces fui a la panadería de la esquina, porque tengo la mejor onda con la panadera, pero al salir, el oficial Ayala estaba parado en la puerta de una casa vecina, donde había una consigna familiar por un conflicto entre dos personas. No era siempre un mismo policía. Me miró de arriba abajo. Le pregunté “¿Qué pasaba?”. Me respondió: “Nada, andá”. Crucé la calle y entré a la panadería”.

“Cuando salí, lo volví a ver y cruzamos miradas, pero no nos dijimos nada. Seguía parado en el mismo lugar. Y cuando estaba por entrar a mi casa, me advirtió: “Cuidado, ojo con lo que vas a hacer”. No me quedé callado: “¿Vos estás loco?”, le respondí. Y empezamos a discutir, subiendo el tono, porque yo no estaba dispuesto a dejarme humillar así. “Yo puedo hacer lo que quiera, porque soy policía”, me dijo”, reconstruyó el joven que en ese momento tenía 20 años, al igual que su verdugo.

“Entré al pasillo de mi casa y, al llegar al hall, escuché un paso fuerte en el escalón de la puerta. Di media vuelta y Ayala me estaba apuntando en la cara. No me dijo ni una palabra. Tiró. Sentí el tiro penetrándome la pera. Y los oídos me empezaron a zumbar. Fuerte, muy fuerte. Cada vez más fuerte, como si mi cabeza estuviera a punto de estallar. Caí y me golpeé el cráneo contra el piso. Por unos segundos, sólo escuché un “i” continuo en mis oídos. Y después no sentí nada más”, relató Cabello, quien después de caer al suelo recibió dos impactos más.

Rápidamente, un vecino cargó a la víctima en su coche y la trasladó hasta el hospital Argerich, donde pudieron salvarle la vida. Lamentablemente, al día de hoy no pudo volver a caminar y apenas puede mover sus brazos.

Poco después del hecho, Ayala fue imputado por el juez de instrucción porteño, Osvaldo Rappa, por el delito de “exceso en su legítima defensa”. Unos meses más tarde, la Cámara de Apelaciones lo dejó preso al considerar que se trató de una «tentativa de homicidio agravada por la condición del imputado de ser miembro de una fuerza de seguridad». Finalmente, en enero de 2017 Ayala fue excarcelado a la espera del juicio oral.

El Colectivo de Medios Populares (integrado por FM Riachuelo, FM La Caterva, La Retaguardia, Agencia Paco Urondo, Sur Capitalino, Radio Gráfica y Radio Presente) expresaron que “el ataque contra Lucas ocurrió diez días después de que Mauricio Macri ganara la primera vuelta de las elecciones presidenciales e inauguró la versión del macrismo en materia de “seguridad”, anticipando lo que luego sería la “Doctrina Chocobar”, defendida a ultranza por la ministra Patricia Bullrich” y destacaron que la entonces “vicejefa de Gobierno porteño y recién electa gobernadora de la provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, justificó el accionar policial argumentando que había ocurrido a partir de un alerta de botón antipánico por supuesta violencia de género, algo que nunca existió”.