No hay olor a bosta en la Rural. El acceso al predio ferial palermitano está perfumado de marihuana. Acuden grupitos de amigues, familias, jubiladas y solitarios que caminan por la avenida Sarmiento. Peregrinan hasta Palermo para celebrar la misa verde cardinal de América Latina. El cónclave de la Expo Cannabis vuelve a florecer. La fumata blanca perdurará hasta hoy. 

La nueva edición (tras el periplo pandémico) trae novedades, desde gastronomía, mascotas o charlas de salud, pero mantiene tradiciones. Una es la masividad. El encumbrado flujo de público se puede apreciar en la verdosa Green Carpet. «Salud – Industria – Cultivo – Cultura» dice el cartel. Las cuatro patas que sostienen el ágape versión 2022.

Organizada por la decana Revista THC, con el novedoso apoyo estatal del Instituto Nacional de Economía Solidaria (INAES), ministerios como el de Salud, el Senasa y las universidades de Quilmes y de José C. Paz, la jujeña Cannava y sponsors privados de peso, Expo Cannabis es sin dudas una ola verde. Un tsunami que ocupa 15 mil metros cuadrados.  

Foto: Pedro Pérez
Foto: Pedro Pérez

El semillero

La Argentina vive años cannábicos. Y no solo por el crecimiento exponencial del autocultivo durante la peste. No hace tanto, el tímido gobierno de Alberto Fernández dio el paso rotundo con políticas activas de impulso al cultivo herbáceo. Un giro copernicano con el decreto que reglamentó la Ley 27.350, de uso medicinal del cannabis. La iniciativa sancionada en 2017 durante el mandato de Mauricio Macri fue un bluff. En su reglamentación imponía rigores y limitaciones: solo admitía el uso para la epilepsia refractaria, prohibía el autocultivo. Hoy, en cambio, las personas pueden registrarse para cultivar. El objetivo ya no es combatir una sola patología. Hay producción nacional, universidades metidas en el proceso. Hasta se volvió un potencial generador de divisas.

En la Rural, la novedad son las semillas. Se pueden comprar distintas (incluso plantines), con fines medicinales. ¿Requisitos? Estar inscripto en el Registro del Programa de Cannabis (Reprocann). «Hay muchos mitos y barreras que se van derribando para avanzar en cosas muy importantes que le cambian la vida a la gente y favorecen el acceso a la salud integral», aseguró ante un auditorio colmado la ministra de Salud, Carla Vizzotti. La funcionaria que funciona detalló que el Reprocann cuenta con 180 mil inscriptos, de los cuales 120 mil fueron autorizados a cultivar, y aclaró que «la diferencia entre estas cifras reside en que aún faltan médicos que certifiquen el pedido en 40 mil casos y hay otros 20 mil en análisis de documentación». Un problema es la capacitación. En eso andan universidades, provincias y el Conicet generando diplomaturas y formación en centros de salud.

Curtido semillero es el barbudo Ariel. Tiene 20 años en el gremio, «desde los tiempos en que dejé el prensado paraguayo y me enamoré de la planta». Pone el cuerpo en Criar, una flamante cooperativa de producción de semillas abrazada por once socios. Con paciencia de agricultores, consiguieron la matrícula del Inaes hace pocos meses: «Con los compañeros nos unimos para hacer crecer la industria nacional. Peleamos con un cuchillito de madera contra los bancos de afuera, los insumos importados y los grises de la regulación. Pero vamos para adelante». Ariel da una clase magistral de semillas antes de despedirse. Resalta las chocolope, destroyer y las automáticas, semillas ideales para el balcón o espacios liliputienses.

Foto: Pedro Pérez
Foto: Pedro Pérez

Granero del porro

En los pabellones de la Rural hay un océano de stands: centenares de marcas de disímiles empresas que ofrecen mil y un productos y servicios. Desde rústicos portafasos hasta precisos kits para medir los componentes del aceite, sin olvidar las dotadas máquinas industriales de procesamiento, elegantes cremas faciales regeneradoras, óleos lubricantes, tecnológicos vaporizadores digitales de diseño, y los fundamentales «lillos». Las promotoras –todas flaquísimas, «modelitos», ¿hasta cuándo?- no dan abasto. «En el descanso fumo uno para bajar», suspira una al pasar.

La ley de industrialización, sancionada en mayo por el Congreso, también marca el ritmo de la Expo. Busca impulsar el cultivo de marihuana y cáñamo –variedad de planta con bajo contenido de THC– para uso medicinal y productivo. ¿Argentina, granero del porro? Algo de eso hay. Según la Cámara Argentina del Cannabis (ArgenCann), el país podría generar un mercado interno de 500 millones de dólares, 50 millones en exportaciones y más de 10 mil puestos de trabajo.

Pulcro saco recto y zapatos lustrados. La elegancia de Pablo Fazzio contrasta un poco con los pibes freaks de rastas y crestas psicodélicas. Fazzio es la cabeza de la Cámara nacida en 2019. Al principio eran cinco gatos locos, hoy suman más de 200 miembros. Con tono corporativo, sostiene: «Estamos viendo el parto de una industria. Hay voluntad política y oportunidades. También una crisis, una guerra y algunas sobreexpectativas que generan acertijos. Pero hay algo claro, sin la ley era como plantar en un desierto.”

Foto: Pedro Pérez
Foto: Pedro Pérez

Fumando espero

Entre tanto desierto consumista está el oasis de Mamá Cultiva. Las madres cultivadoras han sido una pieza esencial para la sanción de normativas progresistas. Gabriela es voluntaria desde 2016: “Somos parte de las luchas de las organizaciones sociales que queremos la regulación completa. En el país de las Madres y de las Abuelas, politizamos la maternidad para garantizar derechos”. La legalización del “consumo adulto responsable” se proyecta en el horizonte futuro, pero sin fecha próxima. Mientras tanto, la vetusta Ley 23.737, resabio de la “guerra contra las drogas”, sigue engordando los registros de detenciones y causas penales con perejiles. 

Entre los espacios más concurridos de la Expo se anotan los stands de consultas medicinales, veterinarias y legales. Guillermo Genta forma parte de la asociación de veterinarios cannábicos. «El aceite funciona muy bien en varias patologías y dolencias –destaca–. Mejoran la calidad de vida de nuestros compañeros. Y finalmente un consejo: no automediquen, vayan siempre al veterinario amigo».

En el palo de las conferencias, la Expo ofrece talleres y clases magistrales sobre la veta medicinal y gastronómica de la planta, con disertantes galenos y chefs de renombre. Paula Saavedra se vino desde Chubut para empaparse de conocimientos y después compartirlos con los agricultores patagónicos. Juntaron monedas y recibieron el apoyo de la Legislatura para bancar la aventura: «Somos 40 familias, armamos una asociación civil que asiste a chicos y chicas. Seguimos adelante, pese a los allanamientos de la policía». En el espacio abierto de la muestra, la nube de humo dulce flota en el aire y suena rock fumón. Antes de despedirse, Paula mira la frase tatuada sobre el escenario de la Rural. Se lee «Cultivar el suelo es servir a la patria». La muchacha hace una mueca y resignifica: «Para mí, cultivar es un acto de amor». «

Foto: Pedro Pérez
Foto: Pedro Pérez
Una Expo para sacarse todas las dudas legales y sanitarias

En su tercera edición, el evento sobre cannabis más grande de Latinoamérica reúne a personas usuarias, científicos, industria y funcionarios públicos. Miles de personas visitan la Rural en búsqueda de información, productos y un espacio donde reunirse en torno a un fenómeno que no para de crecer. Un aspecto esencial es el legal. La gente llega y pregunta: ¿Me sirve para mi problema de salud? ¿Puedo caer presa? ¿Qué puedo cultivar? ¿Qué se puede hacer y tener hoy en Argentina?

En el punto de Acceso a la Justicia ponen el cuerpo profesionales de la Defensoría General de la Nación, la Defensoría General de la Ciudad de Buenos Aires, e integrantes de ADEPRA (Asociación civil de magistrados y funcionarios del Ministerio Público de la Defensa de la República Argentina). «Estamos respondiendo muchas dudas sobre coberturas médicas. Garantizar derechos en el tema de salud. Prepagas, obras sociales y el Estado que no se hacen cargo en cubrir terapias con cannabis medicinal», explica la defensora Mercedes Roba Toribio. Otro tema en agenda judicial son las detenciones y los antecedentes: «Pero por suerte cada vez son menos –destaca–. Antes, todas venían por ese lado. Tiene mucho que ver la nueva reglamentación, la difusión de información, hay que seguir trabajando en ese sentido».